Los acuerdos humanitarios, vía segura para la libertad de los secuestrados

05/05/2003
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El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos lamenta profundamente los hechos del día de ayer en que perdieron la vida los Doctores GILBERTO ECHEVERRI CORREA, ex ministro de Defensa y Comisionado de Paz de Antioquia y GUILLERMO GAVIRIA, Gobernador de Antioquia, lo mismo que ocho oficiales y suboficiales del Ejercito que permanecían en manos de la insurgencia, en momentos que se realizaban operativos de las fuerzas militares de Colombia. Estos hechos que confirman la irracionalidad de la guerra, deben ser investigados con criterio de objetividad por las autoridades competentes para determinar la responsabilidad de los mismos. Ha sido una constante, durante los tres Encuentros Nacionales de los familiares de las personas privadas de la libertad, solicitar a las partes emprender contactos a favor de un Acuerdo de Intercambio Humanitario y, mientras ello ocurre, pedir al gobierno y en particular a sus fuerzas militares abstenerse de emprender acciones militares de rescate por la fuerza, en vista de que antecedentes en ese sentido, como el de la ex ministra de cultura Consuelo Araujo Noguera habían resultado trágicamente fallidos. De antemano, el gobierno sabía que este tipo de operaciones podría resultar con la muerte de los rehenes, de tal manera que no se ha cumplido con el precepto constitucional de preservar la vida de estos ciudadanos. El X Foro Nacional por los Derechos Humanos que se acaba de realizar reafirmó el llamado a las "partes" para la búsqueda de soluciones políticas concertadas al conflicto interno y social armado, convocándolas de manera urgente, en nombre del ideal humanitario a disminuir la intensidad del conflicto, protegiendo en todos los casos a la población civil y adoptando el núcleo humanitario mínimo que en medio de la barbarie de las guerras, han legado los pueblos, tal vez como esperanza última de vida y convivencia armónica. El camino no es la polarización. Hacemos un llamado a parar la guerra y reanudar contactos en favor de los acuerdos humanitarios, la solución política y la democratización de la sociedad Colombiana. Bogotá, Mayo 6 de 2003 JUNTA DIRECTIVA II. (un breve comentario sobre este insuceso) Apreciados amigos (as) y compañeros (as): Quienes anhelamos la paz, como producto de la concertación y el el diálogo, y como resultante de transformaciones positivas y sustanciales en la vida nacional (económicas, sociales y políticas), rechazamos el talante autoritario y guerrerista del presidente Uribe, cuyo gobierno ha privilegiado el diálogo con las transnacionales, los empresarios, los gremios financieros y de terratenientes, y por supuesto con sus colegas los políticos tradicionales. El doctor Uribe, en conexión o complicidad con los anteriores (caben las excepciones), ha instalado su mesa de diálogo con los paramilitares y el narcotráfico, pero a la vez, da la espalda y le cierra la puerta a las organizaciones defensoras de derechos humanos, al movimiento sindical, al campesinado, y en general al movimiento popular de oposición al régimen, que clama por diálogo y concertación nacional. Así mismo, el actual gobierno pretende eliminar a la insurgencia por la vía de la confrontación y el armamentismo, recabando el apoyo de los EE.UU., tarea para la cual ha desgastado al menos una docena de rodilleras. Él mismo mandatario, y parte de su gabinete, sueñan con una Bagdad o una Kabul a la colombiana... Saqueadas e incendiadas, y martirizadas a base de bombas "inteligentes", mientras las huestes paramilitares limpian de muertos y mutilados las calles (un millón según sus pronósticos y deseos). Leyes y proyectos de Ley que recortan las libertades democráticas, tasas e impuestos a mansalva, zonas de "rehabilitación" (de criminalización, diríamos otros), más batallones y menos hospitales y escuelas. Ese es el talante, miserable, de nuestro presidente... Y todo en nombre de la democracia, la suya, la de Pedro Juan Moreno Villa (su principal asesor, investigado por narcotráfico), y la de su aprendiz de fascista (el doctor Santitos - Vicepresidente)... En fin. Mientras tanto la impunidad, la pobreza, el desempleo y la violencia, anidan como Pedro por su casa. Y por último, su odio de clase mira con rabia los procesos sociales y políticos que acontecen alrededor de Colombia, como Brasil, y Venezuela principalmente, país hermano y fronterizo al que probablemente tratará de involucrar en un conflicto internacional, obedeciendo órdenes de sus amos en Washington. ¿Para qué el exagerado crecimiento de las fuerzas de aire y tierra? ¿Sólo para aniquilar al movimiento popular y a la insurgencia? Cada vez se hace más necesario cohesionar nuestros anhelos de paz y justicia social. Cada vez es más necesario cerrar las puertas a la guerra, y abrirlas de par en par al diálogo. A propósito: ¿Por qué le teme tanto al diálogo con la insurgencia el doctor Uribe? No será que el acuerdo humanitario o canje de prisioneros que propone la insurgencia, el cual debe celebrarse en Colombia, de cara al país, es la senda o el camino efectivo hacia un renovado proceso de paz entre la insurgencia y el Estado, un nuevo proceso en el que participe de lleno la sociedad colombiana. ¿A eso le teme el presidente Uribe? Un abrazo sincero para ustedes y un llamado a abrir o perseverar en el debate. Luis Alberto Matta
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