No somos marionetas
- Opinión
Podríamos ganar el premio a lo inverosímil, dadas nuestras altas calidades para desinformar a cualquiera, y si no que lo digan las empresas encuestadoras. Los guatemaltecos (as) somos impredecibles. Estas elecciones lo comprueban.
Podríamos ganar el premio a lo inverosímil, dadas nuestras altas calidades para desinformar a cualquiera, y si no que lo digan las empresas encuestadoras. Los guatemaltecos (as) somos impredecibles. Estas elecciones lo comprueban. Se equivocaron quienes todavía la noche del 11 creyeron que iban a ganar en primera vuelta; también los que se postularon para las alcaldías locales, como en Baja Verapaz, que de ocho que querían reelegirse, postulados por
La ciudadanía, que ha aprendido de nuestra historia a no decir necesariamente lo que piensa, dijo que sí a los que querían escuchar esa respuesta y no a los otros; las encuestas, por lo tanto, no reportaron su verdadero pensamiento y sentimiento. Esta forma de reaccionar es el aprendizaje de lo que hemos vivido durante siglos, el silencio, la cautela, la reserva, son los mejores recursos para evadir los peligros. Durante las dictaduras y el conflicto armado, los que osaron ejercer su derecho a disentir fueron asesinados, secuestrados, exiliados o cooptados por los gobiernos de turno. Mucha gente desconfía y prefiere refugiarse en su intimidad. Así fue que votamos. Probablemente los transportados(as) por unos votaron por los otros; de lo contrario no se entiende por qué los números no cuadran.
Los resultados también nos muestran cómo los intereses de la población están enfocados fundamentalmente en dos puntos: la seguridad y la situación económica; o sea, por un lado, la necesidad de la garantía de la vida, de que no moriremos por la violencia, y por el otro, la ansiedad de tener de qué vivir y qué comer. Por eso algunos ansían esa mano dura y otros quieren la bolsa solidaria, antes ofrecida por la frustrada candidata de
Las conversaciones, alianzas, negociaciones y “componendas” impulsadas por los dos finalistas comenzaron casi de inmediato con los partidos perdedores. Uno de ellos pretende aglutinar un confeti de progresistas, tenebrosos, conservadores o mafiosos, bajo un liderazgo cuya magia demagógica le permite decirle a cada quien lo que quiere oír. El otro persigue hacer converger a las derechas más confesas, sean neoliberales o libertarias, en un proyecto que fundamentalmente es continuar haciendo lo mismo de siempre. ¿A dónde nos conducirán esas alianzas oportunistas?
La meta de los candidatos finalistas es conquistar el voto obtenido por los partidos que perdieron. Pero los afiliados(as) o simpatizantes de los partidos que contendieron y que no llegaron a la segunda vuelta no necesariamente obedecen a sus dirigencias, ya que los liderazgos partidarios no han promovido una militancia, ni principios programáticos que podrían generar un fuerte vínculo con sus afiliados. Es difícil, por consiguiente, pensar que atenderán el llamado o la orden que les den para votar por el Partido Patriota o el Líder.
Recuerden señores negociadores que quienes acudiremos a las urnas en noviembre no somos marionetas que votaremos por aquellos que nos digan los candidatos que perdieron en la primera vuelta y que ahora pretenden mercadearnos.
Guatemala, 19 de septiembre de 2011
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de
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