Cleptómanos, rateros…

07/06/2011
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Para la minoría pensante denominada por el doctor Eduardo Dallal Castillo “clase media ilustrada”, que lee, indaga y escribe independientemente de los años de escuela que tenga acreditados, el hecho de que sea el robo, el delito que más se han incrementado en México, aun cuando el peso noticioso se incline por el homicidio y los horrores de la lucha entre traficantes –de todo: armas, droga, personas, mercancía, etc.–, es indudablemente un tema de reflexión, entre individuos y familias que, independientemente de las ocupaciones u oficios que desempeñan y del lugar que ocupan en la economía, están honestamente interesados en ser actores de un verdadero golpe de timón para abordar los problemas desde su causas, a fin de que los pobres, los carentes de educación, servicios de salud o de vivienda, puedan asumir la responsabilidad individual y colectiva de su solución, aprendiendo a pescar en vez de seguir estirando la mano para pedir pescados.
 
¿Será simple cleptomanía (impulso de apropiarse de lo ajeno derivado de un desorden mental, que impone la necesidad –inconsciente– de recuperar algunas pérdidas generalmente sufridas durante la infancia), el hecho de que alguien se lleve los zapatos, la toalla o el champú usados en el elegante club al que asiste la familia? ¿A dónde van a parar los suéteres, balones y juguetes que “se pierden” en las escuelas aun cuando sean privadas? ¿Por qué la mayoría de los empleados, se llevan a casa los lápices, hojas, bolígrafos, cuadernos, material de oficina y hasta insumos de limpieza? ¿Tiene idea el vulgo del porcentaje de pérdidas en hospitales, donde las gasas, vendas y suturas simplemente desparecen; la ropería –toallas, sábanas y batas se encuentran como trofeos en consultorios particulares– y el instrumental nuevo es cambiado por viejo, por residentes, estudiantes en servicio social, enfermeras y hasta médicos de renombre?
 
Sería bueno cuantificar el robo de intangibles como los que derivan de las ausencias y retrasos –“se enfermó mi abuelito, no había metro, me llamaron de la escuela de los hijos, se tardaron mucho en entregar los vales de despensa, útiles escolares o para madres solteras”– que no solo carecen de sanción sino hasta se prohíjan, por políticas basadas en un concepto de caridad y no de desarrollo y responsabilidad social.
 
En el año 2008 el Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad, dio a conocer una encuesta nacional sobre este tema, por la cual se comprobó que en 1997 se cometían más homicidios dolosos –entonces eran 17 homicidios por cada 100 mil habitantes, y en el 2007 la cifra había bajado a 10–, en tanto que para la fecha del estudio el delito más cometido en México era el robo en sus diferentes modalidades señalando que en 2007, 11% de los mexicanos mayores de 18 años fueron víctimas de algún delito, y que de los robos, 42% ocurrieron en la calle o fueron asalto a transeúnte (sin considerar el 87 % de la cifra negra del delito, es decir lo que no se denuncia).
 
El hecho de que 53% por ciento de los padres de familia prohíban a sus hijos salir a la calle y que 48% de la población haya dejado de usar joyas, alhajas y objetos valiosos, tiene que ver más con el robo que con otros delitos y más allá de las variables entre regiones, este promedio se confirma cuando sumamos, el aumento del robo de arte sacro, el que sufren los consumidores en las gasolineras –según laProfeco esto representa un robo al usuario por 47 mil millones de pesos–, la pérdida de 4 mil millones de pesos para el sector asegurador por la sustracción de 80 mil vehículos, el robo de cable en las escuelas, el de coladeras en todas la ciudades, cámaras, teléfonos o videos a los turistas y hasta documentos –cheques, pagarés, etc.– sustraídos por empleados resentidos o de plano dedicados al fraude. Por el robo a camiones de carga que transportan materiales como extensiones, cableado, focos y apagadores, más contrabando y piratería, cerca del 26% de las ventas totales del sector eléctrico nacional se da en el mercado informal lo cual le cuesta México cuando menos 50 mil millones de dólares.
 
Quizá haya escuchado argumentos de justificación para la empleada doméstica que se lleva el aceite, los trapos de limpieza, el jabón, la crema del bebé o el resto de pollo que la jefa de familia, que duplica su tiempo de trabajo entre la oficina y la casa, pensaba utilizar en una sopa: “es que son indígenas y están acostumbradas a un vida comunitaria donde todo es de todos”. ¿De verdad se justifica este robo hormiga, por su ancestral genética indígena? ¿Eran nuestros pueblos originarios rateros por naturaleza? ¿Se “explica” así porque también la patrona alguna vez ha robado o sueña con hacerlo? ¿Se trata de cleptómanos o simples ladrones que tal vez pasaron mucho tiempo planeando su golpe, para satisfacer un deseo material, económico o social? Paso indiscutible que les llevará al profesionalismo o lo que pomposamente se denomina “crimen organizado”.
 
Para abrir la mente a la reflexión comparto parte del último artículo de Eduardo Dallal Castillo (eduardodallal.blogspot.com), renombrado médico y psicoanalista mexicano a quien recomiendo leer, pues luego de dar un amplio resumen de cómo éramos antes, durante y después de la “conquista” con fuertes anhelos de “ganancia inmediata o del asalto al poder, sin más ideología que destruir a los demás y buscar la ventaja en el corto plazo”. En dicho trabajo el médico que cito señala: “En este escenario, parece que no hay quien se dé cuenta de que la conducta colectiva sigue estando sujeta a patrones y modos que hablan de una sociedad prácticamente medieval, en la que los señores del poder y del dinero se mueven en un estrato superior del mundo, mientras la mayoría se topa con obstáculos de todas clases para sobrevivir, conformándose con asumir su lugar como mayoría pobre, explotada y sojuzgada que acusa a los poderosos de insensibles a su pobreza y a su dolor.”
 
Y sí, mientras la única visión sea la de programas –públicos o privados– en “contra de la pobreza” que en realidad son limosnas abiertas o disfrazadas –algunas por una filantropía engañosa que solo desea no pagar impuestos– la gente seguirá “robándose” entre sí, con la excusa de ser víctimas, con derecho a quitarle al que más tiene, al que me hizo enojar, al que me provoca envidia, al que es, en suma, más maduro, inteligente, trabajador, creativo y desarrollado que yo mismo.
 
Fuente: Forum en línea
 
https://www.alainet.org/es/active/47164

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