Voces y silencios de la Cumbre

MERCOSUR: ¿Coyuntura o estrategia?

01/07/2007
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Buenos Aires
La reciente cita de Asunción dejó en claro que por lo menos conviven dos enfoques sobre el proceso de integración: neoliberalismo maquillado o estrategia independiente de nuevo tipo.

Hacerse los distraídos no conviene. El debate político sólo preocupa a quienes quieren dejar las cosas como están. Entre voces y silencios, la XXXI Cumbre del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) puso en evidencia que no todos quieren decir lo mismo cuando hablan de integración.

Pasaron 16 años, más de 30 conclaves supremos e infinidad de encuentros técnicos y políticos. Sin embargo en el MERCOSUR todavía se oyen infinitos reclamos y descontentos.

Los socios menores piden limar las asimetrías. Aún no se superó la instancia de acuerdo arancelario imperfecto. No existen políticas sociales, educativas y culturales comunes. Los enfoques en materia de medios de comunicación públicos aun distan de conciliar entre sí. Las organizaciones populares deben reunirse sobre la vereda de enfrente, con agenda propia y sólo aceptada por los gobiernos en términos formales.

Si todo eso así, más allá de las mejores intenciones declaradas, entonces cabe preguntarse: ¿Qué sucede en el bloque integrado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay y al cual quiere acercarse otro conjunto de países?

Pues sucede que para algunos se trata de un espacio comercial, económico y político concebido dentro del paradigma de tensión “mundo global-regiones” del enfoque neoliberal (entendiendo por neoliberal al esquema de la etapa actual del sistema capitalista – imperialista) y para otros es una posibilidad cierta de discutir e implementar una agenda estratégica sobre puntos también estratégicos: control y utilización conjunta de recursos naturales y energéticos, inyecciones profundas de políticas distributivas; creación y instituciones multilaterales (políticas y comerciales) propias y ampliación de la base social de los regímenes democráticos a través de nuevas fórmulas de participación popular.

Esa última es la opción propuesta por los presidentes de Venezuela y Bolivia (el primer país en proceso de incorporación y el segundo con calidad de Estado asociado), Hugo Chávez y Evo Morales respectivamente, en sintonía con el de Ecuador, Rafael Correa, quien ya manifestara su postura proclive al bloque del Sur y estuvo en presente en calidad de invitado en la Cumbre asunceña.

Del otro lado, aunque con distintos matices, se encuentran los gobiernos de los miembros plenos –el club del cual habló hace pocos días, haciendo uso de una metáfora vulgar el canciller de Brasil, Celso Amorim – que no aciertan ni se animan a romper el molde con el cual el MERCOSUR fue creado.

Valga citar sólo algunos ejemplos caso por caso. El gobierno del presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva defiende a capa y espada los intereses corporativos de Petrobrás, que poco y nada tiene de estatal y forma parte del nudo de matriz energética que expolia a Bolivia.

Tampoco es compatible con la sustentabilidad de un proyecto regional autónomo el programa estructural de producción de agrocombustibles en el que Brasil parece decididamente empeñado, habiendo hecho pública su adhesión a la iniciativa de la administración estadounidense de George W. Bush.

Por el otro lado, fue saludable la invocación formula en Asunción por el argentino Néstor Kirchner al principio de solidaridad y al límite de paciencia que deben tener los gobiernos ante “los caprichos” de las empresas privadas. Sin embargo, muchas veces lo que se dice con palabras se desdice a través de los hechos.

Será imprescindible que los gobiernos de la región no reproduzcan la cultura política y las iniciativas emblemáticas de los años de plomo neoliberales de la pasada década del ’90: la conversión de las gestiones de Estado en fuentes de negocios privados signados por la corrupción, como el caso de la firma sueca Skanska en las obras de gasoductos; y la trajinada argentinización” del petróleo mediante la venta del 25 por ciento del paquete accionario de Repsol YPF a un banquero también privado allegado al gobierno, conforme viene insistiéndose en forma pública, sin desmentidas oficiales, debido a que el consorcio trasnacional “de bandera española” decidió impulsar sus inversiones en África.

En un mismo orden de cosas, el pasado fin de semana se supo que los entes gubernamentales de Argentina, la Oficina Anticorrupción y la Auditoría General de la Nación investigan eventuales maniobras ilícitas de la Secretaría de Transporte, a cargo de Ricardo Jaime.

La mayor parte de las investigaciones en curso por supuesta corrupción se refieren a organismos que están en la órbita del poderos ministro de Planificación Federal argentino, Julio De Vido.

Tampoco coincide con una estrategia regional independiente la decisión del gobierno de la patagónica y petrolera provincia de Santa Cruz –asiento político original de Kirchner- de renovarle las concesiones petroleras por casi medio siglo a la corporación Pan American Energy (PAN), conforme el molde privatizador de los años ´90, que el propio presidente se encarga de fustigar.

