El 15 de agosto se presentara el reto de hacer realidad la transición a la democracia

Despartidizar significa descoloradizar

27/07/2008
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Asunción del Paraguay

A escasas dos semanas de la asunción al mando del nuevo gobierno en la República del Paraguay, encabezado por el obispo con suspensión del estado Vaticano Fernando Lugo, crece la expectativa sobre las posibilidades reales que su administración inicie en forma urgente y real la transición del Paraguay, desde un estado de herencia dictatorial, conservadora y de práctica hegemónica de partido, hacia una verdadera democracia donde impere el estado social de derecho, según reza en la Constitución Nacional vigente desde 1992.

Numerosas y crecientes demandas insatisfechas esperan resolución rápida y acertada del nuevo presidente, así como de su nuevo gabinete, que combina representaciones variadas que van desde los sectores más conservadores del liberalismo, hasta un abanico de representantes e individualidades diversas de la centro-izquierda y el progresismo liberal paraguayo.

A partir del 20 de abril de 2008, fecha de las elecciones nacionales, al conjunto de problemáticas históricas a resolver, se suman incluso las emergentes producto del extenso período que va desde las elecciones y la asunción al mando el próximo 15 de agosto, debido a la evidente cuasi acefalía en la presidencia de la República, con un presidente ausente ante sus elementales responsabilidades constitucionales, y su dedicación casi exclusiva en lograr un inexplicable y no merecido escaño senatorial que le brinde por lo menos cinco años más de impunidad sin tener que exponerse ante los tribunales ni pagar a ávidos abogados defensores, hecho que parece quitarle el sueño y tensar los nervios.

La Asociación Nacional Republicana, partido colorado, que ejerció en forma hegemónica, despótica y sin interrupciones casi 61 el poder, ha construido el estado nacional a su imagen y semejanza. El partido hoy por hoy es indivisible del estado nacional del cual en unos días más se deberá desprender, muy probablemente para siempre, en las condiciones de extrema arbitrariedad y abuso con el cual se ha servido, hecho que coloca a la citada nucleación partidaria y al propio estado ante una situación inédita en el país, desde su independencia en 1811.

La Asociación Nacional Republicana, partido conservador que dice tener raíces agraristas, nacionales y populares, en el ámbito rural ha sido el responsable de la más grande concentración de la propiedad de la tierra en toda su historia, como apoyo institucional del período dictatorial persiguió casi hasta el exterminio a toda forma de organización política y social que buscara la reforma agraria y la redención del campesinado, hasta el punto de ser considerado hoy el Paraguay uno de los países de peor distribución de la tierra en todo el continente y uno de los más concentrados del mundo.

Como partido de corte republicano y nacionalista, ha sido el responsable de la mayor entrega de soberanía al Brasil y otros estados de su suelo, de su subsuelo y entregado en condiciones de coloniaje la propiedad y el abuso sobre los recursos naturales e hidroeléctricos a través de las represas de Itaipú y Yacyretá.

Y por su supuesta raíz popular, ha sido el responsable de la instauración desde 1947 de la práctica sistemática de la violación de los derechos humanos, la instauración del terrorismo de estado en las tres grandes fases de su reinado arbitrario sobre la República del Paraguay, con la construcción de la policía política, el encarcelamiento, confinamiento y exilio de la oposición política entre 1947 y 1954, con la instauración del peor estado terrorista que conociera la historia independiente del Paraguay entre 1954 y 1989 con más de 20.000 víctimas, 500 desaparecidos y ejecutados extrajudiciales, con la construcción de cárceles, comisarías-cárceles, regimientos cárceles en toda la geografía nacional, y con la continuación de las práctica represivas y de criminalización de la lucha social en el período de 1989 hasta la actualidad en diversos grados de arbitrariedad y falta de respeto a los derechos humanos fundamentales, así como los de segunda generación ante un estado ausente ante sus responsabilidad formales comprometidas a partir de la Asamblea Constituyente de 1992.

Por tanto, el Paraguay, con sobredimensionadas expectativas vive momentos casi fundacionales, con un gran reto que significa la despartidización de toda la administración pública luego de más de seis décadas de la satrapía de partido único, aliado a los militares y policías. Por tanto, es justo, es equitativo hoy, definir que en el Paraguay, despartidizar, significa fundamentalmente descoloradizar, y éste último término con el agregado insustituible de desterrar para siempre de la nación paraguaya el estronismo, su herencia cultural totalitaria, policíaca y antipatriota. Y esta acción de despartidización con descoloradización deberá ser parte fundamental y transversal de las políticas de estado.

Así como por el lado de la sociedad civil, la Asociación Nacional Republicana, que en la vorágine terrorista devoró a importantes exponentes en sus propias filas, éstos, en la llanura democrática tendrán la oportunidad y el deber histórico de cobrarse con justicia tantas inequidades, juzgando, condenando y purgando de sus filas a los escombros del totalitarismo fascista, empezando por el ex general Alfredo Stroessner, que sigue siendo miembro honorario de esa nucleación política, y su poco tierna podredumbre que incluso hoy dicen ser sus herederos, y aún ocupan espacios de poder dentro de la democracia y aún disfrutan de sus fortunas malhabidas con total desparpajo.

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