Islas Marshall (III)

03/03/2011
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En 1957, tres años después de la explosión nuclear BRAVO, el gobierno de Estados Unidos regreso a los exilados nucleares de Rongelap a su isla y no precisamente porque los burócratas nucleares hubieran desarrollado un sentimiento de compasión.
 
En esa fecha, los miembros de la Comisión de Energía Atómica decidió reubicar a los habitantes de Rongelap conociendo que los alimentos que se cultivaran en la isla tendrían un grapo de radiación inaceptable para los humanos. Pero Rongelap ofrecía la oportunidad única de realizar una investigación única precisamente por ser “una de las áreas de mayor contaminación radioactiva en el mundo” de acuerdo con lo expresado por uno de los científicos de la CEA.
 
“Aunque es cierto que esa gente no vive, yo diría, en la misma forma en que viven los occidentales, gente civilizada, no es menos cierto que ellos son más semejantes a nosotros que un ratón.” En su declaración, el científico asume que aquellos de menor valor para la sociedad pudieran servir en beneficio de la misma - como animales de laboratorio. Puro Eugenismo.
 
Así que los científicos del Laboratorio Nacional de Brookhaven estudiaron el nivel de radiación en los cuerpos de los habitantes de las islas, el cual se había elevado hasta sesenta veces el normal de acuerdo a la medición con cesium y seis veces la norma de acuerdo con el strontiurm 90.
 
El análisis de lo sucedido hasta 1962 arrojó que de los 22 niños de Rongelap que habían sido expuestos a la radiación, 19 habían tenido que ser intervenidos quirúrgicamente para extraerles nódulos en la tiroides. A fines de 1970 se publicó que entre los habitantes de la isla Utirik se había desarrollado ampliamente el cáncer en la tiroides, a pesar de que los habitantes de esta isla habían recibido una menor dosis de radiación que los de Rongelap.
 
El Dr. Konrad Kotrady, médico residente del Departamento de Energía, expresó que los habitantes de Utirik no habían sido objeto de seguimiento médico precisamente por haber recibido un nivel de radiación considerado bajo. La Comisión de Energía Atómica consideró el bajo nivel de radiación como benigno. “El desarrollo del cáncer en la tiroides en Utirik demostró que esa teoría estaba equivocada” escribió el Dr. Kotrady.
 
El propio doctor planteó su idea sobre la lección recibida por los habitantes de las Islas Marshall. “Estados Unidos realmente no conocen cual es el efecto de la radiación”. Y podía haber agregado, ni a la élite nuclear estadounidense le interesa.
 
¿Será que la “ética” de seguridad nacional alienta a los científicos para que abusen de la gente? ¿Hemos aprendido de los experimentos de la Guerra Fría que la responsabilidad es incompatible con el secreto de defensa? Los científicos que desafían los procedimientos vinculados a los experimentos nucleares relacionados con la salud, son eliminados como gente falta de patriotismo. Por el contrario, la conformidad con la “religión de la seguridad nacional” significa dinero para investigaciones, prestigio y reputación.
 
En 1982 el Departamento de Energía emitió un informe planteando que Rongelap estaba tan contaminada como otras islas donde se habían realizado experimentos nucleares y como consecuencia de eso se habían prohibido la presencia de seres humanos en las mismas. El Departamento de Energía informó a los habitantes de las Islas Marsahll que eran ellos, no el gobierno de Estados Unidos, los que debían tomar su propia decisión en cuanto a qué nivel de exposición a las radiaciones era aceptable. Posteriormente el Departamento de Energía negó el asesoramiento o el emitir recomendaciones sobre este asunto.
 
Finalmente, en 1985, el movimiento Greenpeace ayudó a transportar a los residentes en Rongelap a una isla que no estuviera contaminada por la radiación. En 1988, treinta y cuatro años después de la explosión de BRAVO, el Departamento de Energía, bajo una fuerte presión del Congreso, admitió en contra de su voluntad, que los residentes en Rongelap solamente podían regresar a la isla de forma segura si para su alimentación, durante un período de treinta a cincuenta años, utilizaran alimentos importados.
 
Durante décadas los funcionarios del gobierno de Estados Unidos han estado dándole clases sobre Derechos Humanos y Libertades al resto del mundo, mientras mantienen a personas bajo su responsabilidad en condiciones infrahumanas. Debe preguntarse a la gente de Rongelap, que son más semejantes a nosotros que los ratones, que es lo que ellos piensan de los Derechos Humanos bajo la regulación de Estados Unidos. (Traducido por Néstor García Iturbe)
 
- Boletín Informativo "EL HERALDO", Editor: Néstor García Iturbe.
https://www.alainet.org/es/active/44872?language=es
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