Con la Ley Agrícola Norteamericana: Nos llueve sobre mojado...

01/10/2002
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Hubo tiempos (años 40-60) en que la agricultura mexicana fue la "gallina de los huevos de oro", porque ella proporcionó al país materias primas y mano de obra barata para el desarrollo industrial y con la exportación de excedentes agrícolas (principalmente de granos básicos) se captaron divisas que dieron estabilidad financiera al país. Pero los intereses del capital industrial y de la burocracia gobernante con la omnipresencia de un partido de Estado, llevaron al país a alinearse en los años ochenta al modelo neoliberal y aplicar con fidelidad lacayuna todas sus recetas (privatización, libre comercio, contrarreforma agraria, retiro de programas de fomento a la producción, etc.), que terminaron descapitalizando al campo mexicano y empobreciendo a la mayoría de su población. Por desgracia vivimos junto a la economía más grande del mundo. Los EU representan el 75% de la economía del continente, cuenta con la agricultura más desarrollada y moderna, con un alto nivel de proteccionismo. Los EU son la súper potencia económica, militar, política e ideológica hegemónica en el mundo. A partir del enero del año próximo, a excepción del maíz y el frijol, todos los granos básicos y oleaginosas, cruzarán nuestra frontera con los EU sin ningún arancel consumando una competencia tan desigual como injusta. Nuestra balanza comercial agropecuaria, ha sido deficitaria en todos los años de operación del TLCAN; lo mismo ocurre con la balanza comercial agroalimentaria; nuestro comercio exterior agrícola con EU ha sido deficitario, a excepción de 1995, debido a la fuerte devaluación del peso y no por un incremento en nuestros volúmenes de exportación. El 80% de las importaciones agrícolas totales de México son de granos básicos, oleaginosas y derivados. La importación de éstos casi en su totalidad procede de los EU. México es considerado un país importador neto de alimentos, sus exportaciones de granos básicos y oleaginosas son poco significativas(1). Sin duda alguna es este sector uno de los más afectados por el TLCAN, sus importaciones han crecido considerablemente. Tan sólo en los seis primeros años del Tratado se incrementaron más del doble, pasando de 1,650 millones de dólares en 1994 a 3,900 millones de dólares en 1999. Debido al Tratado se han mantenido las importaciones de sorgo y han aumentado las importaciones mexicanas de soya y de aceite de soya. Al mismo tiempo, las exportaciones de algodón han mostrado una tendencia a disminuir, pasaron del 11 al 6.2% de 1995 a 1999; el frijol también ha decrecido, el garbanzo ha mantenido un volumen más o menos igual. Las exportaciones de maíz alcanzaron su punto máximo en 1998 y bajaron estrepitosamente en 1999. La semilla de ajonjolí mantiene una tendencia estable, aunque su volumen de exportación no es significativo. La política comercial en el marco del TLC han desmantelado la agricultura campesina de nuestros país, arruinado a los medianos productores que exportaban parte de sus excedentes de granos básicos y oleaginosas. Varios de estos cultivos, como el ajonjolí, cártamo y cacahuate han desaparecido prácticamente del mapa productivo del país. Esta una apretada síntesis del panorama de la agricultura en México. Ahora bien, si revisamos la historia de la agricultura estadounidense nos encontraremos que es la historia de una agricultura subsidiada. Se trata de un país cuya agricultura fue directamente beneficiada por la revolución industrial y que desde 1865 ya tenía problema de sobreproducción. Tal alta era la tecnificación que para principios del siglo XX la población dedicada a la agricultura representaba el 14% del total de sus habitantes, mientras que en México teníamos más del 80% de la población dedicada a actividades primarias. Los granjeros (farmers) jugaron un papel progresista en la sociedad norteamericana, lograron que el congreso aprobara leyes favorables al sector agropecuario, se enfrentaron a las políticas agrícolas implementadas por la Secretaría de Agricultura. Sin embargo hoy día es un sector privilegiado, estratificado a su interior, de tal manera que el 67% de los subsidios