La izquierda en el sofá

26/12/2006
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Siempre pensé que, entre tantos amigos y amigas, sería uno de los pocos en morir sin haber hecho análisis. Helio Pellegrino, de quien fui muy amigo, sugería que quizás el hecho de vivir en comunidad, en permanente relación dialógica, donde en el pasado no faltó siquiera la confesión auricular, explicase esa insistencia mía de cohabitar pacíficamente con mis ángeles y demonios.

Se añade a eso el hábito de escribir y, al hacerlo, hurgar en todas direcciones. La literatura es uno de los oficios más terapéuticos, tanto que Freud estuvo tentado de preferirla a las ciencias de la sique. Con lo cual ganaron ambas, la ciencia y la literatura, pues poseía un estilo cautivante.

En la entrega del premio “Brasileño del año”, el 11 de diciembre, el presidente Lula declaró: “Estuve veintitantos años criticando a Delfim Netto y hoy soy su amigo. Es la evolución de la especie humana. Quien es más de derecha va quedando más de centro. Quien es más de izquierda va quedando más socialdemócrata, menos a la izquierda. Y las cosas van sucediendo de acuerdo con la cantidad de canas que uno va teniendo. Si usted conoce una persona de edad avanzada izquierdista es porque tiene problemas. Pero si conoce una persona muy joven de derecha, también tiene problemas. Cuando la gente tiene 60 años se encuentra en el punto de equilibrio. La gente se transforma en el camino de en medio, aquel que debe ser seguido por la sociedad”.

Tal vez el presidente anduvo leyendo textos budistas y se esté refiriendo a las virtudes del camino del medio recomendado por Sidarta. O quién sabe si prefiere a santo Tomás de Aquino, que afirmaba que “la virtud reside en el medio”. Nada de extremos, como señaló el presidente.

La opción socialdemócrata del presidente ya se había manifestado en su primer mandato, cuando abrazó una política económica neoliberal, reservando cerca de US$ 4,500 millones para la Bolsa Familiar y US$ 45,000 millones para la Bolsa Hartura, la de los acreedores de la deuda pública, la que viene trabando el anhelado y prometido desarrollo sustentable.

Atribuir razones sicológicas a quien, por encima de los 60 años, es de izquierda significa remitir al analista a figuras históricas de la talla de Fidel, Ho Chi Minh, Niemeyer, Antonio Candido, Mons. Pedro Casaldáliga, Mons. Tomás Balduino, Florestan Fernandes, Apolonio de Carvalho, Mario Pedrosa, Elsa Monerat, Gregorio Bezerras, etc. Es lo que Bush y tantos derechistas piensan: sólo puede ser un loco quien todavía sueña con el fin de la desigualdad social o con “otro mundo posible”.

Pero más preocupante que asociar izquierda y “problema” es el considerar una señal de “evolución de la especie humana” su reciente amistad con Delfim Netto, que asesinó al AI-5 y ocupó varios ministerios con la dictadura militar: Hacienda (1967-1974), Agricultura (1979) y Planificación (1979-1985). En el gobierno de Médici encubrió los índices de la inflación, perjudicando a los trabajadores, lo que llevó a Lula a liderar un amplio movimiento obrero por los derechos de su clase. Delfim nunca hizo autocrítica de su connivencia con el régimen dictatorial, que encarceló, torturó, asesinó, proscribió, exilió e hizo desaparecer a cientos de personas. Por el contrario, lo justificó en sus escritos. Y se equivoca el presidente tratando de atenuar la gravedad de la dictadura brasileña comparándola con la de Chile. El dolor no es homologable.

Si el ser de derecha o de izquierda es una cuestión patológica me parece secundario. Como dice el poeta, de cerca nadie es normal. El problema es más profundo: ¿cómo situarse ante este mundo en que 2/3 de la población viven bajo la línea de la pobreza? Según la ONU, 4 mil millones de seres humanos sobreviven con un ingreso mensual per capita inferior a US$ 60, o US$ 2 por día. Aquí sí, sólo un loco o un cínico puede afirmar que éste es el mejor de los mundos.

La cuestión me parece muy sencilla: ¿es posible que la especie humana -y no sólo un 30% de la población mundial- evolucione en tales condiciones de miseria y pobreza? ¿Quién dirige la política internacional, los derechos de los pueblos o la ganancia de los ricos? ¿el lucro de las grandes corporaciones o el desarrollo sustentable de toda la humanidad?

En un mundo de tamaña desigualdad no se puede pretender ser neutral. Ante el impasse de la huelga metalúrgica de 1980 Mons. Claudio Hummes, obispo del ABC, fue invitado por la Fiesp a mediar en las negociaciones entre empresarios y trabajadores; respondió que no podría hacerlo porque no era neutral, pues estaba del lado de los trabajadores.

Si el PSDB, repleto de eminentes figuras perseguidas por la dictadura, fue a parar en brazos de la derecha representada por el PFL, y ahora el PT se bandea hacia la socialdemocracia, que se cuiden los pobres. Walter Benjamín propuso a las víctimas del nazismo “organizar el pesimismo”. Con todo respeto, prefiero dejar el pesimismo para días mejores. Frente a la dictadura del mercado, es hora de organizar la esperanza.

Frei Betto es escritor, autor de “Sabor de uva”, entre otros libros.

Traducción de J.L.Burguet
https://www.alainet.org/es/active/15731
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