Federico Pagura: Prevenir la violencia y luchar contra la impunidad

28/09/1999
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Federico Pagura
Foto: picssr.com
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El obispo Federico Pagura, de la Iglesia Evangélica Metodista de Argentina, ha dedicado gran parte de su vida al movimiento ecuménico que pretende la unión de todas las iglesias cristianas.

 

Fue el primer presidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI, constituido en 1978, y aunque está retirado del ministerio activo desde 1989, actualmente es uno de los presidentes del Consejo Mundial de Iglesias, CMI, que es una "comunidad de 336 iglesias, procedentes de más de 100 países de todos los continentes y de la mayor parte de las tradiciones cristianas". La sensibilidad social y la defensa de los derechos humanos complementan su vocación religiosa.

 

Desde el tiempo de la dictadura militar argentina, Federico Pagura preside el Movimiento Ecuménico Pro-Derechos Humanos. Por esta labor, una bomba estuvo a punto de acabar con la vida de su esposa, su hija y su suegra, pero esto no lo desanimó y más bien le sirvió como estímulo para trabajar "más que nunca en defensa de la vida de nuestros compatriotas". A fines de agosto y comienzos de septiembre, Federico Pagura participó en las reuniones del Comité Central del CMI, llevadas a cabo en Ginebra.

 

Haciendo un alto en su apretada agenda, Pagura mantuvo el siguiente diálogo con ALAI.

 

- ¿Podría indicarnos, qué lecciones se puede sacar para América Latina del reciente conflicto de Kosovo?

 

La primera lección que estamos sacando, en la Comisión de Asuntos Internacionales del CMI, es que hoy se hace necesaria una tarea preventiva en los países en donde existen peligros de enfrentamiento, de guerra, como en el caso de Europa central especialmente y en otros lugares del mundo, incluso en el caso de América Latina. La lentitud con la que han trabajado los organismos internacionales, inclusive las Naciones Unidas, y en el caso de Kosovo, los países europeos, ha tenido el precio de una guerra no declarada pero sangrienta, destructiva y que en lugar de solucionar los problemas los ha agravado.

 

En nuestra Comisión de Asuntos Internacionales, se ha visto eso como una falta de agilidad y de dedicación para atender los problemas que van surgiendo entre grupos étnicos o nacionales que pueden desembocar en un conflicto armado. Y la segunda gran lección es que, al no atenderse debidamente las acciones preventivas, luego viene la impaciencia por solucionar esos problemas fuera de la ley, incluso de la ley internacional como ha pasado en el caso de Kosovo.

 

Como CMI se descarta toda acción unilateral o de un sector determinado, como en el caso de la OTAN, apartándose de la ley que nos rige a todos como familia humana, familia de naciones. - En Colombia, por el número de desplazados y muertos, el problema es igual de grave o aún mayor que el de Kosovo,

 

¿Cómo mira el caso colombiano?

 

Precisamente yo insistí en la Comisión interna del CMI en tomar las medidas correspondientes para evitar que se repita el caso Kosovo en territorio colombiano. Es un conflicto sumamente peligroso que ya ha causado y va a seguir causando víctimas muy numerosas, y en muchos casos, muy inocentes en esta lucha tan compleja que se manifiesta en territorio colombiano. Y a eso se suma la visión geopolítica de los Estados Unidos, con su ideología de la seguridad nacional, que le permite justificar cualquier tipo de agresión.

 

Estados Unidos buscará la asociación con gobiernos latinoamericanos que estarían dispuestos a su dirección, aunque, más de una vez, sean los latinoamericanos los que tienen que poner los muertos y las pérdidas, y la política norteamericana, de carácter imperialista, se impondría por sobre los intereses latinoamericanos, genuinamente americanistas. -

 

El gran pretexto de los Estados Unidos, es la lucha contra el narcotráfico, ¿se justifica una intervención en Colombia?