se concentra en el 10% de los grandes farmers, es decir, unos 200,000 de un total de 2 millones de granjeros. Según la Ley agrícola que se renueva cada cuatro años existen subsidios por limitación de superficie, para apoyo a precios, para pagos por deficiencia, para órdenes de mercado, para conservación de suelos y suministro de agua para riego. Es común que el gobierno pague a algunos granjeros por no cultivar un pedazo de tierra, mientras le da alicientes en impuestos para arar y plantar a otro. Bajo estas condiciones los EU producen la mitad de la producción mundial de soya y maíz, del 10% al 25% del algodón, trigo, tabaco y aceites vegetales. Un tercio de sus tierras de cultivo están dedicadas a producir cosechas destinadas a la exportación a Europa, Asia, Africa, y América Latina En los últimos años de políticas neoliberales en México, además de privilegiar el pago de la deuda externa, la segunda deuda en América Latina, se subsidia a los banqueros, a los industriales azucareros, a las empresas carreteras; se solapan multimillonarios fraudes de los llamados delincuentes de cuello blanco, mientras al campo se dedican ridículas sumas, como la del año actual de unos 2,800 millones de dólares, mientras en los EU se destinarán 19,000 millones dólares anuales para subsidiar a los agricultores en los próximos diez años, haciendo un total de 190 mil millones de dólares. Tan sólo el subsidio anual para los agricultores de EU es por lo menos 6 veces más alto que todo nuestro presupuesto anual agropecuario, para un número muchos mayor de agricultores campesinos. Hace unos días en la Cumbre de Johannesburgo, cuando se dijo que entre EU, la Unión Europea y Japón gastan mil millones de dólares diarios en sus agricultores, Kofi Annan les dijo: "Pónganse ustedes en los zapatos de un pequeño país en desarrollo que no puede exportar sus productos agrícolas... porque los agricultores más ricos de los países más ricos están fuertemente subsidiados. No tiene sentido dar con una mano para después quitarlo con la otra" Ninguna agricultura podría sobrevivir sin apoyos ni subsidios, por ello a pesar de que el campo mexicano ha sido arrasado desde hace varios años, por las políticas neoliberales y el libre comercio, los campesinos mexicanos han hecho verdaderos milagros para evitar una hambruna en el país; pero el mayor milagro que tendrán que hacer es cambiar radicalmente el actual modelo depredador, empobrecedor y corrupto que se nos ha impuesto. Los campesinos y agricultores mexicanos tenemos que hacer valer nuestro derecho a decidir sobre nuestro futuro, no son el mercado, ni las transnacionales agroalimentarias quienes deben decidir por nosotros; los mexicanos tenemos que hacer valer nuestro derecho a diseñar el proyecto de país que queremos y desde ahí insertarnos en la globalización, con soberanía alimentaria, con soberanía política y con dignidad. Las próximas semanas serán decisivas para el campo mexicano. O con la movilización campesina e indígena echamos abajo las políticas y las leyes del gobierno foxista, o este país caerá en la ingobernabilidad; o Fox reconsidera su política empresarial a ultranza o verá arder los campos y las calles de la ciudad de México se cimbrarán con las pisadas de los huaraches de miles de campesinos e indígenas. La CNPA y varias organizaciones más, estamos proponiendo una gran movilización para el 12 de octubre, proponemos que haya marchas-caravanas hacia la ciudad de México de las diferentes regiones del país. En varios estados ya se realizan reuniones para coordinar esfuerzos unitarios, teniendo como ejes la derogación de la Ley Bartlet-Ceballos y la aprobación de la Ley COCOPA, la revisión del TLC en su capítulo agropecuario, rechazo al ALCA, al Plan Puebla Panamá y un presupuesto para el campo no menor de 50,000 millones de pesos. * Plutarco Emilio García J, Coordinadora Nacional Plan de Ayala y Unidad Central de Estudios para el Desarrollo Social/UAEM Nota: (1) Ana de Ita, Impacto del TLCAN en los granos básicos y oleaginosas. En "¿Cuánta Liberalización Aguanta la Agricultura?". Cámara de Diputados, LXVII Legislatura , Comisión de Agricuyltura. México, 2000. Pp. 47-52
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