El impasse boliviano se agrava

23/07/2002
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A menos de 2 semanas del 6 de Agosto, fecha en la cual el congreso boliviano haya debido elegir un presidente, no se sabe qué pueda pasar en ese país. En la mayor parte de las democracias presidenciales se estila que, cuando un mandatario es electo se da un periodo de transición que puede durar meses en el cual éste se prepara para implementar su programa y componer su ejecutivo. En Bolivia no hay certeza sobre quién podría ser el nuevo presidente y en torno a qué correlación de fuerzas. Los 157 parlamentarios deberían escoger entre el ex-presidente "Goni" Sánchez de Lozada del MNR y el sindicalista campesino Evo Morales Ayma del MAS. Sánchez tiene garantizados 57 votos derechistas y Evo 42 izquierdistas. El MIR ha dicho que sus 31 congresistas no votarán por ninguno y semejante actitud Manfred Reyes Villa quisiera que adopte su bancada de 27 miembros. Estas 2 fuerzas tratan de ubicarse en el centro entre estos dos candidatos polares. Por una parte aceptan el modelo neo-liberal que Sánchez abrió en 1985 pero por otra aceptan una nueva asamblea constituyente (a la que el MNR y su aliado UCS, se oponen) y son críticos a la privatización del gas. En estos dos últimos puntos pueden tener ciertos acercamientos con Morales pero disienten de éste en su radicalismo izquierdista, su enemistad con los EEUU y su planteo de libre producción de la coca. Al MIR y a la NFR se les critica por no querer respaldar a ninguno de los dos contrincantes. Para distintos medios empresariales, el clero y la embajada estadounidense lo ideal sería un acuerdo del MNR, la NFR y el MIR para hacer que Sánchez haga un gobierno estable. Para muchos electores del MIR y la NFR no sería posible acabar apoyando a Sánchez, a quien se le sindica como el símbolo de un sistema que se busca cambiar, y sería mejor votar por Morales o por nadie. Para el MIR no sería algo anormal votar por el MNR. En 1985, cuando el MNR quedó segundo, los miristas le llevaron al gobierno. En 1989 el MIR se alió a quien fuera su enemigo mortal: el ex-dictador Bánzer quien tanto les persiguió. Entonces, no había ninguna fuerza significativa a la izquierda del MIR y los sindicatos venían siendo derrotados. La situación es ahora distinta. El MIR, quien generalmente representaba la izquierda dentro de los 3 principales partidos del sistema, ha quedado rebasado por el MAS, quien es más radical y se opone al modelo social y político neo- liberal imperante. Los sindicatos campesinos están muy fuertes y ha habido una serie de huelgas exitosas en Cochabamba y Oruro. Esto hace que el MIR se sienta inseguro y teme ser rebasado por la izquierda en caso de llegar a un nuevo co-gobierno. Este partido nació hace 3 décadas como de extrema izquierda y guerrillerista, y ha estado unos 15 de los últimos 20 años compartiendo el poder con las fuerzas más disímiles. Paz Zamora cree que un nuevo gobierno con el MNR podría desacreditarlo. La NFR irrumpió pensando que ganaría las elecciones del 30 de junio. El haber quedado terceros les ha sorprendido y golpeado. Además, éste no es un partido sino una amalgama electoral organizada en torno a una figura. Los distintos componentes del manfredismo apuntan en direcciones distintas. El candidato vice-presidencial de la NFR ha sido Ivo Kúljis. Este empresario oriental, quien obtuvo previamente más del 15% en las elecciones de 1997 como el candidato presidencial de la UCS, es proclive a un entendimiento con el MNR. Hay otros componentes de la NFR más cercanos al MAS como lo son el sindicalista campesino Alejo Véliz, ex-candidato presidencial de la Izquierda Unida (de la que viene el MAS), y algunos diputados del sector de René Joaquino. Hasta el viernes pasado ya se tenía casi seguro un pacto MNR-NFR, e incluso se hablaba que ya se habían acordado 9 de los 10 puntos en cuestión así como