Avanza la certeza de que ciertas decisiones del gobierno argentino, que objetivamente tocan intereses de algunas corporaciones -como la transferencia del 50 por ciento de la trasportadora eléctrica Transener a una empresa argentina (Electroingeniería), requerida por el fondo de inversiones de Estados Unidos Eton Park, asociado a Petrobrás-, apuntan mas a dirimir disputas interempresarias que a consolidar un paradigma diferente al impuesto por la ola neoliberal.

Por su parte, Uruguay no cesa en su amagues de acercamientos, a través de una suerte de TLC, con Estados Unidos, mientras que Paraguay -que comparte con el primero los justos reclamos por las asimetrías frente a Brasil y Argentina- trazó compromisos militares con Washington que insertan a la región dentro del esquema ampliado del Plan Colombia.

Las organizaciones sociales que en Asunción participaron en la Cumbre de los Pueblos del Sur en forma paralela al encuentro mayor del MERCOSUR recalcaron la necesidad de que el bloque incorpore en forma efectiva una serie de demandas que surgen de la llamada sociedad civil, como el cese de la represión a las luchas sociales, una clara política de defensa de los recursos naturales y la puesta en práctica de programas de soberanía alimentaria, jaqueada de muerte por el proyecto agrocombustibles.

Es cierto que se mantienen en pie dos decisiones regionales de mucha trascendencia, como el proyecto Banco del Sur, cuya puesta en funcionamiento está prevista para el 2 de agosto próximo, y el Gasoducto de Sur, iniciativa impulsada sobre todo por el presidente Chávez.

Sin embargo convendría seguir con atención el desarrollo de ambos programas, no sea que otras decisiones, tanto coyunturales como de más largo aliento, de algunos de los socios del MERCOSUR terminen por conducirlos a la vía muerta de los discursos y de la eternas comisiones técnicas de estudio.

Por ejemplo, para nada parece compatible con una seria estrategia energética regional de corte diferente a la del modelo neoliberal la persistencia de Lula en su defensa cerrada de la política de Petrobrás en Bolivia.

A su vez, en Buenos Aires se observa cono preocupación como el gobierno apura los acuerdos gasíferos con el país del Altiplano –el gran proveedor tanto de Argentina como de Brasil- cada vez que, como resultado de los caminos adoptados durante la pasada del ‘ 90 – de impunidad para las corporaciones – el aparato productivo argentino entra en emergencia energética.

Según un cable de la agencia de noticias latinoamericana Prensa Latina, el presidente Chávez, reiteró el pasado domingo “la necesidad de un nuevo enfoque del MERCOSUR y alertó que su país no está interesado en ingresar si sigue signado por el capitalismo".

De acuerdo a esa información, divulgada también por muchos otros medios, el líder venezolano dijo, "sí estamos interesados en ingresar a un nuevo MERCOSUR, pero si no hay voluntad de cambio retiramos la solicitud".

El mandatario explicó que, si no se producen cambios, "retiramos la solicitud de ingreso y nos dedicamos de lleno a la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), porque si no sería perder el tiempo en reuniones y cumbres y al final no llegan a nada. En un MERCOSUR que esté signado por el capitalismo, por la competencia feroz, no estamos interesados para nada en ingresar, así que de esa manera pudiéramos complacer a la derecha brasileña, a la derecha paraguaya".

Chávez abogó al mismo tiempo por "la integración basada en la hermandad, la cooperación, la solidaridad, que coloca por delante lo social, como estamos haciendo Cuba y Venezuela y ahora se suman Nicaragua y Bolivia".

Venezuela, que viene soportando claras políticas injerencias en asuntos internos por parte de sectores representativos del MERCOSUR – como es el caso del Senado brasileño respecto de la cuestión RCTV – no está amenazando en concreto con abandonar los procesos de integración.

A través de su presidente, que no asistió a la Cumbre por haber cumplido una gira por Rusia -donde alcanzó acuerdos estratégicos de complementación con el gobierno y empresas de ese país-, Venezuela está alertando sobre los peligros que acechan al MERCOSUR y abrió un debate político que es imprescindible: neoliberalismo maquillado o proceso de integración de nuevo tipo.

Porque si las palabras y los gestos de palacio siguen imponiéndose sobre los hechos concretos quizá convenga, al menos, partir de bases serías: El MERCOSUR podría ser un espacio más dentro del cual habría que participar –con las limitaciones del caso – pero con la clara conciencia de que no es el ámbito desde el cual se van llevar adelante las transformaciones estratégicas.

 

 

 

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
http://www.prensamercosur.com.ar

 

 

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