 

De ninguna manera, yo creo que en América Latina hay un gran problema de carácter socio-político-económico que lamentablemente, en muchas casos, desemboca en una participación en el tráfico de la droga para poder solucionar los problemas económicos.

 

Lo hemos visto en Bolivia y en Perú, y Ecuador no escapa a la situación. Es la gran tentación, la gran salida que tienen nuestros gobiernos para poder afrontar sus profundas crisis. Pero, por otra parte, no hemos visto que Estados Unidos, que es uno de los grandes consumidores de la droga, se manifieste, a nivel interno, con la persistencia, la rigidez y la dureza, con que pretende que se actúe en América Latina. Este tema hay que estudiarlo a fondo y en toda su amplitud, igual que el tráfico de armas y todo aquello que significa amenaza de muerte a nuestros pueblos en este tiempo.

 

 - Para el año 2000, el Consejo Mundial de Iglesias va a lanzar la "década contra la violencia”. ¿Cómo se concretará esta propuesta en América Latina?

 

Mi impresión es que tiene que ser una campaña de atención a las víctimas de la violencia, que ya las tenemos alrededor de todas nuestras ciudades. Un trabajo preventivo en las respectivas sociedades. En la Argentina estamos luchando mucho para un cambio de la mentalidad policial y militar, que, como secuela del largo período de dictadura militar que tuvimos, sigue operando en nuestro medio y se habla de una depuración profunda en las fuerzas del orden de nuestro país. Pero a la vez tiene que ser un trabajo de saneamiento de todo el tejido social de cada país, porque si no hay solución para los problemas del trabajo, salud y vivienda, y atención de las necesidad primarias de los seres humanos, desde los niños hasta los ancianos, que están siendo terriblemente postergados en muchas de nuestras sociedades, la violencia va a seguir incrementándose.

 

De tal manera que se necesita un trabajo de prevención, de formación, de educación y de estructuración de los medios que permitan atender las graves necesidades que nuestros pueblos están sufriendo y que se han intensificado en estos últimos años.

 

En ese sentido, la labor de las iglesias será muy importante, así como la coordinación de esfuerzos con otras organizaciones no gubernamentales y también gubernamentales, como es el caso de mi ciudad, Rosario, en donde ha triunfado un intendente o alcalde socialista con un gran sentido de solidaridad y con una política de atención a la salud.

 

 - ¿Cómo ayudará el juzgamiento de Pinochet en Europa a la lucha contra la impunidad de América Latina?

 

Yo creo que es una prueba piloto, si los europeos toman en serio este hecho, y si los chilenos, genuinamente democráticos, piensan no solamente en su futuro sino en el futuro de América Latina y de la humanidad.

 

El caso de Pinochet es muy importante, y debe servir como comienzo de la conformación de una corte, de un tribunal, para el juzgamiento de aquellos que atentan y que violan los principios fundamentales de la vida, el respeto a la vida y los derechos humanos, de tal manera que terminemos con esta clase de impunidad que nos ha hecho y nos sigue haciendo tanto daño a la vida de nuestros pueblos y a la credibilidad de una posibilidad democrática en nuestros países. Y que no empecemos ahora a clamar por "benignidad frente al anciano general" cuando el anciano general es un anciano criminal, que como todo criminal merece la cárcel, como la están sufriendo muchos criminales pobres en el mundo.

 

 

Ni por sus galones militares o porque un sector del pueblo lo apoya, debe tener el carácter de preso privilegiado, sino ser juzgado como es juzgado otro delincuente en cualquier lugar de la Tierra en donde existe un mínimo de justicia. - Por lo menos los represores argentinos van a tener temor de salir a pasearse libremente por el mundo Seguramente, y los estamos haciendo sentir así. El movimiento de los hijos de los desaparecidos y muertos del tiempo de la dictadura militar, que ellos han llamado el movimiento "Scratch", denuncian públicamente aun a aquellos que, por el indulto del presidente Menem, quedaron libres y se están moviendo con total libertad en nuestro medio. Los jóvenes van al lugar en donde ellos habitan y escriben en las paredes, en las calles o en las veredas de sus propiedades: "Aquí vive un criminal".

