Problemas y potencialidades para el desarrollo del comercio justo en la Comunidad Andina

Comercio justo Sur-Sur

24/02/2010
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Prólogo
 
Considero que es motivo de gran alegría para quienes vienen trabajando por el desarrollo del Comercio Justo y la economía solidaria en el contexto actual de las crisis financiera, climática y de paradigmas, el lanzamiento de este importante libro sobre los problemas y potencialidades del Comercio Justo en la Comunidad Andina de Naciones. Refleja una muy buena visión, sobre todo en prospectiva, del importante desarrollo de las prácticas, incidencias políticas e influencia en el sentido común que el Comercio Justo viene logrando tanto en América Latina y el Caribe como en la sub-región andina, considerando también la importante influencia que viene teniendo el movimiento del Comercio Justo a escala planetaria.
 
Aprovecho el honor, que me otorgan los autores, de hacer el prólogo de esta primera edición para señalar once aspectos que considero importantes y he visto reflejados a lo largo de la lectura del texto.
 
Es el primero que el Comercio Justo resulta, cada vez más, el portador de la propuesta de comercio con justicia que se viene planteando frente a toda suerte de tratados de libre comercio multilaterales o bilaterales, los cuales buscan dejar de lado las regulaciones mínimas de la OMC y continuar en un libertinaje de un sistema de comercio empobrecedor de los productores y sociedades del sur del mundo. Considero que el Comercio Justo se viene erigiendo como una buena base de la INTEGRACIÓN, concepto que es muy diferente y aun contrario al de tratado de libre comercio. Un TLC (o también el denominado Acuerdo de Asociación) no es sino el acuerdo comercial asimétrico, de una o varias superpotencias con uno o varios países empobrecidos, sobre la lógica de la competitividad para garantizar ganancias máximas. Un acuerdo de integración es, o al menos debería ser, el acuerdo entre varios países en un espacio territorial de tamaños y economías relativamente similares, basado en la cooperación y solidaridad económica para compartir recursos, conocimientos, habilidades, etc. y proyectarse conjuntamente hacia un desarrollo humano integral, sostenible y solidario.
 
En segundo lugar, y cada vez más, el Comercio Justo pone en interconexión lo que podríamos llamar los “dos extremos” de la cadena: por un lado, el productor responsable y, por otro, el consumidor ético. Ambos interesados el uno por el otro. El uno, porque los productos al que accede “el otro” sean de la máxima calidad y en la cantidad adecuada; “el otro”, por las condiciones de vida del productor, su familia y comunidades. Podríamos definir entonces el Comercio Justo como el encuentro fundamental entre el productor responsable y el consumidor ético (economie de proximité). Ya decía Razeto hace muchos años que el mercado es sobre todo una construcción social[1].
 
Lo tercero, el enfoque local o, mejor dicho, desde lo local del Comercio Justo. No sólo porque desde un inicio el movimiento del Fair Trade se propuso que el Comercio Justo tuviera un impacto positivo en la construcción de economías locales integradoras, sino porque las versiones modernas del Comercio Justo van dejando, poco a poco, una referencia únicamente internacional, para situarse cada vez más en los espacios locales y buscar la optimización de los circuitos de producción-distribución-consumo como elementos fundamentales de la construcción de una economía local como base a su vez del desarrollo local. Ya lo decía el citado Razeto en otro texto: el desarrollo local se verifica cuando la gente puede encontrar en sus localidades los bienes y servicios necesarios para la vida[2]. En la misma línea Amartya Sen subraya como indicadores principales del desarrollo humano las capacidades de producir y de intercambiar de parte de las poblaciones empobrecidas y excluidas desde y en sus propios territorios. Aquí encontramos
también las dinámicas de las economías familiares como componentes principales de las economías locales y la manera de integrarlas holísticamente, desde el intercambio, a las dinámicas económicas locales con justicia y equidad. Los programas de “compra local preferente”, “cómprale al país” o “cómprale a tu hermano (a)” van en esa dirección.
 
En cuarto lugar, hay que destacar el tema de la certificación hoy, cuando es necesaria la verificación independiente y la certificación de las buenas prácticas económicas y comerciales. Pero, durante mucho tiempo, la certificación del Norte al Sur no sólo se convirtió en una barrera a la entrada de nuevos productores sino que encarecía los costos de intermediación. Esa etapa fue necesaria en su momento, pero ahora debe dar paso a formas alternativas de certificación igualmente éticas y exigentes, pero desde el Sur, y de alguna manera el libro relata algunas de estas experiencias de certificación desde y por el Sur (léase América latina, sub-región andina).
 
Lo quinto, el rol del Estado y de las políticas públicas a favor del Comercio Justo y la economía solidaria. Como bien se relata en varios artículos, hay esfuerzos e intencionalidades políticas, pero todavía muy limitadas, como si correspondiesen al enfoque neoliberal; parecen sugerir que la economía solidaria, y por ende el Comercio Justo, son sólo complementarios al sistema de libre mercado, que únicamente deben suplir las imperfecciones del mercado y, por tanto, que son merecedoras solamente de políticas compensatorias de “lucha contra la pobreza” o de generación de empleo marginal. Aquí hay todavía mucho camino por andar, incluso en el plano ideológico de las propuestas progresistas.
 