en asignar un 40% de las carteras ministeriales a los manfredistas. Sin embargo, tal coalición no sobrevivió al fin de semana. Reyes anunció la ruptura, la misma que ha sido mal vista en medios empresariales. Sectores que quisieran dar estabilidad al modelo neo-liberal acusan a Reyes de tener ambiciones personales y que su proyecto sería impedir un gobierno fuerte para que se adelantasen los comicios en función de sus apetitos exclusivos. Reyes puede haber sufrido la presión de distintas fuerzas que están tras él y de Paz Zamora, quien le fue a visitar. Para Manfred un acuerdo con el MNR le hubiese costado caro. En su campaña insistía en el cambio y la renovación, y luego dijo que bajo ningún aspecto votaría por Sánchez. Previamente los manfredistas argumentaban que en un co- gobierno con el MNR no serían capaces de capitalizar posibles triunfos de éste y, sin embargo, deberían cargar con el peso de muerto en caso que éste fallase. Al negarse a un pacto con el MNR, Reyes habría querido preservar su movimiento. Sin embargo, en vez de prevenir una ruptura por la izquierda podría acabar produciendo una rebeldía por parte de la fracción de Kúljis. Según La Razón (24 Julio) la NFR podría romperse a la hora de votar por la presidencia. Tal vez 10 parlamentarios ligados a Kúljis podrían votar por Sánchez, haciendo que éste llegase a 67 de los 79 votos necesarios para obtener una mayoría absoluta. Otros 3 diputados eneferistas podrían hacer que Evo subiese de 42 a 45 votos. El MIR, un partido más estructurado y disciplinado, aparentemente votaría en bloque. Sin embargo, éste tampoco es monolítico. El ala de Carvajal estaría más proclive a un acuerdo con el MNR mientras que el sector de Torres es reticente a dicho pacto. Reyes y Paz Zamora estarían buscando estructurar un centro político que fuese capaz de aparecer como alternativa ante un impasse en la elección presidencial o ante un posible acortamiento del periodo gubernamental del próximo presidente. La incapacidad de Sánchez de formar un amplio gobierno está produciendo especulaciones en sentido que él podría dejar la presidencia a su vice, Carlos Mesa. Este periodista carece de experiencia de estadista pero él tendría más facilidad en acercarse al MIR y NFR. Otra posible movida sería que Sánchez pidiese nuevas elecciones, incluso acortando su periodo constitucional, a fin de conseguir un gobierno con mayoría electoral y parlamentaria. No obstante, nuevos comicios no son garantía para nadie. Ante la debilidad del MNR para formar un amplio gobierno, el MAS estaría buscando distanciarse de su inicial intransigencia. Morales acaba de plantearle al MIR y a la NFR llegar a un acuerdo de gobernabilidad basado en 4 puntos en los cuales no sería improbable que se llegasen a coincidencias. En pocas semanas el MAS ha venido evolucionando. Cuando los comicios concluyeron Morales dijo que su partido no pactaría con nadie y que los demás deberían votar por él. Gradualmente se ha dado cuenta que al gobierno sólo podría llegar mediante un alzamiento popular o mediante una componenda parlamentaria. Temeroso de ir por la primera opción (más proclive a los revolucionarios) el MAS se estaría moderando y buscando llegar a un co-gobierno con la iglesia y las fuerzas del centro. Esto, a su vez, hace que el MIR y la NFR, amplíen su margen de maniobra. Las fuerzas que están al centro entre la derecha del MNR y la izquierda del MAS temen acabar divididas en torno a esta polarización. Su juego consiste en hacer que ambos extremos se moderen. Buscan que el MNR acceda a la constituyente, a revisar sus capitalizaciones o ser abierto a la cuestión del gas. Por otro lado quieren que el MAS se aleje de sus cánticos en pro de una nueva revolución a la cubana. En este reacomodo de fuerzas varios escenarios pueden acontecer. En los medios empresariales hay un temor que con Sánchez se repita una "UDP de derecha", es decir