 

Esto está significando lo mismo que hacían los alemanes conscientes cuando veían entrar alguno de sus militares criminales en un restaurante o en un café, y empezaban a retirarse o a gritar consignas en su contra. Yo espero que esto se vaya acrecentando, de tal manera que, si la justicia nos falla, que si los gobiernos son débiles en ese sentido, por lo menos el pueblo no olvide y siga denunciando a aquellos que han atentado, siguen y seguirían -porque no han tenido ni un momento de arrepentimiento y de confesión de sus crímenes- actuando, si mañana tuvieran la posibilidad de repetir sus llamadas "hazañas". -

 

En el proceso de globalización, ¿quiénes son los grandes beneficiarios y quienes los grandes perjudicados en América Latina?

 

De hecho, los perjudicados y de manera creciente son las mayoría pobres, son los sectores indígenas o negros, en el caso del Brasil y de las islas caribeñas. Es ese ejército creciente de desocupados y desempleados que está produciendo este modelo económico que combina una democracia liberal con una economía de mercado. Y los grandes beneficiarios son las pequeñas minorías más ricas de nuestros países, y por cierto del mundo, porque esto ya no tiene una sola bandera sino tiene muchas banderas juntas. Por consiguiente, creemos que estamos llegando al fin de esto que en la última última década se presentó como la gran esperanza y la gran expectativa, de que el sistema neoliberal y la economía llamada de mercado iban a traer una automática solución a todos los problemas de nuestra América. Lo que esto ha significado es un agravamiento de los problemas de las inmensas masas que en nuestro continente siguen siendo las grandes víctimas de este tipo de ensayos en beneficio de las minorías y élites privilegiadas de siempre. -

 

¿Cuál debe ser la respuesta de la sociedad civil, de las iglesias, frente a este proceso globalizador excluyente y concentrador?

 

Ya no nos contentamos ni aceptamos pasivamente este sistema como el "fin de la historia", para usar la expresión de Fukuyama. Nosotros creemos que esta es una filosofía, este es un sistema interesado en beneficiar a los ya poderosos de la Tierra y de sus sucesores, en perjuicio de la inmensa masa de la población mundial que queda marginada de este sistema. Por consiguiente me parece que ha llegado el tiempo de decirle "no" a este sistema, empezar por reconocer que esto es imposible, que esto nos está llevando a una hecatombe mundial, global.

 

Así como el sistema se ha globalizado, se va a globalizar también la destrucción que el sistema está trayendo. Yo creo que es el momento en que el símbolo del Grito Latinoamericano de los Excluidos va a hacerse sentir y va a tener una fuerza que seguiremos multiplicando. Yo estaba justamente participando en Córdoba, en la Argentina, de un gran encuentro que todos los años se celebra en agosto, en homenaje de Angeleli, un obispo muy querido, que murió por defender al pueblo pobre de la provincia de la Rioja.

 

Y en este encuentro, lo que predominó fue el sentido de decir "basta" a este modelo. Cómo cristianos no estamos dispuestos a seguir manteniendo o justificando este modelo, sabemos que hay que presentar alternativas, pero hay que empezar por eliminar de nuestra mente la idea de que estamos condenados fatalmente a resignarnos a este sistema socio-político-económico-cultural que se nos ha impuesto. En el caso de la Argentina, frente a la posibilidad de un nuevo gobierno, porque tendremos elecciones a fin de año, tenemos que buscar la manera de coordinar el esfuerzo de todos los organismos no gubernamentales, organizaciones de base, y apelar a los políticos más lúcidos y más honestos, para rechazar terminantemente este modelo y empezar a aplicar los cambios que alivien la situación de tanta gente que el sistema está matando.

 

Desde Ginebra

 

Publicado en América Latina en Movimiento, ALAI, # 300, 29-08-1999, Quito

 

 

https://www.alainet.org/es/active/504
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