Lo sexto, la importancia del Comercio Justo Sur-Sur. Va en la línea de lo señalado en el punto primero, en el orden de repensar una nueva integración basada en la economía solidaria y el Comercio Justo. Los TLC o AdA (Acuerdos de Asociación) con Europa tienen una traza neoliberal y de por sí no van a favorecer una integración regional o subregional equitativa. Ante ello los acuerdos de integración con un enfoque de justicia y solidaridad económica (y en ello una CAN replanteada) pueden ser muy efectivos para el desarrollo del Comercio Justo y el consumo ético a nivel sub-regional y regional. Otra potencialidad que hay que incorporar es el comercio Sur-Sur inter-continental.
 
Lo séptimo, la Comunidad Andina de Naciones, que requiere una reforma interna de cara a la justicia y solidaridad económica y para favorecer el comercio Sur-Sur, tal como lo hemos mencionado anteriormente. Pero ello pasa por una mayor toma de conciencia, de ciudadanas y ciudadanos andinos, de la importancia de defender “desde abajo” a la CAN como un logro y, por lo tanto, re-valorar sus instancias de decisión política (por ejemplo, el Parlamento Andino) como de promoción económica.
 
Lo octavo son los rubros claves del Comercio Justo y el consumo ético que se han ido validando a través del tiempo. Como se sabe, resaltan los agrícolas (café, cacao, etc.), así como la artesanía de diverso tipo. Rubros en los cuales se va teniendo éxitos económicos y empresariales reconocidos mundialmente y, en algunos casos, por los propios países. Son rubros que en el agregado están en crecimiento, pero no siempre bien articulados a prácticas de economía solidaria. Es necesario reforzar el crecimiento de estos sectores, como también incursionar en rubros que respondan a problemáticas socioambientales, hoy en día que el Planeta está en riesgo y es mucho más clamoroso el impacto del cambio climático. Son rubros que tienen que ver con economía, producción, ecología, agricultura ecológica u otros y que merecen ser estudiados e incursionados.
 
Noveno, la articulación entre la economía solidaria y el Comercio Justo, como hemos mencionado líneas arriba. No siempre esta articulación se evidencia y desarrolla. El Comercio Justo tiene supuestamente a la base una actividad previa y simultánea de economía solidaria, pero esto no necesariamente se verifica en la práctica. Por otro lado, el Comercio Justo, en un sentido holístico, está llamado a ser un componente fundamental de la economía solidaria, concepto y práctica que lo engloba o debería englobarlo.
 
En décimo lugar, la articulación entre el Comercio Justo, la economía solidaria y la economía ecológica, entendiendo por economía ecológica aquélla economía que está al servicio de la ecología y no al revés (los meros agronegocios). El Comercio Justo ha ido entrando más y más en esta perspectiva, sobre todo en sus rubros más relevantes que hemos citado líneas arriba. El cambio climático y la necesidad del cambio del paradigma energético nos plantean nuevos elementos y desafíos para esta necesaria articulación o incluso redefinición de las bases conceptuales y operativas mismas del Comercio Justo y la economía solidaria.
 
Y es lo undécimo la construcción del Comercio Justo y una nueva ciudadanía local, nacional y global a la vez, lo cual está planteado tanto en las conclusiones como en las recomendaciones del libro. Sin duda que la organización emprendedora o empresarial del Comercio Justo y de la economía solidaria es una organización a la vez ciudadana, pues refleja una libre práctica ciudadana en la economía, tal como lo dice Favreau en su concepto de “empresa ciudadana”[3]. En esa línea se vienen dando en la sub-región experiencias relevantes de participación de organizaciones de Comercio Justo o de productores (as) responsables en los procesos participativos de elaboración de planes municipales o sub-nacionales de desarrollo local o en la formulación de presupuestos locales o subnacionales. Ello constituye un entronque fundamental entre el Comercio Justo, la economía solidaria y la democracia participativa.
 
Para finalizar, deseo reiterar mi felicitación a los autores de este importante libro que se lanza en un momento clave de las economías y sociedades a escala planetaria y “anclada” en una perspectiva desde la sub-región andina para aportar a los grandes problemas de la economía y el desarrollo integral de la humanidad.
 
Humberto Ortiz Roca
Secretario ejecutivo de CEAS y asesor de CELAM
 


[1] Cfr Razeto, Luis, “Economía de Solidaridad y Mercado Democrático”, Academia de Humanismo Cristiano, Santiago de
Chile, 1987.
[2] Razeto, Luis: “Desarrollo local y economía popular”, en “Educación y Economía Popular”, Ed CEAAL, 1 992, Costa Rica.
[3] Favreau, Louis, L´entreprise citoyanne (“La empresa ciudadana”). Mimeo, Université du Québec à Ottawa, 2004.
https://www.alainet.org/es/active/36352

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