En el contexto de la economía global y el mercado

Apuntes en torno a la agenda ambiental andina

27/07/2010
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Siguiendo la discusión sobre la evolución de la crisis económica global y sus múltiples implicancias socio ambientales en los países desarrollados y en desarrollo, nos trae a colación en Latinoamérica una vieja discusión -inacabada por cierto- sobre el impacto de los modelos extractivistas de desarrollo, basados en la extracción y exportación primaria de recursos naturales. Discusión que hoy en día resulta relevante en la agenda ambiental de los países andinos, por su excepcional megadiversidad, y por los procesos políticos de gobiernos de derecha e izquierda que, al menos en las últimas dos décadas, vienen configurando escenarios particulares a nivel país y a nivel subregional, como la Comunidad Andina, en su intento de enfrentar los condicionantes de orden externo –global- impuestos por el modelo neoliberal y el libre mercado.
 
Es por eso que frente a los condicionantes externos, resultan relevantes los esfuerzos de mayor integración posible de los países miembros de la CAN en temas claves de interés común, como en materia ambiental y la Agenda Ambiental Andina, que en tal caso debieran trascender lo estrictamente comercial y los particulares enfoques de políticas de gobierno, proponiéndose armonizar las políticas ambientales y de desarrollo sostenible a través de un crecimiento económico que en efecto redistribuya, que sea inclusivo socialmente y que en general mejore la calidad de vida de los pueblos, pero que también conserve al medio ambiente.
 
Implicancias de la globalización económica y el libre comercio en la problemática ambiental andina 
 
Se trata entonces de no sólo avanzar en torno a una agenda andina enfocada en las políticas y acciones de mitigación sobre la problemática ambiental regional, sino también de enfocarse en la prevención; pero, además, de reflexionar integralmente sobre las causas estructurales de los graves desajustes ambientales y sociales que hoy vivimos, a consecuencia del modelo económico global imperante.
 
Diferentes corrientes de pensamiento crítico coinciden en señalar que la globalización económica viene implicando grandes efectos e impactos en materia de política comercial, medio ambiente y desarrollo de los países al Norte y al Sur; siendo eventos muy relacionados con los ciclos de expansión y contracción del sistema mundo capitalista. Y por ende con las causas estructurales de origen de las varias crisis que hoy vivimos (financiera-económica, energética, agroalimentaria, social, ambiental, ética). Configurando en las últimas décadas un escenario asimétrico e inequitativo, donde persisten las contradicciones inherentes a la racionalidad económica del modelo hegemónico de desarrollo, y las políticas que a partir de ello se siguen aplicando en lo relativo al mercado, al rol del Estado y a la sociedad, entre otros temas.
En materia ambiental, por ejemplo, el marco de orientación política que conducen los gobiernos de los países desarrollados, con respecto a las políticas de los países en desarrollo, se siguen basando en la asimétrica relación centro-periferia, en función del imperativo global de libre comercio y crecimiento económico (siguiendo la hipótesis negada de que el libre comercio tiene un efecto positivo sobre el ambiente).
 
Existen diferentes argumentos del estudio de la relación comercio-ambiente, el caso de la hipótesis de la Curva Ambiental de Kuznets (CAK), en base a la medición de la emisión de algunos gases contaminantes a la atmósfera y según que la contaminación ambiental aumenta con el crecimiento económico hasta cierto nivel de ingreso (límite) para luego descender. Pero no obstante el mayor consenso de investigaciones sobre la no validez de esta hipótesis, su argumentación central sigue influyendo en el marco de las negociaciones internacionales de los países desarrollados y organismos multilaterales con respecto a los países en desarrollo, sobre todo en las relativas a libre comercio, basados en la siguiente idea: “1) el libre comercio acelera el crecimiento económico, 2) el crecimiento económico lleva a un crecimiento de las demandas internas por mejoras ambientales; ergo, 3) el libre comercio lleva a un proceso de mejora del ambiente a través del desencadenamiento de factores internos positivos.” (Cita de Zoellick, R., 2002, en Eduardo Gitli y Greivin Hernández (2002).
 
