Honor y soberanía: dos palabras que están fuera del diccionario de oligarquías
13/04/2011
- Opinión
Primero: la desinformación. Escuché a uno de los tantos analistas que tiene el imperio en sus redes mediáticas (tipo CNN, en español) que el Presidente Rafael Correa había procedido a declarar “injustificada y precipitadamente” a la señora Heather Hodges, Embajadora USA en Quito, como persona no grata, “solo por un wikileasks” que ponía en su boca (informando al Departamento de Estado) que el susodicho Presidente de Ecuador “si sabía sobre los actos de corrupción del general de policía Jaime Hurtado Vaca y que lo había designado para poder manejarlo a su antojo” (la cita no es textual)
Según la analista (porque era mujer) Correa había procedido sin más contra la “destacada y experimentada funcionaria diplomática” y había dado fe a una de las tantas filtraciones de este tipo que “el malo” del señor Julián Assange “se había robado” de la correspondencia “supersecreta” que tiene el Departamento de Estado de los Estados Unidos, con sus diplomáticos.
La información de red no dijo media palabra sobre que, primero, el Canciller Ricardo Patiño le solicitó a la ex embajadora una explicación sobre semejante afirmación y que esta (arrogante al fin) solo atinó a decir (previa consulta telefónica con el Subsecretario USA, señor Arturo Valenzuela) que tal carta “había sido robada” por los agentes de wikileaks.
Es decir, la señora Hodges admitía, tácitamente, que había informado a su gobierno que el Presidente Correa sabía de la corrupción “reinante” en la Policía ecuatoriana y que para manejarlo a su antojo, nombraba como su Comandante General a uno de los corruptos. Algo muy cercano a los afanes golpistas de la oposición mediática que trata de desprestigiar al Gobierno Correa con el “escándalo” de los contratos logrados por su hermano mayor Fabricio y la versión de que si conocía de tales manejos. Y todo esto, cuando estamos a las puertas de una consulta popular convocada sobre diversos temas, precisamente por el Presidente Correa.
En palabras más comprensibles y nuestras, mientras la gran prensa sipiana del continente sostenía una mentira (que la causa de la declaratoria era por lo que decía el cable “robado” por Julián Assange y sus muchachos) la Cancillería del Ecuador y su Presidente actuaban porque la embajadora oficialmente se había ratificado no solo que había sido la autora de tal infundio sino que acusaba al Presidente Correa de estar al tanto de tanta corrupción policial; y que había nombrado al general Hurtado Vaca para manejarlo a su antojo, como comandante general de la Policía Nacional.
Estamos frente a una actitud cínica, desfachatada. Ya no se puede decir que es cuestión de pareceres o de opiniones; y lo que para unos puede ser verde, para otros es blanco. Aquello sería entendible. Lo que está pasando solo se puede entender si hay una conjura, un complot, en contra de alguien y a favor de alguien. No es posible entenderla desde la ingenuidad o la buena fe.
El complot, desde luego, viene del norte imperial. La consigna es desacreditar al mandatario que “se ha atrevido” no solo a cuestionar el sistema neoliberal sino a impulsar cambios que, de alguna manera, están afectando a los privilegiados de siempre (las oligarquías criollas) Y en ese juego, los medios de comunicación sipianos (de la SIP-CIA) sirven para eso. Al margen de que “son expertos” en escándalos y decires
En esta tarea, son inconfundibles la SIP-CIA, el Grupo de Diarios de América (GDA) la USAID y su oficina NED, el Coro y tantas y tantas otras que se han creado con este fin. En el Ecuador, en el frente político, ocupa su lugar la llamada Participación Ciudadana (del asambleísta César Montúfar, en primer lugar) el CORO, que trabaja con El Universo de Guayaquil, y adláteres que se han unido últimamente: la señora Lourdes Tibán, el coronel en retiro Fausto Cobo, el señor Santi, el señor Tenesaca, el señor Acacho y tantos otros.
