Bandas criminales, violencia y desplazamiento

09/03/2011
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En los primeros meses del año 2007, el gobierno del doctor Álvaro Uribe Vélez, declaró el fin de los paramilitares. Se había iniciado su desmovilización lo cual conducía al desmantelamiento de sus estructuras militares, políticas, económicas y de control social. Un número de 31.671 integrantes de 34 estructuras diferentes, en 38 eventos y 3.500 desmovilizados individuales, se habían sucedido. Con ello se pensaba que la tranquilidad había llegado y que las políticas de la Seguridad Democrática del gobierno, triunfaban sobre el mal que aquejaba a ciertos sectores de la sociedad en particular y en general al país.
 
No han trascurrido muchos meses de haber terminado el mandato del doctor Uribe Vélez y nuevamente con más fuerza, el país se ha visto estremecido por una violencia inusitada. Son varios los departamentos que sacudidos por un terrorismo de asesinatos, desapariciones y muertes selectivas junto con masacres, se impactan por la barbarie en que son cometidos estos actos. Las alarmas las prendió el asesinato de dos estudiantes en bocas de Tinajones, cerca de San Bernardo del Viento, Córdoba, crimen atribuido a “Los Urabeños”. El gobierno de turno ya ha visualizado estas perturbaciones del orden y de inseguridad y ha señalado a quienes las ejecutan como producidas por “Bandas Criminales- bacrin- que son nuevos grupos de autodefensas- neoparamilitares- (hoy delincuentes) que mantienen los mismos esquemas de las anteriores e incluso, muchos de sus miembros son desmovilizados que se reincorporan a ellas en busca de una salida a sus situaciones difíciles producto de las carencias económicas, a los cuales no se les puso la debida atención y han adquirido dimensiones que superan la capacidad del Estado.
 
Una nueva amenaza parece llegar, se han detectado siete grupos con cerca de 5 mil hombres armados, pero son “los Rastrojos”, “Urabeños”, el “Erpac”,y los “Paisas”,quienes ostentan el mayor poder y son los megacarteles que se sostienen con el producido y el comercio de la cocaína. Repartidos por toda la geografía nacional, sus acciones han contribuido al desplazamiento forzado de vastos sectores de la población campesina. En el año 2010, con sus 31 actos de violencia, obligaron a muchos colombianos a salir de sus tierras, dejándolas abandonas o en poder de sus victimarios que se han convertido en los nuevos grandes propietarios de tierras en las cuales cultivan coca o las utilizan como salida, entrada o vías para el comercio de la misma.
 
Las bacrim son las nuevas bandas a combatir por cuanto son responsables de casi el 40 por ciento de las masacres que se suceden en el país y por ello, se han convertido estas bandas criminales en una nueva amenaza para el Estado y como tal, las está confrontando, aún cuando ellas están pidiendo la mediación de la Iglesia católica para entablar conversaciones que las lleven a una salida negociada, el gobierno se resiste.
 
Formas de actuar.- Estas bandas tiene peculiares formas de actuar en los sitios en donde permanecen, primero asumen una organización primaria, son como “combos” armados de pocos miembros que ejercen presión local, son comandados por una persona a la cual le denominan “el duro” y para el cual le deben una relativa disciplina y a quien le “marchan” y le atienden sus órdenes. En este sentido, mantienen un territorio, lo hacen respetar y no permiten ingresar a quienes no conocen. Intimidan con sus acciones violentas para hacerse respetar. Hay jefes, zonas demarcadas y métodos de control y aún tiene el esquema de los antiguos “paras”
 
La incorporación de los miembros se hace a través de los amigos o familiares de quienes hacen parte de sus combos; de manera preferencial, vendedores ambulantes, indigentes, moto taxistas, basuriegos, prostitutas y algunas personas del bajo mundo y antisociales.
 
Expandir sus redes son funciones primordiales y para ello utilizan el dinero con el cual compran y sobornan la autoridad, quiéranlo o no, sus pretendidos deben aceptar las ofertas, peticiones y comisiones que les hacen, en esa forma, incorporan los poderes locales, funcionarios del Estado y de instituciones privadas. Hoy ya acceden a los poderes locales y están en la búsqueda de poner sus propios organismos de control y de justicia en la mira de los comicios electorales del mes de octubre. 
 
