No permitas que la soberbia envilezca tus triunfos

13/09/2011
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Los resultados de estas elecciones generales permitieron que me acordara de un incidente de mi infancia, cuando un muchacho llamado Nery estuvo retándome a los golpes durante varias semanas. Todos los días, al salir de la escuela, este muchacho, que me sacaba como 20 centímetros de estatura y era tres años mayor que yo, me esperaba en algún callejón para que nos liáramos a golpes.
 
Lo evité hasta que un mediodía me tendió una emboscada y pasó lo que tenía que pasar. Unas veinte personas hicieron rueda y nos dejaron en el centro. Yo llevaba mis cuadernos en la mano derecha y no los puse en el suelo porque los respetaba tanto que no podía permitir que se ensuciaran. Nery me injurió y a una ráfaga de palabras insolentes añadió una serie de escupitajos en mi cara.
 
Entonces reaccioné y le estrellé un puñetazo izquierdo en la nariz. Retrocedió como cinco metros y cuando se llevó las manos al rostro y luego se las vio llenas de sangre pegó un grito aterrador, como si hubiese visto al mismísimo demonio, y llorando me dijo que yo era un agresivo, un abusivo. Di unos pasos hacia donde estaba y él intentó huirse, pero la turba le gritó que era un marica y yo, enojado como estaba, les grité: ¡Shó, aquí nadie es marica! Y le di a Nery mi pañuelo para que se limpiara la sangre, le puse mi mano izquierda en el hombro y le dije: No era necesario que esto pasara. Di la vuelta y me fui para la casa por el camino empolvado de la ruta del cerro.
 
Mi abuelo siempre me decía que hay que ser noble incluso con los adversarios. “Cuando gane una pelea, nunca humille al contrincante”. “La humildad engrandece a un ganador, pero la arrogancia y la crueldad lo hacen miserable”. Estas palabras me decía mi abuelo, aquel humilde campesino analfabeta que vivía en la pobreza.
 
Y esto ha venido a mi mente pasadas las elecciones, porque Sandra Torres Casanova, a pesar de que doña Adela Camacho de Torrebiarte la dejó fuera de la contienda, logró el triunfo de 126 alcaldes y 48 diputados de su partido, mientras la otra señora no logró ni siquiera el 0.5 por ciento de votos, con lo cual hace desaparecer a su agrupación política.
 
A la doña Adela le faltó humildad. Y su arrogancia terminó por llevar a la miseria a un partido político que sólo duró unos meses.
 
A Sandra Torres Casanova le quiero compartir estas otras frases del anciano analfabeta que fue mi primer maestro y que sigue siendo una guía insuperable para caminar por la vida: “Jamás en la vida permitas que la soberbia y la mezquindad envilezcan tus triunfos”. “Ningún triunfo suyo debe alegrarle si hace triste y desdichado al derrotado”. “Su mente, su corazón y sus manos póngalos siempre al servicio de los que sufren, de los abandonados y de los desamparados”.
 
- Godo de Medeiros es Escritor. Guatemala, Centroamérica
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