En este tinglado, cumple papel especial y principal, FUNDAMEDIOS (una oficina dependiente de la NED) que tiene a su cargo, registrar y detectar todo lo que suene a “riesgo de la libertad de expresión”, según catálogo de la gran prensa sipiana. Según esta tesis, ellos si están autorizados por la “libertad de expresión “ a decirle con todas las letras “samba canuta” al Presidente o a cualquiera de sus colaboradores; pero estos, o deben quedarse callados, o aceptar las reprimendas; porque de lo contrario, pasan a la categoría de malo y de enemigo riesgoso de la libertad de expresión (de ellos)
“Dictador” es lo menos que le dicen y hasta le amenazan con el Tribunal Penal de la Haya porque supuestamente ha ordenado que los militares invadan un hospital lleno de pacientes civiles. Y cuando Rafael Correa decide enjuiciar penal y civilmente al autor de la amenaza y a sus patrocinadores (los herederos del diario El Universo de Guayaquil) pues FUNDAMEDIOS suma a su agenda un “riesgo más contra la libertad de expresión” (ya van como 150).
Y de la alarma se hacen eco la SIP-CIA y el propio Departamento de Estado de los EE.UU. que, en declaraciones oficiales (retransmitidas por un canal comercial) olímpicamente acusa a Correa, como enemigo de la libertad de expresión solo porque declaró persona no grata a la ex embajadora.
Y hay que oír y leer lo que trinan los pelucones locales y sus voceros sipianos. Nos amenazan con que los Estados Unidos van a cancelar su comercio con Ecuador, que representa no menos del 50% de las exportaciones ecuatorianas. Otra amenaza (que ya es real): que los gringos nos van a dejar sin la ATPDEA, un instrumento que el imperio utiliza para amenazar a nuestros países: si se porta bien, podemos prorrogarle por seis nuevos meses el permiso para, que desde su país, puedan seguir enviándonos productos o mercancías sin pagar aranceles aduaneros; si se portan mal, pues les suspendemos indefinidamente la prórroga y ustedes se friegan.
Lo que no dicen es que la tal prórroga quedó en suspenso desde el mes de febrero/2011, mucho antes de que la embajadora fuera declarada no grata para el Ecuador. Y que nuestros países (entre ellos el Ecuador) había cumplido más que satisfactoriamente los deberes ya que su policía antinarcóticos había actuado oportuna y eficazmente en el combate al narcotráfico. O, quizá por ello, es que no le renovaron la tal prórroga (digo yo)
Lo que nadie explica (ni siquiera al interior del país) es que la tal APTDEA no le ha favorecido al pueblo-pueblo ecuatoriano. Han sido los exportadores de productos como el banano, las flores, el atún y otros, que han sido beneficiarios directos de la exoneración aduanera. Los exportadores en general, por su parte, han puesto el grito en el cielo por lo de la declaratoria de persona non grata a la exembajadora y dicen que están en riesgo alrededor de 500.000 ecuatorianos que, de alguna manera, viven de estas actividades.
Y aquí vienen los supuestos que, desde luego, lo dejan flotando. Es la política de los miedos, algo así como las 7 plagas de Egipto; si los ecuatorianos no nos llevamos “bien” con los Estados Unidos, según ellos (los exportadores y los políticos pelucones) mañana mismo nos pueden cortar la exportaciones y las importaciones (de productos norteamericanos) y ahí sí que nos fregamos (el pueblo, dice nos jodimos) Como que si exportaciones e importaciones fuera solo favorable a nosotros. Al contrario, según muchos analistas (pero honestos) es el gran imperio el gran beneficiado con lo que nos venden y nos compran; y, la gran verdad es que parte de la “buena vida” que tienen en EE.UU. se debe a que nos compran (lo que nos compran) barato; y lo que nos venden, caro.
Lo que no dicen –ni la prensa sipiana, ni los pelucones y sus cámaras y sus diplomáticos- es que sus realidades solo reflejan una triste conclusión: que los ecuatorianos (igual que otros países de América Latina) tenemos una clase empresarial de cuarta categoría; que esa clase solo depende de un mercado mundial (hasta Adams Smith recomendaba lo contrario) y que ni siquiera son capaces de la recomendación que ellos mismos la repiten: que no hay que tener ni la plata ni las joyas de la familia en una sola cesta; que hay que diversificar los mercados.
De lo contrario, que pague el Estado: según datos oficiales (de los exportadores) la anulación de la APTDEA les significará al año algo así como 20.5 millones de dólares. Que les reconozca como “subsidios” (al que rabiosamente se oponen) siempre y cuando demuestren que han hecho lo necesario y lo innecesario para buscar otros mercados, en el mundo globalizado de hoy.
- Alberto Maldonado S. es Periodista – Ecuador
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