Bautismo de sangre

13/04/2007
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Tardé diez años en escribir “Bautismo de sangre”: de 1973, al salir de cuatro años de cárcel, a 1983. Revivir la actuación de un grupo de frailes dominicos en la lucha contra la dictadura militar me hizo sufrir. Apelé a la memoria, hice entrevistas, recabé información, visité los lugares de los sucesos, consulté archivos. Sí, archivos. El gobierno federal, dirigido por dos expresos políticos (Lula en la Presidencia y Dilma Rousseff en la Casa Civil), perturba la memoria nacional al no abrir los archivos de las fuerzas armadas. Menos mal que existen archivos fuera del control militar. Sobre todo archivos vivientes, sobrevivientes de la gran tribulación.

Me costó bastante enterarme de los últimos momentos del líder revolucionario Carlos Marighella y la intrincada maraña en torno a su asesinato por parte de la represión, el 4 de noviembre de 1969. Y me dolió el describir con destalles la pasión y muerte de frei Tito de Alentar Lima, llevado al suicidio en 1974, a sus 28 años, debido a las torturas sufridas en las dependencias del 2º Ejército, en São Paulo. Querían obligarlo a firmar confesiones falsas y delatar a personas. No escucharon más que el silencio de aquel religioso que sabía que “era preferible morir a perder la vida”, como escribió en su Biblia.

Un día le di el libro a Helvecio Ratton, que también militó en la resistencia a la dictadura y estuvo exiliado. Escribí en la dedicatoria: “Helvecio, la vida supera la ficción”. Director de cine como era, aceptó el desafío y llevó a la pantalla “Bautismo de sangre”, que será estrenada el 20 de abril. Las escenas -ambientación exacta de los años 60- fueron rodadas en Brasil y en Francia. Integran el elenco Caio Blat (en el papel de frei Tito), Angelo Antonio (frei Oswaldo), Leo Quintão (frei Fernando), Odilon Esteves (frei Ivo), Daniel de Oliveira (que me interpreta), Marku Ribas (Carlos Marighella), Marcela Cartaxio (Nildes), Cassio Gabus Mendes (el oficial Fleury) y otros.

Las películas no siempre reflejan adecuadamente los libros en los que se inspiran. En general, la literatura gana en profundidad al arte cinematográfico, obligado a condensarse en un par de horas. El libro, traducido al francés y al italiano (y dentro de poco al español), merecedor del más apreciado premio literario del Brasil, el Jabuti, atrae el interés de los lectores desde su publicación hace 24 años. Le dije a Helvecio: “El libro es libro, y el cine es cine; no quiero interferir”. Lo más que solicitó, tanto a mí como a los frailes Fernando de Brito, Oswaldo Rezende y al exdominico Ivo Lesbaupin, fue conversar con los actores sobre nuestra experiencia en la guerrilla urbana y en la cárcel. Leí el guión de Dani Patarra y lo consideré excelente, pero preferí no opinar.

En marzo, en el Festival de Brasilia, vi la película por vez primera. Quedé anonadado: me arrancó lágrimas, me reavivó la indignación contra el abuso, activó mis más íntimas capas de emoción, me extasió su banda sonora, me hizo agradecerle a Dios por pertenecer a una generación que, a los 20 años, inyectaba utopía en las venas. Quedé embriagado ante la fuerza estética de las imágenes producidas por el talento de Helvecio Ratton. El Festival de Brasilia le concedió los premios al Mejor Director y Mejor Fotografía (Lauro Escorel). En el Festival de Tiradentes el público de más de mil personas, la mayoría jóvenes, expresó su emoción en prolongados aplausos.

El arte brasileño se adelanta al gobierno y descubre los secretos de la dictadura. Ésta es una película que debiera ser vista especialmente por quien no vivió los años de plomo. Allí está el estupro de la madre gentil, gigante adormecido, el Brasil sin imágenes plácidas, arrancado de la cuna espléndida, rescatado para la democracia por sus hijos que, por amor y esperanza, y sin temer su propia muerte, no rehusaron la lucha.

“Bautismo de sangre” es un himno a la libertad. En ella se revela la historia reciente de una nación y la fe libertaria de un grupo de cristianos. Emerge, contundente, la subjetividad de los protagonistas, como frei Tito, en quien se transustanció el dolor en amor, el sufrimiento en oblación, las cadenas en materia prima de esta invencible esperanza de construir un mundo en el que la paz sea hija de la justicia, y la felicidad sea sinónimo de condición humana. (Traducción de J.L.Burguet)

- Frei Betto es escritor.
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