Palos y gases a modo de lección

Burbuja chilena

04/08/2011
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Un candidato a presidente en la Argentina hace campaña diciendo que quiere un país “seguro y ordenado como Chile”. El jueves Piñeira puso orden: 974 detenidos fue el saldo de la descomunal represión contra las masivas manifestaciones estudiantiles para reclamar inclusión educativa.

 
Me pregunto cuál será el país que el candidato -que se autodenomina como progresista- ha visitado. O la del otro postulante que afirma que en materia educativa “Chile nos ha pasado por arriba”.

 
Desde los tanques de pensamiento de la derecha, desde los grupos económicos poderosos y desde los monopolios mediáticos de América latina se promociona a Chile como el país del “milagro”, el del ejemplo a seguir, el del modelo admirado y promocionado por los organismos internacionales. Pero lo que adoran de ese país es la ausencia de un Estado fuerte, aman a ese Estado bobo, mínimo, breve, que actúa como siervo de los intereses especulativos y del capital concentrado.
 

Esta crónica está destinada a los que no creen en cuento de hadas ni en milagros. Los estudiantes en Chile hoy son la vanguardia de la lucha contra el sistema neoliberal, que con tanta presteza instaló la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), a base de Terrorismo de Estado y que, con una batería de decretos-leyes amañadas, continúa haciendo hoy su más preciada tarea: que Chile sea el campeón del mundo en la inmovilidad social. Sos pobre, te morís pobre.
 

Y en cuestiones educativas, en Chile la fórmula es simple: para estudiar, hay que pagar.
 

“La condición para que la educación se tornara un dispositivo reproductor de desigualdad fue destruir la unidad de los sistemas escolares, privatizar todas sus instituciones, desjerarquizar a los docentes y retirar del Estado toda la responsabilidad que fuera posible. Es lo que se hizo en Chile, donde cursar educación primaria y secundaria requiere de pago mensual, restando un mínimo de educación gratuita de pésima calidad para los más pobres, y el costo de la educación superior es inaccesible para la clase media”, explica la pedagoga Adriana Puiggrós (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-173841-2011-08-05.html).
 

Escribe Puiggrós: “No se trata de cualquier experiencia educativa, sino de la que fue alabada, mimada, y mostrada como ejemplo hasta hace escasos días por los sectores políticos que abjuran del viejo liberalismo estatista”.
 

Los estudiantes, acompañados por sus profesores, y apoyados por movimientos sociales, exigen que la educación sea un derecho humano básico. El 78% de los estudiantes universitarios están endeudados a 20 y 30 años para poder pagar sus estudios. Muchas familias quedan presas de estos créditos que se vuelven imposibles de sostener. El concepto de lo público en Chile no está relacionado con lo estatal, sino que refiere a la existencia de inversión mixta, es decir privada y del Estado. La farsa que se promociona es que el país invierte el 6% del PBI en educación, lo que se esconde en la letra chica es que más de la mitad es privada y el porcentaje de la pública en realidad lo paga el propio estudiante o sus familias mediante créditos de décadas. El costo mínimo de una carrera en la universidad más económica puede llegar a los 300 dólares mensuales.
 

Para resumir en una oración el reclamo de los estudiantes: una educación pública gratuita y de calidad garantizada por el Estado y la Constitución. No parece a esta altura del siglo, de la evolución de los derechos básicos fundamentales, ninguna herejía. Sin embargo, la respuesta del gobierno del presidente Sebastián Piñera fue una masiva represión contra cualquier ser vivo que se moviera por la zonas de la Plaza Italia, donde se habían convocado los manifestantes. Así: cualquier desprevenido que pasaba por ahí recibió un obsequio de brutalidad carabinera.
 

El periodista y escritor chileno Ernesto Carmona asegura que “Chile vivió un jueves de protesta popular de carácter nacional, que trajo a las mentes de los más adultos las 22 jornadas de manifestaciones que condujeron al término de la dictadura de 17 años de Pinochet (1973-1990) y abrió un capítulo inédito en la historia política local de casi 60 años. Excluyendo las protestas populares contra la dictadura, el país no presenciaba una rebelión generalizada contra el gobierno quizás desde el 2 de abril de 1956, contra la gestión de Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958)” (http://alainet.org/active/48550).
 

