La batalla por Lima

08/03/2010
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El 2006 Lima tuvo una importante incidencia en el resultado del proceso electoral. A pesar de que un número significativo de regiones apoyó en segunda vuelta al candidato de la transformación, la capital decidió con sus votos el destino inmediato de la Nación.
 
El 2011, no será distinto, aunque el bloque del continuismo neoliberal -siguiendo a Sun Tzu-, pretende, esta vez, ganar la batalla final antes de enfrentarla.
 
 Campañas periodísticas de desprestigio, procesos judiciales más parecidos a estrategias de persecución, anuncios presidenciales de intervención en los comicios generales son algunos de los métodos usados con la finalidad de derrotar al oponente por adelantado.
 
 Lo nuevo es el esfuerzo político y mediático para instalar en Lima la polarización electoral derecha-derecha, presentándola como una lucha entre decencia y corrupción.
 
No podemos negar que Alexander Kouri representa hoy lo peor del montesinismo supérstite. Sus numerosas visitas al Servicio de Inteligencia Nacional para coordinar, entre otras cosas, operaciones de demolición en contra de Alberto Andrade, el juicio pendiente por negociación incompatible y colusión desleal en la Vía Expresa del Callao, y otras perlas, pintan de cuerpo entero a un personaje que intenta cubrir su degeneración con eficiencia.
 
Pero Lourdes Flores no es la santa que el social-cristianismo vernáculo quisiera tener. Sus coqueteos con Fujimori en los noventa, la blandura que mostró a propósito del “pecadillo” de uno de los Bedoya y últimamente, la vinculación ¿o tardía desvinculación? con un acusado de lavado de activos no le permiten presentarse como abanderada de la pulcritud.
 
 Ambas opciones –una más repelente que la otra, por supuesto- no encarnan, principalmente, a la decencia o la corrupción, simbolizan sobre todo a la clase dominante incompetente e inmoral que no pudo resolver los problemas del país.
 
 Por eso, permitir que se consolide la contradicción derecha-derecha en Lima, es muy peligroso. Puede ser la antesala del escenario 2011 que los sectores poderosos desean imponer. Ya las encuestas lo van dibujando: primero Castañeda, segunda Keiko, tercero Humala, aunque cada día lo alejan más.
 
El objetivo está clarísimo. Quieren colocar en la cabeza del electorado, desde ahora, una competencia entre antagónicos que no son tales, una disputa inexistente que enfrente a candidaturas similares cuya única diferencia será a qué intereses extranjeros sirven o a qué grupos económicos apoyan.
 
Debemos trabajar de inmediato para evitar esa tramposa disyuntiva. Primero, fortaleciendo el espacio de la izquierda que avanza con demasiada lentitud; segundo, afirmando la gran unidad que agrupe a progresistas, nacionalistas e izquierdistas; tercero, afianzando “Lima para Todos” que al parecer es el movimiento alternativo de mayor articulación en la capital; y, cuarto, definir un programa de cambio para Lima, un programa expresado en un conjunto de candidaturas que Susana Villarán podría liderar.
 
Yomar Meléndez Rosas es  Abogado. Vicepresidente Nacional del Movimiento Nueva Izquierda (MNI).
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