Los vicios bancarios

05/11/2009
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La aplicación del modelo neoliberal, a partir de 1985, se sustentó en la preservación y fortalecimiento de un sistema bancario sólido. Éste, debía apuntalar la aplicación de las medidas de ajuste estructural que, según la teoría que se manejaba y aún se maneja, promovería el desarrollo de nuestros países. Las experiencias que se sucedieron a partir de entonces y durante los siguientes 20 años, fueron desastrosas. Nueve bancos quebraron y el Estado debió hacerse cargo de sus pérdidas que, en total, sumaron cerca a mil millones de dólares en precios de entonces.
 
Puesta como tema, esa situación merecería un análisis separado. Es más: debiera ser objeto de juicio contra quienes se enriquecieron con tales quiebras. Por ahora, que sea contrapartida del cambio radical ocurrido en estos cuatro últimos años. Los balances que anualmente publican los bancos y las instituciones financieras, muestran un repunte extraordinario en los beneficios que han logrado. El proceso de cambio ha sido duramente combatido por los empresarios que, aparte de tener industrias, comercios y otras actividades, son accionistas de los bancos nacionales. Sin embargo, ellos han resultado más favorecidos que cualquier otro sector de la población.
 
Por cierto, no es un resultado del que pueda vanagloriarse el proceso. Las ganancias bancarias demuestran que no se ha redistribuido la riqueza; ésta, sigue en manos de una minoría. Es la misma que, durante el periodo neoliberal (1985-2005) gozó de todas las granjerías, manejó el poder y entregó nuestras riquezas a las transnacionales. Hoy, en estos tiempos de cambio, está ganando más y más dinero.
 
Hasta ahí podríamos decir que urge un cambio de políticas en el camino de la redistribución de los ingresos. Pero eso no es todo. Ocurre que, los bancos –en realidad, los dueños de los bancos- llevan adelante una política que comienza a preocupar seriamente. Bajaron las tasas pasivas y mantuvieron y hasta aumentaron las activas. En términos corrientes: pagan menos por los depósitos y cobran más por los préstamos; es decir: desaniman a los ahorristas y ponen mayores trabas a los créditos. ¿Cuál es el resultado de una política de estas características?, la acumulación constante de dinero en las cajas de los bancos.
 
Si uno intercambia ideas con los banqueros, darán muchas explicaciones que parecen racionales; hasta podrían convencernos con la idea de un país en el que no es posible un mayor desarrollo. Algo así como que hemos llegado al tope. Y no porque el gobierno se haya esforzado ni tenga una política mejor orientada. La explicación es que estamos pasando un periodo de buenos precios internacionales. Esto ha ocurrido ya en ocasiones anteriores, siguen diciendo, pero en cuanto concluye el ciclo volvemos a los niveles de pobreza y atraso que caracterizan a Bolivia. Por supuesto, ellos no forman parte de este país; están aquí para ayudarnos a sobrevivir.
 
Pero, los gatos escaldados, huyen del agua tibia. Y los bolivianos sabemos de esas falsedades que siempre les permitieron llevarse el dinero a Estados Unidos o Europa. Porque, los bancos no tienen ganancia si no hacen circular el dinero. De manera que, algo más que ese fatalismo debe haber en la actitud de los banqueros. Por si vale una comparación: en 1982, México sufrió una sacudida económica que hizo estremecer a toda la nación. Durante muchos años, como efecto de políticas contrapuestas, el costo de vida subió en forma alarmante al punto que comenzó a faltar circulante. Si fue una maniobra financiera o efecto de políticas que no previeron tal resultado, el hecho es que ocurrió una corrida bancaria que superó los 20 mil millones de dólares en menos de un mes; los bancos sacaron de golpe ese dinero y lo llevaron al exterior. La inflación se desató en el país y alcanzó niveles desastrosos. Basta decir que, con los ingresos de un mes, que anteriormente sólo alcanzaban para cubrir los gastos mínimos, fue posible adquirir todos los aparatos eléctricos que, durante años, estaban fuera del alcance de esa familia.
 
Tomemos en cuenta que, aquí en Bolivia y hace apenas dos años, los agoreros lanzaban sus alertas como si la inflación estuviese a la vuelta de la esquina. Recordemos que, durante la hiperinflación que se dio entre 1982 y 1985, los banqueros manejaban todo el esquema de la venta libre de dólares que subía sistemáticamente en 60, 40, 30 y hasta 15 minutos cada vez. Fue una locura que terminó con el 21060. Es decir, terminó con el desconocimiento de las conquistas de los trabajadores, elevó la riqueza de unos pocos y entregó nuestro país a la rapiña internacional.
 
Hay que decirlo con toda claridad. Los bancos son, en este momento, el eslabón más débil de nuestro proceso de cambio. Lo son, precisamente, porque están actuando de una manera preocupante. La economía de cualquier país se resiente con ese tipo de conductas bancarias. Hay que tomar medidas a tiempo para evitar futuras consecuencias.
 
- Antonio Peredo Leigue es periodista, senador del Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia. 
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