Continúa la lucha contra los monopolios de todo aquello que satisfaga necesidades básicas
Los medios de producción de bienes y servicios estratégicos deben ser propiedad social
05/11/2010
- Opinión
“Le llega la hora a la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados.”
Carlos Marx
Carlos Marx
Noticieros, internet, grupos de discusión, radio y televisión, al menos en los sitios donde la noticia llega y no es frenada por las multinacionales de información privadas, publican los resultados de una encuesta muy reciente celebrada en Rumania. Sus ciudadanos ahora opinan que “el comunismo realmente existente era mejor que el capitalismo realmente existente”. Por supuesto, algunos lo califican como “¡sorpresa!”.
Sin embargo, bastaría ver las cifras económicas del rumano promedio hoy y compararlo con el mismo ciudadano normal de hace 40 años para darse cuenta que no es ninguna sorpresa. Trabajo, salud, educación y vivienda, han descendido notablemente. Especialmente esta última que, según señala la muestra, estaba “universalmente garantizada”.
Algunos creemos que la satisfacción de las necesidades básicas, especialmente educación, nutrición, salud y vivienda, deberían estar garantizadas, con el mismo nivel de calidad y sin nada a cambio, a todos los ciudadanos. Lo cual no significa “vivienda propia heredable por generaciones eternamente al futuro”, como han hecho entender precisamente los “amos del valle”, sino vivienda asignada según necesidades familiares. Y sin nada a cambio. No creo en “ganar el pan con el sudor de tu frente”. Quienes comen mejor y más pan, lo han hurtado precisamente a aquellos que siguen ciegamente tal consigna desde hace siglos.
Pero aún no hemos llegado; estamos en la vía al socialismo. Entretanto, en esta suerte de fase intermedia aún con trazos antiguos, la vivienda debe ir cambiando de formato de propiedad. Y el Presidente Chávez, al tomarlo “como algo personal”, ya ordenó los primeros pasos.
Hierro e industrias
Carlos de Olivera, presidente de Siderúrgica del Orinoco (SIDOR), lo expresó con claridad: “El hierro y el acero impactan en el desarrollo de proyectos que apuntalan el sector de la construcción”. Y no es sólo viviendas. Toda la infraestructura de ingeniería civil del futuro de nuestra Patria requerirá la seguridad de contar con suficiente cantidad de materiales de hierro. El plan ferrocarrilero, los diferentes Metros de las ciudades mayores, el ensamble de vehículos, los puentes y carreteras aún en planificación, construcción y mantenimiento, que demanda nuestro porvenir, dependerá de nuestra propia capacidad de suministro de hierro en muy diversas formas.
El neoliberalismo lo sabe de antemano. El capitalismo internacional ordena su acaparamiento oligopólico. Sus sucursales venezolanas obedecen el mandato. Sus escribas vocean las consignas diseñadas incluso en otros idiomas: “¡Comunismo!” en gruesos titulares, como si invocaran al coco para asustar a los niños e hincarlos en penitencia.
Pero, como lo ha expresado el Ministro del Poder Popular para las Industrias Básicas y Minería, José Khan: “Venezuela no puede depender de otras empresas para grandes obras”. Y el ejemplo que expone es de vital importancia para el desarrollo del Sur, donde precisamente están las reservas de nuestro mineral: el tercer puente sobre el río Orinoco.
Sidetur y cabillas
Nacionalizar Sidetur es otorgar al Estado el control de más del 85% del mercado de cabillas, material básico para la construcción de viviendas. Pero aún hay bastante más: vigas, barras de acero, platinas, alambres, malla, paneles y hasta procesamiento de chatarra, como insumo de materia prima adicional, pasan a ser ahora propiedad de todos los venezolanos por igual. Nó sólo de un grupo que imponía, desde hace varias décadas, la cantidad, calidad, destino y precios de un bien indispensable para hacer realidad la satisfacción nacional de la acuciante necesidad de vivienda.
Ante el clamor de un minoritario grupo de empresarios, quienes tratan a través de difusores pagados de vocear una falsa posición de expropiaciones masivas, Jesús Farías les recuerda que “en Venezuela hay decenas de miles de empresas y sólo se han estatizado trescientas cincuenta”. ¡Menos del 1%!.
Lo que se busca es garantizar la materia prima para la construcción de viviendas. Y esas cabillas complementarán al cemento, las bloqueras, las areneras y la disposición sindical y obrera, verdadero motor de la construcción a nivel mundial y en todas las épocas.
Expropiaciones y trabajadores
El neoliberalismo suele esgrimir, en defensa de las empresas privadas que conforman las grandes trasnacionales y sus derivadas directas, el ya trillado argumento de “damos empleo”, como si con eso: pagar algún salario que regresa siempre a las mismas manos del gran conjunto que firma nóminas, pudiera excusarse la especulación, el monopolio y los elevadísimos niveles de ganancia a costa siempre del consumidor final. Ese mismo que, en la amplia escala del gran mercado, resulta siempre ser su propio personal.
Y hasta sostienen sindicatos, con algunos de su confianza, pero que nunca serán mayoría precisamente por ese afán desmedido de la máxima ganancia como única meta de vida.
Los trabajadores del hierro respaldaron a viva voz las expropiaciones de las plantas de Sidetur. “Anhelo de los trabajadores”, “la esperábamos desde hace rato” y hasta la gran idea: “Queremos que ahora se fabriquen ferreterías socialistas”, como declarara Tirso García en la planta de Sidetur de Antímano.
Vivienda y urbanismo
Cuando el Presidente anuncia la nacionalización de Sidetur, informa igualmente sobre la toma de conjuntos residenciales en San Felipe, El Hatillo, Cristóbal Rojas, San Diego y Guarenas, que complementan su iniciativa en las cabillas. ¡Viviendas para todos los venezolanos!. Y esta vez incluyó también a la clase media.
Recuerda la construcción de viviendas en Fuerte Tiuna, con el apoyo de Rusia con cuyo gobierno firmara un convenio al respecto. Y enfatiza que varias de las obras en expropiación se encontraban paralizadas o con irregularidades contra los compradores.
Ahora sí hay un plan de vivienda, a largo plazo, porque el problema es de vieja data y cifras mayores. Pero arrancamos y no debe desviarse en su ejecución, ni muchísimos menos a medida que se entreguen los apartamentos ya construidos.
Y es que, lamentablemente, lo presenciamos antes. Hace medio siglo, algunos recibieron una vivienda digna a cambio del indigno rancho. Y hubo quien subarrendó el rancho y vendió la vivienda, para construirse otro. Hace 55 años, un “dictador” lo sacó del cerro con un tractor en la esquina que le aplanó el rancho cuando le otorgaron el apartamento en el bloque.
El 23 de enero del 58, vimos a varios corriendo a volver a levantar el rancho para subarrendar el apartamento y luego hasta construyeron cuatro o cinco como gran negocio. ¿Hay alguna diferencia entre éste y el acaparador clase alta?. Insistiremos con la vivienda asignada. Propiedad de uso y disfrute. ¡sólo hasta allí!.
Patria y socialismo
El gobierno bolivariano lucha contra la mercantilización de la vivienda y todos los venezolanos lo vamos a apoyar, como nos decían antes: “en pensamiento, palabra y obra”.
La humanidad vive un momento clave. Y como siempre, grupos que desean seguir disfrutando su poder, condenan (y la palabra es exacta) cualquier hecho que vulnere sus propiedades. Pero la razón siempre triunfa y el nuevo mundo será igual para todos. ¡Al socialismo no lo para nadie!.
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