el retorno al gobierno de 1982-85 que acabó acortando su periodo debido a que no pudo gobernar con un parlamento hostil y una oposición sindical activa. Sin embargo, la UDP había ganado la presidencia con un fuerte porcentaje electoral y movilizando cientos de miles contra la dictadura de 1980-82. Otra posibilidad sería otra UDP en la cual Morales y Paz Zamora vuelvan a estar cercanos, como hace 2 décadas. En este caso sería un gobierno de centro- izquierda. Cualquiera sea la combinación que gane la elección congresal de agosto, el futuro gobierno del Alto Perú no será uno sólido o estable. El dilema de Evo: EVOlución o rEVOlución Sánchez de Lozada ha venido fracasando en sus intentos de aliarse con cualquiera de las restantes 3 fuerzas significativas en el parlamento boliviano. Parece que sólo conseguirá 57 votos, 22 menos del mínimo indispensable para alcanzar una mayoría absoluta. Esto podría poner a Evo Morales en mejores posibilidades de disputar la presidencia. Morales se jacta que su partido, el Movimiento Al Socialismo, es el que más ha crecido, que es hoy el más grande de Bolivia, pues el MNR que le ganó por pocos votos fue en alianza (y no sólo como ellos), y que es quien tiene más capacidad para movilizar a sus bases. Felipe Quispe, jefe de la confederación campesina y del otro partido agrario significativo en el congreso, ha acusado a Morales de "no ponerse los pantalones" y de acobardarse en querer tomar el poder. El problema que tiene Morales es que desde el punto de vista puramente legal, él sólo sacó 21% de los votos y apenas cuenta con el respaldo de 42 de los 157 congresistas. Para tratar de ganar la presidencia Evo tiene dos alternativas: o evoluciona hacia ser un partido moderado que consiga el voto de los partidos centristas; o llama a una gran movilización de masas para tratar de llegar al poder aunque sea desencadenando una revolución. Para lograr la primera opción Morales debería tratar de llegar a acuerdos con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y la Nueva Fuerza Republicana (NFR). Ambos partidos han llegado a estar en el saliente gobierno de Bánzer/Quiroga y aceptan el modelo neo-liberal vigente. La diferencia que hay entre éstos y el MNR está en su prédica renovadora, en pro de una constituyente y crítica a la privatización del gas. Morales dice que el MIR y la NFR deberían votar por él pues en algún momento sus jefes lo prometieron argumentando que querían evitar que Sánchez volviese a palacio. El problema es que Morales no les da nada a cambio. Les dice que no quiere alianzas y que ellos deberían votar por él sin condiciones, algo imposible en política. Buscando moderar su discurso el MAS ha ofrecido 2 ministerios a la iglesia (una de las instituciones tradicionalmente más conservadoras) y que hará un gobierno que respete a la empresa privada y busque buenas relaciones con todos los países. La confederación de empresarios privados le ha lanzado a Morales una invitación para que dejen las calles y transformen su protesta por las vías constitucionales a fin que el MAS se convierta en un factor de orden. Esto en el futuro le podría evitar vetos, como el que la embajada estadounidense le ha puesto. Mas, para el MAS no es fácil ir "domesticando" su lenguaje a fin de distanciarse de lo que dijo en plazas para acercarse a algo que las capas altas de la población quisieran tener como garantía. La otra alternativa que tiene Morales es la de ser consecuente con su prédica de no querer negociar con los partidos tradicionales y de querer otra Cuba u otra revolución -tipo 1952. Morales y la izquierda, encabezando a la Confederación Campesina y la Central Obrera Boliviana, podrían llamar a marchas diarias, huelgas y bloqueos para evitar que Sánchez vuelva al gobierno y que el poder pasea las organizaciones sociales que están tras el MAS. Durante su campaña Morales parodió a Perón cuando él en 1945 dijo