El lado oscuro de la neutralidad

22/07/2009
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Mientras en el otro lado del mundo el amanecer se ennegrecía por un Sol eclipsado por la Luna, aquí en Honduras tres mujeres sin vínculos previos conversábamos sobre las tensiones que se han venido acumulando tras lo ocurrido el pasado 28 de junio. Sin mayores tensiones las tres estuvimos de acuerdo en que lo acontecido fue un Golpe de Estado, coincidimos en que la forma en que se procedió contra el presidente Manuel Zelaya fue incorrecta y finalmente concordamos en que la crisis podría polarizarse más y tener un saldo todavía más violento.
 
Hasta aquí parecería que nuestros puntos en común podrían dar pie a un diálogo desde el cual plantear hipotéticamente ciertos escenarios de conciliación que condujeran a una imaginaria, pero en sí posible, restitución del orden constitucional.
 
Sin embargo, más allá del aparente consenso, a la hora de señalarles que la vuelta del presidente Manuel Zelaya a Honduras sería un requisito imprescindible para tratar de retomar de alguna manera los senderos democráticos y sus múltiples retos, resultó que la neutralidad comenzó a presentar sutiles tonos de discordia.
 
Gota a gota mis interlocutoras fueron soltando algunos detalles implícitos en su elección de “no tomar partido.” Una incluso expresó su intención casi budista de mantenerse “en el medio” de la situación para así poder señalar mejor los excesos a sus amigos, ya fuesen blancos o rojos. [i]
 
A partir de ese momento fue evidente un primer rasgo oscuro de este tipo de neutralidad: aunque parta de buenas intenciones, incluso sustentada en una postura pacifista, ese tipo de ecuanimidad coloca el mismo peso de responsabilidad sobre lo ocurrido en las distintas facciones o colores de un conflicto.
 
Es decir, según esta interpretación “neutral” marchar de un lado o del otro fortalece la polaridad y por lo tanto incita a la violencia, suponiendo que quienes se manifiestan en resistencia pacífica contra el Golpe lo hacen en las mismas condiciones que quienes apoyan al régimen de facto. En la práctica misma esto se desvirtúa: por un lado la resistencia se manifiesta a pesar de los fusiles, la represión y la censura de medios; por el otro los desfiles y espectáculos de las camisas blancas son coordinados cuidadosamente por el aparato de Seguridad Nacional y cubiertos por los medios que operan sin hostigamiento del régimen de facto.
 
Pero si de verdad quisiésemos encontrar un punto “medio” dentro de esta crisis, primero habría que reconocer que aunque la brutalidad del Golpe tiene su origen en la violencia estructural de un sistema que excluye de los procesos de desarrollo a las grandes mayorías, aquella que nos ocupó en la plática y que me empuja a escribir estas líneas es la violencia que se gesta desde el régimen de facto y su brazo castrense, la cual se ha visto fortalecida en estos 26 días de resistencia debido a la dilación del retorno del presidente Zelaya para desde ahí comenzar a construir una solución a este conflicto.
 
Justo aquí se diluye la ambigüedad de este argumento pues resulta indiscutible que sólo quien esté o se pronuncie a favor del régimen de facto puede ver al gobierno de facto, a los militares y a la policía como sus aliados y protectores, mientras que el resto debemos cuidarnos por no pensar igual que ellos. Es así como, repito, ni somos igual de responsables de lo que está ocurriendo, ni vivimos bajo las mismas circunstancias; por lo tanto no existe un “punto medio” para juzgar a un bando o al otro.
 
Una segunda faceta sombría que percibí sobre la neutralidad de estas voces femeninas fue la aceptación tácita de la expatriación del presidente Manuel Zelaya argumentando que “él mismo se lo había buscado” debido a su desacato ante las prohibiciones y sentencias emitidas por los poderes Legislativo y Judicial en contra de la Cuarta Urna, la famosa encuesta que según el régimen de facto “disfrazaba” las intenciones continuistas y comunistas del mandatario.
 
Todas estas explicaciones en base a “derecho” me recuerdan la relación directa que existe entre este vocablo y la ideología derechista que tiende a colocar las leyes por encima de los derechos y los principios de humanidad. Precisamente esta justificación de la extradición del presidente ha sido ensalzada en un foro de la cadena UNIVISION donde un tal Juan Texiguat[ii] ha sugerido que los militares que secuestraron al presidente Zelaya actuaron empujados por el “estado de necesidad justificante” una figura legal que permite “causar un daño o transgredir un bien jurídico protegido, con el objeto de prevenir un daño mayor y preservar un bien … de mayor valor”, pues según él la extradición sirvió para evitar “el derramamiento de sangre que hubiera ocurrido si se hubiese encarcelado.”
 
