La disminución del Producto Interno Bruto no es una desgracia

La situación económica de Venezuela es muy sólida

02/09/2009
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Bajo el socialismo, se efectúa la reproducción ampliada del producto social global a la vez que se eleva sin cesar el nivel de vida material y cultural de los trabajadores, lo que excluye la posibilidad de que surjan contradicciones antagónicas entre la producción y el consumo.”

 

Diccionario de Economía Política; Borisov, Zhamin y Makárova, 1965


 

Sonó el celular, con ese ruido corto que nos anuncia un mensaje. Un amigo de toda la vida me escribía: “Bajó el ingreso nacional”. ¿El PIB? le pregunté; “sí” fué su lacónica respuesta. La costumbre, generada por 22 trimestres en ascenso, frenaba mi entendimiento y credulidad. ¿Será posible? y el barril de petróleo me sacó de la duda.

 


 

Casi que lo oía decirme: “La prensa opositora lo vá a celebrar”. Ya se sobaban las manos con el gran notición: “2,4% menos”. Satélites, ondas, voces, e-mails, televisoras, diarios y portales apartaron todo el acontecer del mundo: “La economía venezolana sufrió un bajón” y hasta se oían los aplausos, las risas y las copas.

 


 

Aquí y allá


 

La vendedora del kiosko, escualidona ella, fruncía el labio y levantaba la ceja mientras me daba los periódicos del día, con el titular derechito, para asegurarse que yo pudiera leerlo: ¨Llegó la crisis y mandó a parar”, “… se acabó la diversión”.

 


 

Algunos comentarios incluso pronosticaban bastante más allá de lo señalado por las cifras: “La radiografía que ha publicado el Banco Central de Venezuela, al cierre del segundo trimestre, desnuda una economía debilitada, con una caída del Producto Interno Bruto en el orden de 2,4% junto a una inflación elevada que se proyecta sobre 20% en el año”.

 


 

Y agregaba en forma pedagógica: “Esta enfermedad (la estanflación), caracterizada por dos convulsiones simultáneas, estancamiento o contracción del PIB combinada con alza importante de los precios, es definida técnicamente como estanflación y las consecuencias suelen ser dolorosas”. Uno se queda con la duda de si este “relato” fué inspirado por grandes deseos, pésima lectura de cifras o simple desconocimiento de la materia económica.

 


 

Ciertamente, el Producto Interno Bruto descendió 1,0% durante el primer semestre de 2009. Esta cifra, comparada casi con cualquier país del mundo, es ínfima. En ningún caso merece calificativos como “fuerte desaceleración” y “grave contracción”, que sólo ligereza (u órdenes) pudieron redactar.

 


 

En el exterior, al otro lado del Atlántico, un entrevistado “oficial” aseguraba que “el índice de Venezuela refleja una continua y profunda recesión”. Releyendo escritos sobre economía, de finales del Siglo XVIII, termino por asombrarme como es posible que Carlos III tuviera mejores asesores que Su Majestad Actual.

 


 

Sin embargo, “Habrá desplome mundial del PIB y desempleo por cambio climático” aseguraban ese mismo día desde San Diego, California, en el mero centro del neoliberalismo y de la “esperanza”, según algunos insisten en hacer que otros crean.

 


 

Ni fiesta ni velorio


 

Disminuyó el Valor Agregado Bruto, principalmente en la actividad petrolera, pero su descenso (4,2%) es muy inferior al del promedio de cesta de crudos venezolanos y al del petróleo en general. Adicionalmente, Venezuela impuso los recortes de producción, acordados en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, para lograr la actual recuperación de precios.

 


 

En las actividades no petroleras, tal como lo señala el Banco Central de Venezuela, construcción, comunicaciones, electricidad, agua, agricultura y servicios comunitarios, sociales, gubernamentales y personales, crecieron en promedio más del 4%.

 


 

El sector de mayor rebaja fue la industria manufacturera: 8,5%. Pero, en el desglose por especialidades, el BCV nos aclara que la caída en fabricación de productos minerales “guarda relación con el proceso de adaptación a la política de estatizaciones instrumentada por el Ejecutivo Nacional”, mientras crecía significativamente la industria alimenticia: 11%.

