Increíble: una india le insultó a un indio diciéndole indio

18/06/2011
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Hasta los años 50 del siglo 20, era común y corriente, en Ecuador, que las grandes haciendas (fundos) de los herederos criollos de los conquistadores españoles, vendan sus propiedades “con indios y todo”
 
¿Qué quería decir esto? Pues que, a pesar de que el liberalismo, como doctrina, se había impuesto en nuestro país y el laicismo había sido estatuido como forma educacional del estado; sin embargo, como que el indígena y su familia no tenían aún consigo todos sus derechos. Y como era un dependiente de la gran hacienda rural, a través de sus pobres y miserables huasipungos (un pedazo de tierra en la gran propiedad) pues, cuando el rico heredero quería vender sus propiedades, tenía que hacerlo “con indios y todo”
 
Bien vale la pena que se recuerde que Jorge Icaza, un joven escritor progresista de los años 30, se hizo famoso en el mundo entero con su novela que, precisamente la tituló Huasipungo; una obra en la que denunciaba la triste historia y dependencia del indio ecuatoriano a esa coyunda atávica, de tinte semi esclavista. Huasipungo ha sido, hasta ahora, la novela ecuatoriana más traducida a muchos otros idiomas del mundo.
 
Es que el indio (que es entre el 10 y 15 por ciento de la población ecuatoriana) fue esclavizado por los conquistadores españoles hasta el punto que, durante los siglos coloniales, los conquistadores y sus sacerdotes, se pasaron discutiendo si el indio era también un ser humano. Salvados algunos curas progresistas (como fray Bartolomé de las Casas) era dudoso, para los nuevos dueños de estas tierras (por posesión o por robo directo) si los indios tenían o no alma; eran o no salvables para Cristo y su cruz. Sobre las indias, por posesión directa y violenta, los conquistadores no tenían la menor duda que eran unas reales hembras. De ahí que el pueblo ecuatoriano (14 millones de seres humanos) sea, en gran medida, mestizo.
 
Para los años 80-90 del siglo 20, hay un renacer del indio, la india, no solo como seres humanos, esclavizados y vilipendiados, sino como actores sociales. Actualizados en torno a la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) y otras organizaciones sociales (la Ecuarunari, la FEI, etc.) ganan espacios y hasta el poder con el coronel Lucio Gutiérrez Borbúa, una alianza que terminará (2004) en un gran divorcio, con atentados inclusive contra sus principales dirigentes (casi matan a Nicolás Iza, por si se hayan olvidado).
 
Es el establecimiento del sector indígena como actor de la política interna, a través de Pachakutic, su brazo político; y de nuevas figuras. Antonio Vargas que, a más de Presidente de la CONAIE, llegará a Ministro de Bienestar Social del propio coronel Gutiérrez; de Marlon Santi, heredero de Antonio Vargas, inclusive en el oportunismo político; Delfín Tenesaca, el actual Presidente de la Conaie, Humberto Cholango; y, entre otros tantos, Lourdes Tibán, una dirigente campesina de la provincia de Cotopaxi, de lenguaje “duro” y casi “folklórico”.
 
¿Por qué debo mencionar a todos estos actores y actoras indígenas? Pues, porque la cúpula indígena ha ido adoptando actitudes poco comprensibles si no admitimos que en ellos pesa una marcada división de clases; y el oportunismo. Un caso patético fue el de Auki Tituaña, un dirigente indígena educado en Cuba (economista de profesión) que fue Alcalde de un cantón llamado Cotacachi (Provincia de Imbabura) pero que dio un vuelco hacia la derecha recalcitrante, ante el solo ofrecimiento de que podía ser binomio de un “seguro candidato” presidencial (Jaime Nebot, el eterno Alcalde de Guayaquil) de la ultra derecha ecuatoriana. Después, toda la dirigencia indígena fue “sorprendida” en conversaciones con la Junta Cívica de Guayaquil, que es, según muchos, la representación más acabada de la peluconería criolla.
 
A lo que voy: doña Lourdes Tibán, muy conocida en el país por sus frases célebres (al mismo coronel Lucio le dijo animal, con todas las letras) es una de las 124 asambleístas del actual parlamento, que tiene el nombre de Asamblea Nacional. Desde hace un par de años, le ha declarado la guerra al Presidente Rafael Correa y su gobierno; y actúa abierta y francamente con la derecha oposicionista. Para ella, son sus enemigos naturales, todos los que estén con Correa o con su revolución ciudadana.
 
Entre los parlamentarios, está el también dirigente indígena Pedro de la Cruz, un asambleísta que se ha mantenido firme en el grupo de Alianza País, que es el grupo del movimiento de gobierno, en el seno de la Asamblea Nacional. Hasta aquí, nada extraño ni raro.
 
Hace pocos días, la intemperante Lourdes coincidió con su congénere Pedro, en un acto de juzgamiento del grupo de policías que el 30 de septiembre (2010) impidió el ingreso a la sede parlamentaria, de los asambleístas “gobiernistas” mientras los de la oposición tenían las puertas abiertas para entrar y mandar. Este episodio (que fue una demostración de que el 30-S fue un intento de golpe de estado) les tiene a algunos de los miembros de la guardia legislativa, enjuiciados o en prisión; entre ellos, un hermano de la señora Tibán; que, según un video, aparece entre los policías más belicosos contra los legisladores de Alianza País. Pedro de la Cruz fue uno de los más agredidos. Esta fue la coyuntura que a los dos legisladores indígenas les puso cara a cara.
 