Para utilizar esta figura en aras de justificar este violento acto contra el presidente Zelaya primero habría que reconocer que el Golpe mismo fue correcto y legal, entrando en conflicto directo con las evaluaciones hechas por la OEA, las Naciones Unidas y la comunidad internacional en general. Aunque presiento que los juicios contra las personas implicadas en el Golpe no tardarán en levantarse en la Corte Interamericana de Justicia, para tranquilidad de los legalistas me animo a penas destacar que el último informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Honduras señala que “la captura del presidente se produjo sin que se presentara el mandato judicial correspondiente” [iii] por lo que cualquier presunción de legalidad de los pasos posteriores, incluida la extradición, me parece que está fuera de lugar.
 
Un tercer espectro que rodeó la posición neutra de mis interlocutoras fue el fantasma de los 80: ambas se pronunciaron como sobrevivientes de la época y me explicaron que había gente que se había quedado estancada en esos años, rodeada del aura paranoica del momento y que eran personas que en el plano privado no podían llevar a la práctica sus principios, explicación que ya había recibido por parte de cierta persona “de principios y convicciones” que se sintió ofendida por unos mensajes que re-envié y que iban dirigidos a Ramón Custodio, Comisionado de Derechos Humanos de Honduras quien apoyó y sigue en línea con el Golpe político-militar.
 
Aunque reconozco que concientemente mi infancia en esos años no recoge el terror vivido por los familiares de las 184 personas desaparecidas, ni por las personas torturadas y asesinadas en Honduras en esa época, insinuar que eso ya “pasó de moda” es un escupitajo al cielo en estos momentos en que las libertades individuales están limitadas y que nuestros pasos están a merced de soldados que cargan en sus manos el poder de silenciar vidas a punta de un fusil.
 
Pero quizás el lado más eclipsado en las voces neutrales de estas dos mujeres -casi tan anónimas para ustedes que leen, como para mí que escribo- fue escucharles decir que los medios no eran parciales ni estaban censurados pues los rojos teníamos nuestra radio (Radio Globo), por lo menos dos canales de TV (Canal 36 y Maya TV) y el Diario El Tiempo y que hasta la CNN la pagaba Chávez. Otro punto desconcertante fue que mencionaran que la propaganda sensacionalista que el régimen de facto está transmitiendo constantemente por múltiples televisoras no estaba realmente surtiendo efecto en nadie aunque muchas personas de bajos recursos y escolaridad y sin posibilidad de ser convocadas por los movimientos sociales, sí están entrado en pánico sobre el comunismo que se nos viene encima de las manos de Chávez.
 
Pero así como la noche precede al día, la intensidad de esta penumbra de palabras intercambiadas también me invitó a buscar destellos de luz, razones para validar aún más mis principios que reconozco cada día más como socialistas, mucho más dinámicos, mucho más vivos, muchos más pensantes y ojalá por lo menos un poco más compasivos que cualquier arremetida derechista.
 
En resistencia pacífica y permanente.
 
Notas:
[i] Blancos o camiseta blanca, es el término utilizado por la resistencia en Honduras para referirse a los simpatizantes del régimen de facto encabezado por Roberto Micheletti. Los rojos, es el término menos despectivo utilizado por la derecha en Honduras para referirse a las personas miembro de la resistencia, también conocidos como izquierditas, ñángaras o revoltosos.
[iii] Informe Preliminar: Constatan violaciones sistemáticas a los derechos humanos en Honduras con ocasión del golpe de Estado. Misión internacional de observación sobre la situación de los derechos humanos. Tegucigalpa, 23 de julio de 2009. CIFCA, CEJIL, FIAN Internacional, CODHES, IDHUCA, Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Perú, FIDH, PIDHDD, SERPAJ, IEPALA, Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos-España, Solidaridad Mundial, IBIS Dinamarca, Asesora del Presidente de la Comisión de Cooperación Económica y Desarrollo del Parlamento Alemán, Instituto de Investigaciones Interculturales y de Cooperación-Austria, Alianza Social Continental, Centro de Estudios Tricontinental. 
https://www.alainet.org/es/active/31924

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