Relatorio sobre visita hecha al lugar de la masacre en Curuguaty

11/07/2012
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Por Base IS, Serpaj, SPP y Atycom Ltda
 
Luego de la masacre ocurrida en Curuguaty entre campesinos y policías, una comitiva en misión de observación, encabezada por Base Investigaciones Sociales, Servicio Paz y Justicia, Sindicato de Periodistas del Paraguay y la Cooperativa Atycom Ltda., realizó un viaje hasta el lugar de los hechos para recoger información e interiorizarse de la situación de las personas involucradas. En el lugar, según testimonios de vecinos, familiares y personas que participaron en el allanamiento que desencadenó el enfrentamiento, lo sucedido fue bastante diferente a lo que relataron los medios empresariales de información.
 
El primer lugar visitado al llegar a Curuguaty fue la Radio Popular Canindeju. Allí se mantuvo una reunión con dirigentes de organizaciones campesinas, miembros del consejo directivo de la radio e impulsores de la Universidad Popular. Se hizo una ronda de presentación donde se realizó un breve análisis de la situación como para que la comitiva pueda contar con más datos a la hora de ir a recabar informaciones; algunos elementos que se pueden mencionar son los siguientes:
 
-La ocupación no estaba coordinada con las organizaciones sociales del lugar.
 
-La disputa por esas tierras tiene una larga trayectoria de lucha, ya se había ocupado anteriormente por lo menos cuatro veces, pero siempre fueron desalojados o tuvieron que salir de las tierras.
 
-Este grupo estaba compuesto por nuevos ocupantes que no recurrieron a la cobertura de las organizaciones sociales. Un grupo de sin tierras sin articularse, fue una suma de individuos a quienes se les fue llamando y convocando para hacer la ocupación, muy influenciado por caudillos de partidos políticos tradicionales de derecha (PLRA).
 
Con respecto a la situación de los ocupantes en momentos posteriores al enfrentamiento mencionaron:
 
- Luego y al momento de la balacera, el auxilio fue sólo para los policías, todos los recursos (ambulancia, médicos, etc.) fueron utilizados para auxiliar a los policías heridos, no a los campesinos.
 
- No existieron garantías constitucionales. Incluso se detuvo a gente que intentó solidarizarse con los heridos.
 
- A los presos se les prohibió las visitas.
 
El segundo lugar al cual asistió la comitiva fue la Comisaría 5ta de Curuguaty. Allí, en una entrevista, el comisario y encargado de relaciones públicas Sebastián Talavera brindó algunas declaraciones en cuanto a lo sucedido, y al consultársele si se podía entrevistar a los detenidos, respondió que eso dependía de la Fiscalía. Por lo tanto no se lograron entrevistas con ninguno de los detenidos en la comisaría, que según explicó Talavera, eran cinco personas; mientras que los heridos estaban en centros médicos con resguardo policial.
 
La comitiva se trasladó hasta la Fiscalía, donde se encontraban tres jóvenes varones, una mujer joven (todos entre 18 y 23 años) y una niña de dos años aproximadamente.
Al ingresar al local se encontraron con dos personas sentadas y esposadas a las sillas, eran dos de los cinco detenidos. Un hombre de 57 años, Felipe Benítez, y Luis Olmedo. Ambos comentaron que recibieron maltratos y golpes físicos después de haber sido reducidos por la policía. En el caso de Olmedo, el más joven, los golpes y moretones eran evidentes en su rostro.
 
 Benítez comentó en voz baja y demostrando dolores en el cuerpo: “Yo me entregué luego a ellos… Cuando estuve esposado me patearon”
 
Ya en conversación con el fiscal de turno Eber Ovelar y consultándole si se podía conversar con los detenidos, el mismo comentó que no existía ningún impedimento para hablar con ellos, y que los detenidos se encontraban en libre comunicación.
 
La versión del fiscal no coincidió con la versión del comisario, y tampoco con la de los familiares de los detenidos que se encontraban frente a la Fiscalía, sin poder comunicarse con los mismos, específicamente consta en el caso de los parientes de los señores Benítez y Marcelo Trinidad.
 
Se tomaron fotografías e imágenes de las evidencias incautadas, entre las cuales no había ni un arma automática o profesional. Todos eran machetillos, garrotes, supuestas trampas, escopetas y otras de tipo casero. Había también gorritos de lana con figuras del Che Guevara.
 
Se intentó conversar con el joven Correa, que estaba detenido y por prestar declaración también en la fiscalía, pero nos pidió que hablemos con su abogado.
 
Los rostros de las personas detenidas mostraban una sensación de mucho miedo, inseguridad y en algunos casos, dolores físicos para moverse, hablaban muy despacio como para que los policías no escucharan lo que nos estaban diciendo.
 
Al salir, la comitiva entabló conversación con los jóvenes que estaban afuera, con algo de miedo y de a poco nos contaron que eran hijos de Felipe Benítez, pero que les prohibían hablarle y verle, que no les dejaban entrar junto a él. La mujer joven tenía una bolsita con ropas y otra con empanadas y una gaseosa, estaba preocupada porque su papá seguro estaría sin comer nada.
 
“No sé… cómo no van a dejar que, aunque sea, le diga dos o tres palabras. Nosotros nomás somos, él ya no tiene esposa… y nosotros nomás luego somos su familia”, se lamentaba con lágrimas la hija de Benítez.
 
