Un caballo de Troya en UNASUR?

08/12/2010
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La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que se constituyó en 2008 como un organismo de integración política que posibilite por fin la interacción de los países del subcontinente sin la injerencia hegemónica e históricamente funesta de Washington, corre el serio peligro de ser infestada por la derecha latinoamericana que, como se sabe de sobra, su principal objetivo en política exterior sigue siendo el fortalecimiento de su relación con Estados Unidos.
 
UNASUR se crea precisamente para generar espacios autónomos en lo político y en lo económico, luego de que en la ciudad de Mar del Plata en 2005, el entonces presidente de Argentina, Néstor Kirchner, secundado por sus colegas de Brasil, Luiz Inácio Lula de Silva y de Venezuela, Hugo Chávez, le dijera en su cara al tristemente-célebre George Bush, No al Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA), un leonino y criminal tratado de inversiones y de capital especulativo que sólo beneficiaba a las empresas norteamericanas en detrimento de las economías de nuestros países.
 
Con este antecedente se puede afirmar que UNASUR tiene el sello indeleble del respeto por la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Por eso no ha sido gratuito que sus dos secretarios ejecutivos hayan sido el ex presidente ecuatoriano Rodrigo Borja Cevallos, conocido por sus posturas progresistas y democráticas, quien permaneció un año, y Kirchner, quien por su fallecimiento alcanzó a estar apenas cinco meses.
 
 La derecha y su caballo de Troya
 
En el sutil pero no menos hipócrita juego diplomático que viene utilizando el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos para hacer creer que su gobierno en materia internacional se diferencia de su antecesor, el tenebroso Álvaro Uribe Vélez, no sólo ha logrado normalizar las relaciones diplomáticas con sus vecinos y hasta se ha hecho “amigo” de los mandatarios Hugo Chávez de Venezuela y Rafael Correa de Ecuador, a quienes no bajaba del calificativo de “populistas” y de ser un “peligro” para los intereses colombianos, sino que ahora busca jugar papel predominante en UNASUR, postulando una candidata para la Secretaría Ejecutiva.
 
Santos, un hábil tahúr de póker, ladino, sinuoso y traicionero consuetudinario, busca avanzar en materia internacional para frenar los vientos progresistas y de emancipación que se están dando en varios países del hemisferio. Por ello, en la última Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata impulsó la conformación de un bloque con los mandatarios de México, Felipe Calderón; Perú, Alan García; y Chile, Sebastián Piñera; para consolidar el impulso de políticas neoliberales ya no sólo en sus respectivos países sino en forma subregional.
 
Una de sus primeras acciones es hacerse sentir en UNASUR, para lo cual Santos con el apoyo de estos mandatarios de derecha, candidatizó a una ficha suya, como es la camaleónica política y ex canciller colombiana María Emma Mejía Vélez, para reemplazo de Kirchner en el organismo multilateral que reúne a los países del sur del hemisferio.
 
Mejía Vélez que ha sido funcional a todos los gobiernos de los últimos 25 años en Colombia y, como buena parte de la corrupta clase dirigente del establecimiento de este país, sabe disfrazar sus intereses personales como enfrentamiento de principios, es la ficha perfecta para servir de caballo de Troya contra la integración política suramericana.
 
Igualmente, Santos, García y Piñera tienen entre sus planes, tomarse la Comunidad Andina de Naciones (CAN) mediante el ingreso pleno de Chile a este organismo subregional, dejando en minoría a Ecuador y Bolivia.
 
De esta manera, los gobiernos de derecha buscan hacer presencia en bloque en el ámbito latinoamericano para aminorar su desprestigio continental por sus políticas antipopulares, mantener su apego irrestricto a las directrices de la Casa Blanca y continuar favoreciendo al capital especulativo transnacional.
 
Oportunismo en pasta
 
Santos con sus buenas maneras, y la capacidad del encanto femenino de Mejía Vélez, pretende hacerse a la Secretaría de UNASUR, con lo cual la derecha con Estados Unidos a la cabeza, logrará horadar este proyecto de integración política.
 
Sería funesto para el proceso emancipatorio de Suramérica que una persona como Mejía Vélez que está años luz del liderazgo político, la solvencia intelectual y la coherencia ideológica de un Rodrigo Borja o de un Néstor Kirchner, terminará elegida para esa importante posición.
 
No es más que dar una rápida mirada a su oportunista carrera pública en Colombia: fue directora de Focine en el gobierno conservador de Belisario Betancur (192-1986); consejera presidencial y embajadora en España durante el gobierno neoliberal de César Gaviria (1990-94); ministra de Educación y canciller en el gobierno liberal socialdemócrata de Ernesto Samper (1994-98); negociadora de paz en el gobierno conservador de Andrés Pastrana (1998-2002). Luego de dejar de ser alta empleada del Estado gracias a su padrinazgo, porque no cuenta con mayor preparación académica, se aventuró a participar en política electoral sin ningún éxito.
 
En 1998 fue designada como candidata a la Vicepresidencia de la República en el tiquete presidencial del Partido Liberal que encabezaba Horacio Serpa Uribe. Luego en el año 2000 apareció con el sello de “independiente” y se lanzó a la Alcaldía de Bogotá, y en 2006 dio el salto al Polo Democrático Alternativo (PDA), el único partido de izquierda en Colombia, con el propósito de pescar en río revuelto, pues su aspiración era encabezar la lista al Senado de la República por esta colectividad, cosa que no logró.
 
Sin embargo persistió en sus intentos electorales y en 2007 a nombre de este partido se lanzó como precandidata a la Alcaldía de Bogotá, siendo derrotada abrumadoramente en las primarias por el hoy burgomaestre de la capital colombiana, Samuel Moreno Rojas.
 
Tras ese consecutivo proceso de descalabros electorales y de desfiguración política, Mejía Vélez se refugio en la farándula y en el periodismo.
 
Con un buen simulado rol de altruismo, asumió la presidencia de la Fundación Pies Descalzos de la prestigiosa cantante Shakira, que le ha servido de punta de lanza para hacer excelentes relaciones públicas con las firmas transnacionales, con el propósito de promover falsas campañas de “responsabilidad social empresarial”, como denominan los neoliberales las causas de solidaridad pero con plata ajena.
 
Igualmente, y dada su cercanía con el magnate colombiano Julio Mario Santodomingo, accionista mayoritario de Caracol televisión, se hizo otorgar la conducción de un programa de entrevistas que se llama “Entérate con María Emma”, en el cual la mayoría de sus invitados son representantes de la derecha y del statu quo.
 
Ese es, a grandes rasgos, el perfil de la candidata de Santos para la Secretaría Ejecutiva de UNASUR. Sobra decir que la “gran prensa” y los representantes más conspicuos del establecimiento colombiano han salido a resaltar su aspiración y no hay adjetivos para calificar su “excelsa” trayectoria pública. No importa sus continuas metamorfosis políticas, pues el argumento que utilizan es que la política internacional de Colombia es de Estado y, en consecuencia, es multipartidista. Por eso utilizan la manida y oportunista frase de un dirigente liberal de principios del siglo XX: “la patria por encima de los partidos”.
 
Los gobiernos y los sectores progresistas y democráticos de América Latina no deben ni pueden permitir la elección en ese importante organismo subregional de una persona de la catadura política de Mejía Vélez, por cuanto sería, por un lado, un estropicio y una grave amenaza al proceso de autodeterminación de los pueblos del hemisferio. Y de otro, un triunfo para la derecha retardataria, apátrida y lacaya auspiciada por Washington, que representan Santos y sus oscuros aliados en la región.
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