Por lo que es importante desmitificar el progresismo económico neoliberal basado en este argumento simplista de la relación comercio-ambiente, ya que el comercio no es un fin en si mismo a partir del cual se dinamiza de forma mecánica el crecimiento económico de los países y por ende en sus mejoras ambientales a lograr. De hecho se sabe hoy que la desigualdad en la distribución del ingreso es la variable que afecta el vínculo entre el nivel de ingreso per cápita y la calidad ambiental, siendo por tanto el principal factor negativo sobre el ambiente. Lo que evidencia que el PBI como indicador del mejor desempeño económico y bienestar de un país, resulta insuficiente e inconveniente -per se- para resolver los problemas ambientales, cuando se sabe que el problema de fondo, por ejemplo, en los países de la región andina, es la distribución inequitativa del ingreso, el modelo extractivista de desarrollo vigente y la no implementación de políticas integrales en materia económica, social y ambiental.
 
Al indagar sobre los ciclos de crecimiento de la economía global, numerosos estudios demuestran que en mayor y menor medida ocurren a costo de la biosfera finita, por lo que entre las causas generadoras en la aceleración de los desequilibrios ambientales, se ha encontrado mayor evidencia de la relación: calentamiento y cambio climático versus aumento de las emisiones GEI provocados por el modelo de desarrollo económico-comercial global y las relaciones de hegemonía-dependencia y estilos de vida de las sociedades de los países industrializados y en desarrollo. Ocurre entonces que el costo por deterioro o pérdida de un recurso natural o ecosistema, puede ser demasiado alto y disfuncional en la relación comercio-crecimiento-ambiente (aun cuando resulte una actividad económica muy rentable: como la actividad minera, petrolera, gasífera o industrial), porque la afectación del capital natural no siempre podrá compensarse (mucho menos reponerse), sobre todo en el contexto de la crisis global actual y la urgencia de internalizar criterios de sostenibilidad ambiental. 
 
Ahora en torno a esta realidad objetiva, priman los grandes intereses en la lógica de los gobiernos de los países industrializados y de los organismos multilaterales y las grandes corporaciones transnacionales, quienes siguen desconociendo o relativizando el problema de fondo (sólo así se explica, por ejemplo, el sonoro fracaso de la cumbre mundial COP 15 auspiciada por la Organización de Naciones Unidas sobre el cambio climático global, en diciembre de 2009 en Copenhague, sin lograr acuerdos concretos ni menos vinculantes de la comunidad internacional en la reducción de las emisiones de GEI). De ahí que ejemplos como el citado y otros evidencian el gran desafío que para los países en desarrollo, el caso de los países andinos, les representa el articular, concordar y cimentar políticas integrales nacionales y subregionales en materia de gestión ambiental y desarrollo sostenible.
 
En torno a la Agenda Ambiental Andina y sus desafíos
 
La región andina es una de las zonas con mayor riqueza natural y cultural del mundo, al tener los andes tropicales como epicentro del 25% de toda la biodiversidad del planeta, y de poseer una amplia red hidrográfica con las mayores reservas de agua dulce superficial y vastas extensiones de bosques primarios y reservas de carbono, así como valiosos conocimientos de múltiples culturas y pueblos originarios en la conservación de la biodiversidad y frágiles ecosistemas, además de poseer ingentes recursos no renovables en el subsuelo (minerales, petróleo y gas), y que por ello nos hacen reconocer su crucial aporte en el campo alimentario, la salud, la industria y los servicios ambientales a nivel global, concitando grandes expectativas e intereses económicos y comerciales en torno al uso, propiedad y control de estos recursos. 
 
Pero no obstante este gran potencial de recursos naturales de los países andinos, no los han aprovechado con criterios de uso sostenible. Al contrario, su explotación se ha supeditado principalmente a factores de orden externo, los relativos al mercado, incidiendo en la mayor antropización y deterioro de sus ecosistemas, con distintas amenazas a su biodiversidad y a las poblaciones que viven del usufructo tradicional de estos recursos. Por ejemplo, con la destrucción progresiva de bosques nativos amazónicos y andinos para el desarrollo de la agricultura y la ganadería; con el avance de la agroexportación y agrocombustibles en base al modelo tecnológico de la revolución verde (de alto uso de agroquímicos tóxicos al ambiente y a la salud de las poblaciones locales); con el comercio y tala ilegal de madera, con la sobre pesca, con el comercio ilegal de especies de flora y fauna silvestre y de material genético; con la expansión de actividades mineras, petroleras, etc., que son amenazas que en general vienen afectando a sus recursos naturales y medio ambiente a cambio de dudosos beneficios y rentas de corto plazo incentivados por la racionalidad del mercado.
 
