Fanfarronear con el petróleo
- Opinión
Del idioma inglés nos vino la palabra bluff, literalmente embaucar, convertida luego en anglicismo de la jerga de los jugadores de azar: blof, como verbo, blofear, que significa engañar haciendo creer que se tienen cartas en combinaciones ganadoras. Blofear es fanfarronear.
La información “revelada” en días pasados por Pémex Exploración y Producción, filial de Petróleos Mexicanos, sonó a eso, a blof, cuando por razones oscuras su director, Carlos Morales, anunció el “hallazgo” de una reserva que, según certificaciones internacionales, albergaría en el subsuelo del paleocanal de Chicontepec una reserva de 139 mil millones de barriles de crudo. El descubrimiento, que no es tal, colocaría en los próximos años a México por encima de los países más ricos en petróleo: Arabia Saudita, Canadá, Irán, Irak y Venezuela.
Siempre en informaciones no oficiales de la paraestatal, sino en versiones filtradas a la prensa, dos días después se publicaba una especie de desmentido al ingeniero Morales, en el que se precisaba que esa supuesta fabulosa cantidad de campos productores en Chicontepec, por sus características, sólo podría ser explotada cuando se cuente con la tecnología, inexistente hasta ahora en el mundo, para perforar los yacimientos que ahí se encuentran. Más o menos medio siglo. La nueva versión de Pémex, sin una fuente precisa, establece que en los próximos años sólo podrá ser explotado el 7 por ciento de esa pretendida riqueza, es decir, yacimientos que contendrían 18 mil millones de barriles de crudo.
La rectificación a lo anunciado por el ingeniero Morales también parte de una estimación irreal. Los técnicos de la industria petrolera nacional y los de otros países se preguntaban a qué intención obedecen esos anuncios; muy probablemente a mostrar en el escenario petrolero internacional cartas que despierten el interés para atraer los capitales privados a la industria mexicana. Desde la aprobación de las reformas petroleras en el Congreso de
De la existencia del paleocanal de Chicontepec, ubicado entre los estados de Puebla y Veracruz, se tiene conocimiento por lo menos desde 1924, mucho antes de que se descubrieran los enormes campos de Cantarel en la sonda de Campeche y los del mesozoico Chiapas-Tabasco. En el imaginario potosí del ingeniero Morales se trata de yacimientos de reducidas dimensiones, denominados técnicamente interligas geológicas, cuya profundidad es de un promedio de mil metros.
El problema para el aprovechamiento de esos yacimientos es que para hacerlo se requeriría perforar entre 70 y 80 mil pozos someros, y que cada pozo tiene un mínimo rendimiento que haría inviable la inversión. Las dimensiones de esos yacimientos determinan que los pozos perforados tengan una muy rápida declinación –entre 10 y 15 por ciento mensual--, con lo cual la poca reserva ahí encontrada se extingue en muy poco tiempo.
La explotación de los pequeños pozos de Chicontepec –similares a los que brotaban de manera casi espontánea, en los inicios de la industria petrolera-- comenzó hace varios años. No se trata de un hallazgo sensacional. Se estima que en el mediano plazo se podrán perforar unos 14 mil pozos. En 2008 se establecieron contratos para 200 pozos con una empresa estadounidense asociada con ICA de México, con la estimación de que cada uno de ellos produciría 250 barriles de petróleo diario. El resultado fue un rendimiento promedio de 150 barriles. En este año Pémex tiene proyectado perforar 500 pozos en esa zona.
Los técnicos de la industria convienen en que Chicontepec, lejos de ser la gran expectativa que sustituya al gigante Cantarel, es una muy reducida posibilidad frente a otras, localizadas a lo largo del Golfo de México, en tierra y en aguas someras, que en conjunto, con inversiones a cargo de la paraestatal, podrían convertir la reserva probable, de unos 14 mil millones de barriles, en reserva probada, que se sumaría a la actualmente existente, de alrededor de 10 mil millones de barriles. Fanfarronear no es la forma de dar al petróleo de México el papel que le corresponde en el desarrollo, sino un recurso velado para entregar al extranjero esa riqueza.
- Salvador del Río es periodista y escritor mexicano.
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