Dos de las personas que formaban parte de la comitiva acompañaron a la joven hasta donde estaba su padre, ingresaron a pesar de la mirada amenazante de los cascos azules. El padre había entrado a declarar, entonces la joven acompañada de uno de sus hermanos, quedaron para hablar con él y entregarle las cosas que le trajeron.
 
Estando en la vereda, después de acompañar a estos jóvenes para que pudieran ingresar a ver a sus familiares, se fueron acercando más familiares de otros detenidos, como el caso de la hija de Marcelo Trinidad, quien llorando pidió ayuda para poder conversar con su padre, ella aseguró que éste era inocente y nada tenía que ver, que al ir al hospital a preguntar por los heridos, para saber si entre ellos se encontraba su hermana, fue detenido. También en compañía de miembros de la comisión de observación ingresó, con su bebé en brazos para hablar con su papá.
 
Al salir comentó lo siguiente: “Jugaron todo mal por él había sido, le pegaron, y a nosotros mismos nos maltrataron, nos dijeron: Ustedes no van a entrar aquí. Y después que a papá le pegaron todo mal, le rompieron toda la boca, y ahora los labios de mi papá está todo descompuesto, y dijo que él ya declaró todo”.
 
Comentó también que su tía era la que estaba como ocupante en las tierras, pero que hasta ese día no sabía nada de ella, estaba desaparecida y que don Trinidad fue detenido por buscarla y querer saber algo de ella “Sí, su hermana es la que estaba ahí, y por venir a preguntar por su hermana, ya se le agarró”, aseguraba Liz Paola (hija de Trinidad) quien en todo momento nos aclaró que su padre no estaba en la ocupación.
 
De la fiscalía, la comitiva se trasladó hasta el lugar donde se produjo el enfrentamiento, Colonia Yvyra Pytä. Aproximadamente 400 personas estaban fuera de la colonia al borde de la ruta; se pudo ver la presencia de algunos líderes sociales, comunicadores, un sacerdote y algunos caudillos del Partido Liberal y otros posiblemente del Partido Colorado, ya que se observaban camionetas nuevas con calcomanías de “Horacio Cartes Presidente”.
 
Los dirigentes vecinales y el sacerdote se mostraban más cautos en sus apreciaciones, planteaban analizar bien si se entraría o no. Mientras, los caudillos liberales, especialmente un político de la zona de Salto del Guairá, era el que más agitaba a la gente. Finalmente el grupo mayoritario se trasladó para ingresar y buscar cuerpos o personas heridas.
 
El grupo de pobladores se trasladó, la mayoría en camionetas y motos, y varios medios de prensa los acompañaron. También la comitiva ingresó a la zona. Por el lugar que entraron no había policías ni militares, no existía ningún tipo de control.
 
Rápidamente se encontraron dos cuerpos y rastros de sangre nueva, al lado una zapatilla con sangre. Uno de los cuerpos estaba boca arriba y sin rastros de balas, por lo que se deduce que habría sido baleado por la espalda. El otro cuerpo estaba también tendido boca arriba con un disparo en la boca, tenía un chaleco parapara'i y un cinturón de cartuchos. Ambos cuerpos, de Luis Paredes y De los Santos Agüero, fueron reconocidos por amigos o parientes.
 
Era llamativo el hecho que algunos de los caudillos liberales, se expresaban gritando y llamando la atención de la prensa, hablando por celular, y exigiendo que se haga presente la fiscalía. Se tenía información de que había más cuerpos.
 
Uno de los relatos que se pudo registrar pertenece a Gustavo Romero, dirigente del Partido Liberal, que exige la renuncia de Lugo y que Federico Franco en la presidencia podía cumplir con la promesa de reforma agraria:
 
“Fernando Lugo, si me estás viendo, yo soy Gustavo Romero, estuve como candidato a diputado número dos, en el Partido Liberal, y ves como estoy, me convertí en un Chokokue (campesino). Y vos, mi amigo, estás… y si tenés sangre en la cara y si tenés el dinero, comprale la tierra a los campesinos, que no tengan que seguir muriendo nuestros compañeros campesinos, nosotros queremos trabajar, necesitamos para nuestra tierra, para mantener a nuestras familias. Porque se van a España, se van a Salto del Guaira, se van a otros países nuestros hijos, porque no tenemos en qué hacerles trabajar, y la Reforma Agraria, ya¡¡¡¡ Y, mi amigo, si no te animás, tenés a tu vicepresidente, tenés seguro otra persona en la que confíes, si es que no te animás, porque acá tenés que tener pantalones largos, y animate, mi amigo. Porque si tenés el dinero para comprar un avión, para pasearte por Europa, y para estos campesinos no tenés las tierras. Este es un mensaje para vos, Fernando Lugo”.
 
Otro líder del partido liberal incluso tomó y exhibió una de las armas que aún estaban en el lugar, cerca de uno de los cadáveres encontrados ese sábado, el de Luis Paredes, alterando así la escena del crimen. Los políticos Luis Alberto Fleitas, del Partido Liberal y Julio Colmán, del Partido Colorado, eran los principales propulsores de ingresar a la propiedad en busca de los cuerpos y los principales oradores con extendidos discursos en el lugar donde se dio la masacre.
 
 
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