Marcha del silencio quince años

17/05/2010
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Esta forma de lucha pacífica por la verdad y la justicia en relación a los crímenes contra los derechos humanos de los asesinados y desparecidos en dictadura en nuestro país y la región, cumple quince años. Caminaremos con la firmeza de las convicciones una vez más juntos sin olvidar, con la memoria lúcida y con las miras en un futuro limpio de dudas y con certezas de ir hacia la libertad sin sombras de autoritarismo ni opresión.
 
Evolucionando hacia la recuperación de los valores pisoteados por el terrorismo de Estado y perdidos por la degradación que nos obligaron a vivir los autores y cómplices del régimen de facto contemporáneo que sembró la ignominia en un país que hoy debe avergonzarse ante el mundo de tener una legislación contraria a los Derechos Humanos como es la Ley de Caducidad.
 
Las generaciones venideras no merecen nacer con tales sombras.
 
Somos una sociedad lastimada irreversiblemente por estos asesinatos y violaciones perpetuas a la moral y al físico de nuestra patria, transitamos democracias cada vez más consolidadas que inexorablemente se abrirán camino hacia la dilucidación de este gran debe a la pacificación que para germinar necesita ser abonada con el respeto al dolor de tantas y tantos cuyas vidas fueron arruinadas y no encontraron ni encontrarán restitución equiparable.
 
“Sin la verdad y la justicia no hay reconciliación”, es el lema de la marcha este año y tal vez sea demasiado ambicioso aspirar a reconciliamientos.
 
Hacen mal las fracturas aunque no las hayamos buscado y tampoco es sano achacar a un grupo lo que hicieron algunos. Y si no queremos corporativismos no debemos tolerarlos en ningún ámbito. Hoy lo único que se pide es que haya verdad y que actúe la Justicia sobre los responsables y los que los cubren y se transforman en cómplices.
 
El que la debe que la tema, los otros no.
 
Pero para que haya perdón alguien debe pedirlo caray.
 
Y no hubo guerra contra el pueblo porque el pueblo no estaba armado más que con sus ideas de justicia social. Y hubo un valerse de las instituciones del Estado para masacrar y matar y hubo un uso abusivo y retorcido del poder estatal para violar personas y derechos. Nada importaban edades ni sexos.
 
El día que tenga que pensar a las fuerzas armadas como en un perro rabioso del que aún el dueño debe cuidarse, será el día en que tenga la certeza de que debemos prescindir de ellas.
 
No es venganza sino ansias de equilibrio. No quiero resignarme a callar en la búsqueda de la verdad por el poder del poder armado que vuelve por sus fueros dictatoriales. Inevitablemente sentiré que vence el autoritarismo a la democracia por la que tanta gente sufrió, sufre y ha muerto. Estaré con los familiares aunque no pueda hacer más que eso.
 
Por si mañana me toca a mí, no me quedaré en casa.
 
Justamente por eso marcharé.
 
- Susana Andrade - ATABAQUE
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