Macondo…Don Das

29/05/2010
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Según las escandalosas revelaciones iniciadas hace cerca de cuatro años -que llegan por oleadas y se aplacan un tiempo- el DAS está resultando ser una especie de monstruo fantasmal, sin rostro, ni cédula, ni huellas digitales, ni carta dental, ni ADN, ni ideología, ni móvil coherente y permanente. Los cientos de perjudicados por sus escabrosas tramas son de todos los colores, pesos y sabores, lo cual hace imposible que se establezca un motivo, y por tanto que se descubra alguna cabeza responsable. Ese espantajo es tan insólito y confuso que es capaz de chuzar a Barack Osama y a Obama Bin Laden.
 
Es todo un personaje este misterioso don Das, o alias Das. No sabemos dónde duerme, cuántos años tiene, cómo empezó su carrera delictiva, dónde come, quiénes son sus amantes, dónde quedan sus fincas, cuáles son sus extravagancias emergentes, cómo se llaman sus caballos de paso fino, de cuáles equipos de fútbol es dueño, cómo fue su infancia, quiénes son los congresistas que patrocina, ni, por supuesto, quién es su papá o su mamá.
 
Ahora resulta que a este mutante nadie lo conoce, nadie sabe de dónde salió, nadie lo vio, nadie sabe nada de él, nadie fue. Es un milagro sin santo, un alma en pena liberada, una presencia omnipresente, un duende solitario, autónomo, sin patria, aislado e invisible, pero que existe, existe (no digo que sea el Presidente, no tengo pruebas para afirmarlo, y sin tenerlas no lo creo ni lo puedo aseverar).
 
Chuzar, espiar o enlodar desde Wilson Borja a Fabio Echeverri, desde Piedad Córdoba a Pedro Juan Moreno, desde Pacho Santos a Lucho Garzón, y quizás hasta desde Madonna a Garzónicollazos o incluso desde Batman al Guasón -faltan listas-, no da otra cosa qué pensar. Tal es su poder que ni J.J. ni J.M. ni J.O. podrían escapar de sus oscuras garras, y es capaz de chuzar la punta de una aguja afilada por un relojero. Es un autómata loco que intercepta por interceptar, enloda por enlodar, conspira por conspirar. Una especie de doctor Mortis maligno hecho sólo para el mal, enviado desde el infierno por Satanás, y, lo peor, al parecer imposible de exorcizar del país. “¡Ya va, es que todavía puede ser útil la ultimita vez…!”
 
No, no y no. El país no se puede haber levantado una mañana con semejante RoboCop ubicuo por el que nadie responde, al parecer creado por un científico loco en un sombrío castillo de Transilvania, o proveniente de un lejano planeta, y todo como si nada.
 
En fin, digamos pues que esa cosa sí es una entidad como dicen, lo cual puede ser cierto porque conozco a varias personas buenas que trabajan allí honestamente, como estoy seguro de que hay muchas otras desconocidas por mí que también son buenas, aunque no tanto como las que de allí llaman a declarar a los estrados judiciales que igual juran ser buenas.
 
Así pues que absolutamente todos sus funcionarios son de conducta intachable, y entonces al parecer se trata de un maléfico espíritu burlón que se mete por entre todas las líneas telefónicas y se agarra de las señales satelitales, y es también una sombra informe que anda tras jueces, funcionarios, periodistas, sindicalistas, embajadores, y políticos de oposición y de posición, y que hasta se persigue ella misma. Se muerde la cola…
 
Y lo más cómico o grotesco: desde hace muchos años y cada año tenemos que ir a sus madrigueras todos los ciudadanos a que nos certifiquen que no somos delincuentes, hasta hace poco llamando por días y días para pedir una cita, haciendo filas interminables, pagando 30.000 pesos, y llevando dos fotos recientes de tres por tres centímetros de frente y a color con fondo claro.
 
¿Será que me renuevan mi certificado judicial la próxima vez? Yo les cuento en otro artículo qué me pasa con eso… Claro, si es que llego allí, porque esta columna ya la deben tener en primicia los muchachos de don Das, incluso antes de que la escribiera… (Quedan notificados todos, espero que este sea mi seguro judicial y de vida).
 
- Álvaro González Uribe esAbogado y columnista
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 208, Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
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