De ahí que en torno a la Agenda Ambiental Andina 2006-2010, se sabe que su objetivo ha sido guiar las acciones tanto del Consejo de Ministros del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible como del Comité Andino de Autoridades Ambientales, facilitando a los países miembros de la CAN “la definición, armonización, coordinación y concertación de políticas y estrategias comunitarias de gestión ambiental y desarrollo sostenible, que contribuyan a la profundización del proceso de integración y a fortalecer la capacidad de negociación andina en foros internacionales.” (Agenda Ambiental Andina 2006-2010, CAN, 2007).
 
Agenda que en su primera sección contiene tres ejes temáticos de trabajo: sobre Biodiversidad, Cambio Climático y Recursos Hídricos, acordados a partir de la Cumbre de Johannesburgo y la aprobación del Plan Andino de Seguimiento a dicha cumbre (2003-2005); y así también conteniendo temas transversales en: Fortalecimiento de Capacidades en Comercio, Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Educación Ambiental, Producción y Consumo Sostenible. Y la segunda sección con temas en consulta sobre: Residuos sólidos, Sustancias Materiales y Desechos, Plaguicidas Peligrosos, Calidad del Aire y Estudios de Impacto Ambiental, que ameritan mayor análisis y debate por los países miembros antes de pasar a la agenda operativa.
 
En tal sentido consideramos que el desarrollo de los temas de trabajo de la Agenda que culmina el año 2010, han sido importantes como un primer avance de conjunto para enfrentar la problemática ambiental y en la sinergia de países con una historia y espacio-territorio común, con enormes potencialidades naturales y culturales, y por ende, con afines interés geopolíticos y de proyección a futuro de cara a una economía de mercado abierta. Pero cuyo proceso en curso ciertamente les implicará superar una serie de limitantes de orden interno, que deberán analizarse con mayor profundidad para asumir los nuevos desafíos de la Agenda para el período 2011-2015.
 
Nos referimos a los limitantes de orden interno, los relativos no sólo a las cuestiones técnicas propias de los temas de trabajo de la Agenda Ambiental, que es cierto responden a los grandes temas sobre la crisis ambiental global, sino también a los de carácter político social; es decir, a la efectiva voluntad política y compromiso de los gobiernos de los países miembros, así como a una mayor movilización y participación activa de la sociedad civil, el caso de las organizaciones sindicales, para catalizar procesos ascendentes y democráticos a favor del cambio.
 
Así pues, existe la necesidad de catalizar procesos ascendentes para: revertir la débil institucionalidad ambiental que aún persiste en los países miembros (a propósito de la subordinación fáctica de las políticas, leyes y normas ambientales a las políticas económicas y a las reglas del mercado); cambiar el carácter no vinculante de las normas y decisiones en materia ambiental; analizar soberanamente las implicancias geopolíticas de la globalización económica en la región. Pero, además, diríamos, para asumir el gran desafío de superar los modelos extractivistas de desarrollo, que a propósito de las políticas de gobiernos de derecha e izquierda vigentes en la región, siguen impactando negativamente en el ambiente y en las condiciones y medios de vida y en los derechos básicos de la población más pobre.   
 
Lograr cambios sustantivos en el paradigma de desarrollo actual y en las políticas globales y regionales a favor del desarrollo humano sostenible, implicará en el marco de la agenda ambiental andina, el desafío de enfocar al comercio y crecimiento económico como medidas complementarias a las de redistribución, inclusión social y sostenibilidad, proyectándose hacia un escenario postextractivistas de desarrollo.
 
- Walter Chamochumbi es Consultor en Gestión Ambiental y Desarrollo. Exposición en el marco del “VI Seminario Regional de Salud Laboral y Medio Ambiente”, organizado por el Instituto Laboral Andino (ILA) los días 8 y 9 de julio de 2010, en la sede de la CAN en Lima.
https://www.alainet.org/es/active/39867
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