Violencia
Las armas del imperio
20/06/2011
- Opinión
La guerra contra el narcotráfico en México provoca cada vez más muertos. Estados Unidos la alimenta desde dos aristas: comprando las drogas y vendiendo armas ilegales al crimen organizado.
La primer decisión que tomó el presidente mexicano, Felipe Calderón, cuando llegó al poder en diciembre del 2006 fue enviar fuerzas militares a Michoacán para combatir el narcotráfico. Pero no contaba con que los criminales iban a reforzar su armamento y dar batalla como lo hicieron. Cinco años después, con un saldo de 34.616 muertos por el crimen organizado, la guerra contra el narcotráfico es inmanejable.
Con políticas sociales muy débiles en educación y fortalecimiento del entramado social, cada vez son más los jóvenes que ven en las filas de crimen organizado su máxima expectativa de vida y la organización sigue creciendo. La exclusión social y la falta de oportunidades son disparadores claves para que los mexicanos consideren esta forma de vida la única manera de prosperar.
La pregunta es cómo logran los narcotraficantes armarse para poder luchar contra los militares. Según datos oficiales, de las 104.000 armas incautadas por el gobierno mexicano el 85 por ciento habían sido adquiridas en Estados Unidos. Esto es posible porque la Constitución estadounidense garantiza el derecho de cualquier individuo a la tenencia, uso y transporte de armas, con fines defensivos, deportivos y cinegéticos.
El presidente Calderón, en una visita a Estados Unidos a comienzos de la semana, afirmó: “Yo acuso a la industria armamentista norteamericana de las miles de muertes que están ocurriendo hoy en México”. Además argumentó que el negocio de armas continuaba por el lucro y por las ganancias que le produce a esa industria.
Recordando que Estados Unidos es el primer consumidor de narcóticos ilícitos a nivel mundial, Calderón exigió la colaboración de sus vecinos para luchar contra este problema. Su propuesta no fue una modificación en la constitución pero sí el respeto de “The Assault Weapons Ban”, ley que prohibía la venta de armas de asalto. Este punto es importante ya que, de la suma de armas arrebatadas a los carteles desde 2006, más de la mitad eran rifles de asalto, como los AR-15 y los AK-47.
El primer mandatario mexicano explicó la participación de su vecino del norte argumentando: ”El hecho de que vivamos al lado del mayor consumidor de droga en el mundo y que todo mundo quiera venderle droga a través de nuestra puerta o nuestra ventana y que, además, el amigo mismo le venda armas a todos los criminales, ése es el meollo y el problema de lo que estamos viviendo”.
El escritor mexicano Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado recientemente por el crimen organizado, remarcó la responsabilidad que también le cabe a Calderón por las muertes en el país. Así, planteó que el Ejército nunca debió salir de los cuarteles y menos hacer tareas policíacas. Consideró que al salir hizo que los delincuentes se armaran igual que ellos y se generara la guerra actual.
Sin embargo, lejos de replantear su estrategia, Calderón continua la defensa de la participación de las fuerzas armadas en la lucha contra la delincuencia: “Nosotros tenemos armas más poderosas. Tenemos organizaciones muy sofisticadas, muy fuertes, muy disciplinadas. El Ejército Mexicano, la Marina Armada de México y la Policía Federal".
En contra de esta idea de combatir la violencia con más violencia se realiza una campaña cuyo lema es "¡Alto al contrabando de armas, 3 exigencias a Barak Obama", que pretende exigir al presidente de Estados Unidos que prohíba y detenga la importación de armas de asalto. Se lleva adelante para esto una recolección de firmas. La propuesta fue impulsada por las organizaciones sociales Alianza Cívica, Centro Nacional de Comunicación Social y Evolución Mexicana.
También le piden a Obama ordenar a los vendedores que reporten a la Oficina de Control de Bebidas Alcohólicas, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por su sigla en inglés) la venta de varias armas de asalto a una misma persona. Y por último, le exigen aumentar la capacidad regulatoria de la ATF en las regiones donde se abastece el contrabando de armas a México, en especial en los estados fronterizos.
"Ni creemos que esto sea la solución, pero sí que ataca uno de los problemas fundamentales del abastecimiento de armas a los grupos criminales; si se nos extorsiona, secuestra o asesina es porque existe una gran oferta de armamento, el cual viene en el 84 u 86 por ciento de Estados Unidos", aseguró Sergio Aguayo, socio fundador de Alianza Cívica. Además argumentó que es indispensable la acción de la sociedad para que la guerra termine.
Mientras Felipe Calderón apuesta a combatir el narcotráfico con las fuerzas armadas, las organizaciones criminales crecen, con la participación en aumento de los jóvenes. Están cada vez más preparados y contrabandean armas desde Estados Unidos. Esta situación, que parece no tener fin, causa la alarmante progresión en el número de muertos: 62 en 2006; 2.826 en 2007; 6.837 en 2008; 9.616 en 2009 y 15.273 en 2010.
Javier Sicilia postula una solución distinta a la de “apagar fuego con fuego”. Asegura que hay ver qué pasa con el tejido social, qué no está haciendo bien el Estado ni la sociedad. Además plantea la necesidad de invertir en educación y no en violencia, y que “haya una política para darle apoyo a los jóvenes que se están quedando sin oportunidad, vacíos en un país que no les depara futuro”.
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