No tienen estas bandas una orientación ideológica para combatir a los grupos guerrilleros por el contrario, hacen con ellos alianzas para lograr los fines que persiguen y utilizan a los antiguos “paras”.
 
En las ciudades, su forma de actuar es obligando a las familias a trabajar con ellos lo cual las obliga a efectuar una diáspora, huyen, cuando no acceden a sus peticiones o no pueden pagar la extorciones o cuando son amenazados sus hijos a quienes quieren incorporar a los grupos o tenerlos como informantes. En ocasiones invaden sus casas y allí instalan sus comandos.
 
En estas áreas urbanas el conflicto se configura alrededor de la venta y compra de las drogas, pero también con los negocios que instalan a través de la venta de algunas mercancías como CD, películas y libros “piratas”. Pero también organizan las casas de lenocinio y la prostitución callejera junto a la venta de licores y juegos de azar, que empiezan a ser medios de obtener ingresos económicos.
 
Desplazamiento.-En el área rural, se ha obligado al campesino a abandonar sus tierras presionados por estos grupos cuando les dicen: “o venden o le compramos a su viuda”, el temor, el miedo los obliga a hacerlo sin hacer ningún pronunciamiento y recibiendo lo que a bien le den por ellas. Las extorciones y las amenazas son los medios para presionarlos a abandonar el territorio y si se refugian en la ciudad, muchos siguen allá el proceso que se ha comentado. Los jóvenes se enganchan deslumbrados por la magia de un celular, de una moto o de un zapato tenis de marca, como “campaneros” o vigilantes en los momentos de las fechorías.
 
La violencia ha incidido de manera diferente en los desplazados ya sean hombres o mujeres y especialmente en los niños, niñas y entre los jóvenes de diferente sexo y edad. En los primeros cuando pierden su escolaridad, se trunca su proceso socializador y la raíz de una identidad cultural y entre los jóvenes igualmente, los despersonalizan, les proporcionan dinero y los obligan a recluirse en la prostitución dándoles posibilidades más directaspara insertarse en esos grupos. Se empieza a incubar en ellos, comportamientos que como resultado del conflicto, los conducen a ser violentos en sus relaciones entre los sexos.
 
Las alertas no se han hecho esperar y hasta los EEUU han manifestado que estas bandas son “un reto mayúsculo” en la medida en que como colaboradoras de los grupos insurgentes, “compiten” con ellas en las regiones del país y de manera especial, en la costa pacífica actúan junto a los narcos, esto porque aprovechan los vacíos de poder que ha dejado el Estado y los que han abandonado los narcoparamilitares y en su accionar, están robando las tierras de los nativos y así, desplazándolos, se abrogan el control de esas áreas críticas para hacer el negocio que hace el narcotráfico, pues mientras haya dónde y cómo producir la cocaína, allí estarán, de allí que el gobierno se haya impuesto la tarea de combatirlas a como de lugar por cuanto la misión es la de desbaratar, acabar con el control que tienen de la producción de cocaína especialmente. 
 
La grave situación lleva a confrontar las capacidades de las fuerzas militares que se han visto sorprendidas y hoy, presionadas por las denuncias de los organismos internacionales y de las organizaciones no gubernamentales, el gobierno del doctor Santos, ha ordenado erradicarlas.  
 
BIBLIOGRAFIA
 
Irina Bedoka: “Guerras les roban futuro a 28 millones de niños”. El Tiempo, marzo 2, de 2011. Bogotá 
El Tiempo: El desafío de las bandas emergentes. Febrero 27 de 2011. Bogotá.
 
- Rubén Darío Guevara Corral es Antropólogo. Ms Salud Pública. Dip. DDHH. Profesor Universidad del Valle-Investigador Universidad de San Buenaventura. Cali-Colombia
https://www.alainet.org/es/active/44949
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