El encontrón estaba hecho; pero nadie imaginó que la señora Tibán le insultara a Pedro, a viva voz, con un sonoro INDIO VENDIDO, INDIO VENDIDO A CORREA. Don Pedro apenas si pudo responderle que la única que estaba vendida, pero a la oligarquía, era la señora Tibán; a lo que la aludida le dijo a gritos que ella se sentía orgullosa de estar con la oligarquía; pero que no era india vendida a Correa.
 
Hasta hace poco (y en provincias, hasta hoy día) ha sido muy común que los términos indio y longo (indio pequeño) sean muy utilizados, como insultos, como calificativos peyorativos. Mestizos que se creen blancos o mestizos puros (mezcla de conquistadores con indias o con negras o al revés) insultaran a otros, calificándoles de indio o de longo. En Bolivia, los cruceños (de Santa Cruz, que se creen blancos) utilizan el término “collas” para identificar despectivamente a los aymaras. Pero en Ecuador, no se ha sabido que una india legítima y orgullosa insulte a un indio también orgulloso de sus ancestros, diciéndole “indio vendido”.
 
Este episodio me recuerda un viejo chiste. Dicen que tres indiecitos que caminaban por una playa se encontraron de pronto la lámpara de Aladino. La frotaron y salió el genio; pero el genio, en este caso, les advirtió que, como él solo podía complacer tres deseos, cada uno tenía derecho, pero a una sola petición.
 
El primer indígena razonó de la siguiente manera: bueno, yo estoy orgulloso de mi raza y de mi lengua; pero, en la vida práctica tengo muchas dificultades, especialmente para superarme yo y mi familia, por ser indio. Por lo tanto, genio, quiero que me hagas blanco. Su orden y el indio se volvió blanco.
 
El segundo indígena razonó de manera similar y recordó que uno de los próceres de nuestra independencia, siendo indio (de apellido Chusig) tuvo que adoptar un nombre y un apellido de blancos para poder ser alguien en la vida (fue médico y periodista) y pasó a llamarse Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Y dijo, el indio, no por eso los ecuatorianos hemos dejado de admirarles y recordarles. Yo también quiero que me hagas blanco. Y blanco fue hecho.
 
El tercer y último indio, cuando le tocó pedir su último deseo, les quedó viendo a los dos indígenas blancos y les dijo: “traidores” Quiero, genio, que a estos dos desgraciados, indios vendidos, les vuelvas a ser indios puros, como siempre han sido. Y el genio les volvió indios.
 
El chiste, evidentemente racista, deja mal parados a dos indios pero reivindica al tercero, que está orgulloso de su raza. Pero no habíamos escuchado que una líder indígena, que está de parlamentaria, le “insulte” a otro líder igualmente indígena, de “indo vendido”; y de que además se sienta orgullosa de estar con la oligarquía. Y si alguien ha leído Huasipungo de Jorge Icaza, pues ahí tiene un retrato de lo que significó para el indio ecuatoriano, la aristocracia criolla, que hoy tiene el nombre genérico de “peluconería”.
 
Esto también me recuerda lo que dijo hace años don Miguel Lluco (un dirigente campesino que fue asistente del Obispo Leonidas Proaño, apodado el obispo de los indios) cuando le preguntaron qué opinaba de Antonio Vargas: olvidan ustedes que, así como entre nosotros hay indios buenos, hay también indios malos. Y esto me da pie para que recuerde a todos (gamonales y exgamonales; intelectuales y criollos, mestizos o indios) que dialécticamente olvidamos que en el sector indígena también pesa eso que los antiguos marxistas llamaban lucha de clases.
 
Y las diferencias sobran. No se puede decir que el indio otavaleño, por ejemplo, esté en la misma situación que el indio cañari. Tampoco se puede comparar a un Saraguro con un indio del Cotopaxi. Los indígenas otavaleños tienen un mejor nivel de vida, entre otras razones, porque han desarrollado una industria textil manual y se han dedicado al comercio, en el mundo entero. El indio saraguro, en cambio, hasta en la vestimenta, se diferencia de sus congéneres, porque guardan luto desde el asesinato de Atahualpa. En cambio, un indígena de Cotopaxi (la tierra de la señora Tibán) apenas si ha logrado independizarse del huasipungo serrano y, desde hace años, como lo dijo el excura Eduardo Delgado, andan con carpeta bajo el brazo, en las ciudades, buscando empleo; ya que todo es mejor a pretender seguir arando sus áridas tierras.
 
Conclusión: doña Lourdes, o ha dado el paso para ser y parecer mucho o poco a los antiguos amos; o ella considera –como los indígenas del chiste- que es recomendable plegar al blanco-mestizo; y desde allí tratar de hacer algo. ¿Será?
 
 Quito, junio 18/2011
 
- Alberto Maldonado S. es Periodista – Ecuador
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