En materia sanitaria, Venezuela supera los promedios de la región
Sólo un gobierno de izquierda puede garantizar nuestros logros en salud
29/07/2010
- Opinión
“Todos los candidatos de la oposición actuarán en función del mandato imperial.”
Hugo Chávez
En 1998, señalan las estadísticas, 23 de cada mil niños fallecía antes de cumplir un año. El coeficiente se redujo a 16, con más de un millón de niños salvados en el presente siglo.
La disminución de la mortalidad infantil es uno de los logros más significativos de la Revolución Bolivariana.
En paralelo han descendido las cifras de los niños “en situación de calle”; en dos lustros, se ha reducido a la décima parte la cantidad de menores de edad en tal condición.
Sólo un gobierno socialista puede obtener estos resultados, porque su concepción y objetivo están dirigidos hacia el bienestar general de todos, sin distingo de clases sociales, sin hipotecar el futuro de la Patria y sin ceder ante las amenazas de los emisarios del neoliberalismo.
Desigualdad social
Prensa Latina nos informa que en Caracas, la semana pasada, la Secretaría Permanente del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) organizó “un foro para que sus 27 países miembros compartan experiencias e integren esfuerzos en materia de salud”.
Durante 40 años los mandatarios y representantes de nuestras naciones sólo se reunían para hablar de intercambios comerciales, como “sugieren” las normas neoliberales. La salud del latinoamericano poco importaba para quienes sólo obedecían las normas del capitalismo.
Ahora la región marcha más unida y sus lazos van bastante más allá de la simple compra y venta de bienes y servicios. Políticas sanitarias, cooperación médica, atención hospitalaria, servicios estomatológicos, tecnología farmacéutica y narcodependencia, han sido temas de preocupación, trabajo y decisiones conjuntas en el SELA.
Aún así, en América Latina la relación entre gastos de salud y presupuesto nacional es inferior a las necesidades. Sólo el 3% del Producto Interno Bruto dedica nuestra región a curar y prevenir enfermedades. En Venezuela duplicamos esa cifra; hoy le dedicamos más del 6% del PIB.
Ciencia y creencia
Estima Reporte, en su edición del Jueves 22, que, de lograrse acuerdos con la Asamblea Nacional, “Los costos y cobros en las clínicas privadas serían calculados en Unidades Tributarias.”
Nos consta que muchos médicos, profesionales honestos que mantienen al “Juramento Hipocrático” como la ruta de su vida, cargan a sus pacientes las tarifas justas para ellos poder seguir ejerciendo. Hemos visto a varios quienes han incrementado el costo de sus consultas en porcentajes menores a la inflación y atienden gratis a pacientes pobres.
Lamentablemente son una minoría. Lo que es mucho peor, para nuestros futuro, en casas de buenos alumnos de secundaria aún les aconsejan estudiar medicina “porque eso si dá”.
Ante costos crecientes y frente a males menores, ligeros quebrantos, agudos dolores o graves enfermedades, los familiares del paciente suelen entonces recurrir a “alternativas” engañosas, basadas más en creencias y mitos, que en la ciencia que tiene siglos de continua mejoría tecnológica.
Si la enfermedad es muy grave, un tratamiento quimioterapéutico radiológico supera los centenares de miles de bolívares fuertes. ¿Cómo competir con la vela del rezo, la oración del tabaco, la promesa religiosa a la patrona de tus ascentros o la dieta de limón y espárragos?
Leemos sin embargo noticias alentadoras. En su popular tradicional estilo, Últimas Noticias del Jueves 22 me dice en su primera página: “Clínicas no quieren rollos” y aceptan “dialogar sobre tarifas”.
Aplaudimos su apertura y entendemos cuando asoman demanda y oferta como base para fijar precios. Pero, mientras por una parte nos dicen “los honorarios médicos se acuerdan entre el médico, el paciente y la aseguradora”, quizás no tan “hipocrático” pero al menos puedo hasta regatear, me aseguran que el Presidente de la Federación Médica Venezolana declaró que “los honorarios deben ser acordados entre los médicos y la Federación”. O sea: la ley de “oferta y oferta”. Precio fijado unilateralmente, cual combo de comida rápida. Con razón les dicen a los muchachos que “la medicina si dá”.
Genéricos y patentados
Según algunos laboratorios “varios factores externos afectan la producción en el complejo mercado local”, típico anticipo de quienes solicitan prioridades en el otorgamiento de divisas.
Las cifras señalan que, en Venezuela, la industria farmacéutica factura cerca de 6.000 millones de dólares por año. Esto corresponde a 600 millones de unidades de medicamentos vendidos, en promedio: 20 por habitante.
Esto es normal en una población en pleno crecimiento, con alta tasa de natalidad y aumento de la expectativa de vida. Ahora hay mayor porcentaje de adultos mayores que en el Siglo XX. Todo eso demanda mejor atención de salud y más cantidad de medicamentos.
Pero no necesariamente todos tienen que ser “patentados” con nombres protegidos por leyes externas y eternas, que parecen ceder una parte importante del costo, casi que de por vida, sólo porque alguien, en alguna latitud, le puso su nombre al compuesto químico.
Casi siempre hay medicamentos alternativos y estos son más baratos. Pero los laboratorios, desde hace décadas, saben muy bien como “venderlos” ante médicos, clínicas, laboratorios y pacientes.
Luce como parte de una táctica comercial que recientemente, tanto en patentados como en genéricos y muy especialmente aquellos indicados contra enfermedades graves, las farmacias suelen quejarse de mayores tiempos de reposición de sus inventarios. Saben, por experiencia, que tales tardanzas suelen anticipar incrementos de precios, estimados en más del 18%, según El Nacional del 26 de junio, como promedio del primer semestre.
Barrio adentro, cerro arriba
Carola Chávez, venezolana que vive en Margarita con sus dos hijitas, me dice: “Si a mí me quitan Barrio Adentro me quitan la paz y el sueño tranquilo de quien sabe que sus niñas tienen quien las cure, cuando haya que curarlas. Si a mí me quitan Barrio Adentro me quitan el aire, para darme, a cambio, la angustia del desamparo. Sin exagerar, una mamá sin Barrio Adentro es una mamá en la cuerda floja.”
Barrio Adentro hoy se prepara para combatir el flagelo de la ingesta de alcohol cuyas secuelas de violencia y accidentes de tránsito son responsables de casi la mitad de las muertes de adultos en edad productiva.
Como señalara la Organización Mundial y Panamericana de la Salud, al tratar sobre la conformación de la Comisión Nacional Antialcohol, “el alcoholismo es una enfermedad de pérdida; porque el alcohólico pierde trabajo, casa, dinero y familia”.
Las antiguas costumbres, donde ningún disfrute estaba completo sin una botella de licor, fué siempre inducida por los fabricantes y mercaderes de bebidas alcohólicas, cuyo margen de ganancia excede en gran porcentaje al promedio de beneficios de casi cualquier negocio legal.
Misiones y milagros
Necesitamos ampliar la Misión Niños y Niñas del Barrio; debemos incrementar la Misión Milagro para superar esas 100 mil personas operadas en el primer semestre. La Misión José Gregorio Hernández, con más de millon y medio de discapacitados visitados en sus hogares, debe continuar.
Debemos darle el mayor soporte legal a nuestro gobierno socialista para que profundice aún más los servicios de salud a todos los venezolanos. Necesitamos una Asamblea Nacional que lo apoye en los necesarios cambios que nuestras leyes exigen.
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