“Se ha atentado contra la dignidad de estudiantes, profesores y padres y apoderados y la ciudadanía en general. La violencia en las calles la puso ayer el gobierno contra personas pacíficas”, dijo el diputado chileno Guillermo Teiller. Y los casi mil detenidos son una muestra clara de la magnitud. Las imágenes televisivas han sido elocuentes.
 

Y en esta lógica de muchos gobiernos débiles, de querer hacerse fuerte con mano dura, el gobierno de Piñeira usó la lógica de la autoridad y el uso de la fuerza: uniformados armados hasta los dientes, carros de asalto, gases lacrimógenos altamente tóxicos, salpicaduras de agua contaminada, palo y palo, desde las 6 de la mañana hasta pasada la medianoche. El Presidente dijo que la manifestación no estaba autorizada y que impediría que entrara en la Alameda, la emblemática gran avenida de Santiago, aquella que Salvador Allende mencionó con sentimiento libertario: “Se abrirán las grandes Alamedas por donde pase el hombre libre”. Nadie pudo circular en todo el día por la principal arteria de la capital chilena.
 

Lo que no puede soportar la clase política chilena, y esto incluye no solo a la derecha, sino también a la timorata Concertación en 20 años de gobierno, incapaz de deshacerse de los legados estructurales del pinochetismo, es que se les espete en su propia cara la cobardía de no haber hecho lo correcto y haber cedido a las presiones. Sólo hicieron arreglos superficiales. Pura cosmética. Por eso, estas manifestaciones estudiantiles son una bisagra en la historia del país que comenzaron en 2006 con la llamada “Revolución de los Pingüinos” cuestionando la raíz del problema, es decir, la Ley Orgánica de la Enseñanza (LOCE), que el genocida Augusto Pinochet dejó amañada en la Constitución Política del Estado, como lo hizo con otros 16 decretos llamadas “Leyes Orgánicas Constitucionales”, anexadas a la Carta Magna, y con un paquete considerable de “leyes secretas”, que están aún vigentes; por mencionar algunas: la privatización del sistema de jubilaciones y pensiones, el sistema binominal para impedir la pluralidad política, la impunidad por los crímenes de la dictadura. Una sociedad funcionando en un régimen democrático, pero condicionada y regulada por normas autoritarias.
 

La lucha es profundamente democrática. Apunta a los cimientos del sistema político chileno que no ha sido capaz de desmontar el legado pinochetista.
 

Detalla Carmona: “La transformación de la educación también requiere financiamiento del Estado. Y esto significa aumentar severamente el 17% de impuesto que pagan las empresas mediante una reforma impositiva o re-nacionalizar el cobre –como proponen los estudiantes-, un tema tabú para el gobierno, que más bien se propone privatizar el escaso 28% de la producción que controla el Estado a través de Codelco”.
 

Y sigue: “Los estudiantes y el movimiento social que los apoya, reclaman un cambio drástico del modelo económico, es decir, del capitalismo salvaje que reina en Chile desde Pinochet y perfeccionado por la Concertación en dos décadas de gobierno”.
 

La presencia cotidiana del pinochetismo es tan letal, que el presidente Piñeira recurrió a un decreto de la dictadura para avalar la represión del jueves.
 

Posdata: Sólo como contexto: El país que añora el candidato argentino es según la Cepal el segundo más desigual del continente. Más de un millón de trabajadores vive en la precariedad laboral, sin derechos ni seguridad social. Y de un promedio de 6 millones de trabajadores reconocidos por ley, negocia colectivamente sólo el 8,3 por ciento. La subcontratación para trabajos del mismo tipo por parte de la empresa principal esta permitida por ley, y aunque hagan la misma tarea reciben hasta 40% menos de sueldo.
 
https://www.alainet.org/es/active/48562?language=pt
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