 


 

Definitivamente, no voy a poner una fiesta para celebrar este descenso, pero tampoco estoy de luto. Más aún, la rumba de la oposición son muchas ganas de parrandear, porque ¿quieren comparar año a año después de “su” paro petrolero?

 


 

Definiciones


 

Conviene preguntar ¿se redujo el consumo?, ¿se redujo la producción?, ¿cuantificadas cómo? ¿cuáles son las unidades de medida que me indican, fehacientemente y sin lugar a dudas, que la “economía” realmente bajó?.

 


 

Ninguna estadística ni norma de economía avalan algunas afirmaciones, como aquella de: “Se desploma la economía venezolana”, gran titular de primera página en un diario mayamero.

 


Es necesario recordar que el Producto Interno Bruto, tal como se define y acepta internacionalmente, es sólo “el valor monetario total de la producción corriente de bienes y servicios de un país durante un período”. “El PIB es una magnitud de flujo, pues contabiliza sólo los bienes y servicios producidos durante la etapa de estudio. Además, el PIB no contabiliza los bienes o servicios que son fruto del trabajo informal (trabajo doméstico, intercambios de servicios gratuitos y similares)”.


 

En un ambiente socialista, con incremento de tareas voluntarias y comunitarias, no valorizadas en dinero, la producción real no está totalmente medida por el Producto Interno Bruto. Y a propósito, otra medida (utilizada en el Norte) es el PIB por kilómetro cuadrado. En esa escala, no más de 25 países en el mundo, los llamados desarrollados, pueden compararse o superar a Venezuela.

 


 

Adicionalmente, el PIB puede ser definido, e incluso medido, en tres formas diferentes:

 


 

1 – el total de gastos e inversión necesarios para producir esos bienes y servicios,

 


 

2 – la suma del valor agregado en cada etapa intermedia de la producción de todas las industrias, más los impuestos, menos los subsidios, y

 


 

3 – la sumatoria del ingreso generado en la producción, incluyendo sueldos de empleados, impuestos netos en la producción y ganancias brutas.

 


 

Hay una cuarta fórmula que se ha impuesto, al menos en los países del Norte: conusumo privado, más inversión bruta, más gastos del gobierno, más exportaciones menos importaciones.

 


 

Algunos autores sugieren que, bien computados, estos cálculos deben generar resultados similares. Nadie lo cree; especialmente en países subdesarrollados y más aún cuando iniciamos el socialismo, donde el Estado y las comunidades tienen mayor influencia en la producción.

 


 

Si además le agregamos nuestra situación de país rentista, es fácil deducir que el PIB no tiene el mismo significado en Venezuela que, por ejemplo, en Estados Unidos de Norteamérica. Quizás por eso allá, desde Keynes, separan totalmente los gastos e inversiones gubernamentales del sector privado. Pero estamos en otra realidad ¡afortunadamente!

 


 

Ni el único ni el mejor


 

El PIB es válido, nadie lo duda, pero hay otros indicadores a considerar, si queremos realmente hacer un diagnóstico profesional de la situación de la economía de un país.

 


 

Entre otros, es necesario observar el desempleo, los niveles de salario, la relación salario e inflación, el consumo, el índice de malnutrición, los servicios de salud, la satisfacción de la necesidad de vivienda, la distribución del ingreso y la relación entre el porcentaje del ingreso total del 20% de la población más rico comparado con el 20% más pobre; te asombrarías cuáles países, en este último, están peores que Venezuela y la mejora en lo que llevamos aquí en lo que vá de siglo, comparados con el resto del continente.

 


 

También deben incluirse otras mediciones como el Coeficiente de Gini, el indice bursátil, el retorno al capital, la situación de la Balanza de Pagos, las reservas monetarias, la relación deuda externa versus producto interno bruto, los tipos de cambio, el ingreso promedio por región y por actividad, nivel educativo, jornadas laborales y retorno promedio al capital invertido (adicional y total).

 


 

El PIB sólo no es excusa para salir a celebrar ni para romper en llanto.

 


jaquematos@cantv.net

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