que su país tenía dos chances: votar por él o por el embajador norteamericano. Sin embargo, Morales teme radicalizar su lenguaje y su accionar. De hacerlo sabe que cientos de miles podrían ganar las calles y polarizar al país. En caso que se produjese esta última salida ello implicaría desatar fuerzas que tal vez no podría controlar luego. El MAS podría cruzar el Rubicón. En vez de apelar a sectores del empresariado, las FFAA y el clero, Morales se vería obligado a distanciarse de ellos y a prometer cambios sociales muy osados. El MNR en 1952 inicialmente no quiso que las FFAA fuese desarmadas por los sindicatos, o que se produjesen ocupaciones de tierra o intervención obrera sobre empresas que fuesen nacionalizadas. La dinámica de llamar al pueblo a ocupar las calles puede conducir a una insurrección y a que el propio MAS quede desbordado creciendo los sectores favorables a una revolución socialista, que pidan expropiar las empresas privatizadas, hacer una nueva reforma agraria o no pagar la deuda externa. Morales no sabe que hacer. Si opta por la evolución sabe que se distanciará de algunas de sus bases y que los sectores más extremistas le reprocharán como conciliador o capitulador. Si opta por la revolución teme abrir una caja de pandora que no podría volver a tapar. Quispe le pide a Morales que negocie con los otros partidos o que haga movilizaciones, pero ambos caminos pueden acabar excluyéndose los unos a los otros. Llamar a las bases a las calles puedo conducir a que se espanten los parlamentarios moderados y a tener que olvidarse de querer llegar al gobierno por la vía pacífica. Los más beligerantes dentro de la izquierda le dirán que los bolcheviques tomaron el poder en Rusia 1917 con menos porcentaje que el que han tenido hoy los partidos campesinos. Ni el MAS ni el MIP se centran en sindicatos obreros y menos quieren una "dictadura del proletariado". El sistema boliviano está entrampado en cuanto a la elección de un presidente y de un gobierno que tenga respaldo. Si Sánchez se siente impotente de formar un ejecutivo amplio, Morales se siente impotente de escoger entre evolución o revolución. El preferiría la primera salida pero a lo mejor no le quedará mas que la segunda. Su indecisión le paraliza. La alternativa reconfortante es decir que esperarán un tiempo hasta fortalecer al partido desde la oposición y ver si a lo mejor el MNR no llega al quinquenio. Esto podría ayudar a que el MAS se vaya preparando para ser gobierno. Para eso debería irse moderando como el PT brasilero o los socialistas chilenos para que se les levantase el veto que algunos sectores ligados a la embajada le han puesto. Podría mantener un lenguaje "anti-imperialista" pero con ello no sería tan fácil llegar a la presidencia si es que previamente requiriese de una mayoría parlamentaria. Este abandono de querer tomar el poder hoy para esperar mejores oportunidades igualmente podría crear crisis en el MAS en beneficio de sectores moderados o radicales. Quispe intenta sacar provecho de esa frustración diciendo que nunca más se repetirá una situación en la cual un indio pueda llegar al poder y que Morales está volviendo a mostrar su temerosidad. Para los trotskistas las oscilaciones del MAS evidencian que se necesita una nueva dirección proletaria y no pequeño burguesa. Para Morales su actitud sería responsable y tendiente a mostrar que él es capaz de hacer una oposición constructiva. Sánchez de Lozada piensa que él tiene más chances para llegar a la presidencia, pero sabe que no tendrá mucha gobernabilidad. Morales quisiera ser presidente pero no sabe que camino optar. Mientras tanto Bolivia sigue en un impasse. Por un lado hay un MNR que sabe que gobernará con poder, y por otro está alguien que no se siente con suficiente poder para gobernar. Isaac Bigio: Analista Internacional London School of Economics
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