Amar es dar

26/03/2007
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Se ha vuelto un lugar común hablar del creciente distanciamiento entre los que más tienen y los que, a duras penas, satisfacen sus necesidades básicas. Los gobiernos han prometido disminuir esta brecha. ¡Juzgue usted si lo han logrado o si, por lo menos, han contribuido a elevar el optimismo de los pobres en su lucha por superar su precaria condición! De mantenerse la tendencia que se observa, se producirá, a corto plazo, una concentración aún mayor de la riqueza, con el consiguiente deterioro de la, ya de por si precaria, calidad de vida de los que menos tienen.

Los pudientes, como les decíamos antes a los ricos, eran compasivos y se ocupaban de hacer el bien, sin mirar a quien. No hacían alarde de su riqueza porque no era de ella que dependía su seguridad y su confianza. ¡Valemos por lo que somos y no por lo que sabemos o tenemos!, habrían dicho.

¡Cómo han cambiado los tiempos! ¿Qué pasó con la igualdad y la solidaridad que inspiraron la extraordinaria obra del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, Licenciado Manuel Mora Valverde y Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez? Advierto que no estoy pregonando que todo tiempo pasado haya sido mejor, pues ya lo dijo el Rey Salomón: "…nunca hay sabiduría en esta pregunta". Pero, cuando respondemos a esta interrogante caemos en cuenta que hemos sido, en las décadas más recientes, un pueblo sin visión, conforme con sus logros y dispuesto a luchar para que todo continúe igual.

El general Tomás Guardia, el Dr. Rafael Ángel Calderón y don José Figueres, supieron escuchar, fueron capaces de interpretar el momento histórico y plasmaron su sueño en la Constitución de la República. La voz del pueblo no será la de Dios, pero hay que ponerle mucha atención. Somos una nación sin conciencia histórica. Y, por eso, hemos tropezado contra la misma piedra liberal. Pero si nos libramos del liberalismo, a partir de 1940-año en que es electo presidente el Dr., se gradúa de abogado el Lic. y es nombrado Arzobispo el presbítero, lo vamos a volver a lograr.

La "discusión" del TLC es un ejemplo, de libro de texto, de esta nueva actitud conformista. La obligación del gobierno de educar, por medio de una información veraz y equilibrada de las consecuencias, buenas y malas, que nos traería la ratificación o no ratificación de este tratado, no se ha dado. La superficialidad de la campaña en favor del mismo, es una muestra más que, para quienes nos gobiernan, el fin justifica los medios.

La vía rápida, expresión propia de los pugilistas, ha invadido el terreno de la política y los políticos la han incorporado en su quehacer cotidiano. La consigna: rápido es mejor es el fundamento del síndrome de los atajos. No hay que leer el libro, basta con ojear el resumen. Los textos no existen, proliferan las antologías. La fotocopia de la presentación en power-point del profesor es suficiente para tener éxito. Los hogares han sido presa fácil de este síndrome devastador. Los padres, ansiosos de ver caminar a su bebé, deciden apurar el proceso proveyéndole de una andadera. Pero esta, en lugar de acortar, alarga el tiempo necesario para que el niño camine. La andadera, contrariamente a la creencia generalizada, no otorga beneficio alguno al bebe porque para su desarrollo muscular y psicomotor, no hay atajos. ¡Tiremos las andaderas a la basura!

La discusión que enriquece, es reposada, apegada a la verdad, llena de argumentos persuasivos y exentos de amenazas para quienes no coinciden con los puntos de vista del gobierno de turno. El analista educa con su análisis. Educar es un acto de amor. Se puede dar sin amar, pero es imposible amar sin dar. "De tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito……". Esta es una manera sencilla y certera de recordar, en estos días, el sacrificio de Jesús en la cruz del calvario.

- Sherman Thomas Profesor Emérito, Universidad de Costa Rica
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