Cuba será un eterno Baraguá

23/08/2006
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Apenas se ha conocido la decisión de Fidel de delegar temporalmente sus responsabilidades y cargos, por cuestiones de salud, y ya las “aves carroñeras” han comenzado a sobrevolar un cadáver que no existe y un pueblo cuya Revolución, provista de muy buenos cimientos, no se ha derrumbado. Deduzco, por tanto, que las citadas “aves” van a pasar bastante hambre (como hasta ahora) si no se alejan e invaden otros cielos en busca de alimento que en verdad esté muerto y accesible. Resulta curioso (que no sorprendente) cómo una de las palabras que más he escuchado y leído estos días, con respecto a la enfermedad de Fidel, sea “transición”. De la boca y la pluma de numerosos periodistas y tertulianos casi no ha salido otra palabra; y además vaciándola previamente de contenido para rellenarla de una carga expresiva que no le corresponde, antes de dispararla. En mi diccionario (bastante común por cierto) la palabra transición dice: “Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. ¿Por qué estos individuos, pues, confunden tan fácilmente transición con relevo? ¿Lo hacen de manera equivocada o interesada? Las respuestas las omito por obvias. Cierto que Fidel tiene casi 80 años. Cierto que tendrá que morirse algún día (ojalá más tarde que pronto), como el común de los mortales, pero ¿por qué empeñarse en escuchar lo que no se ha dicho? ¿Quién ha hablado de transición en Cuba? Quien eso cree está confundiendo el deseo con la realidad, puesto que yo sepa sólo se ha anunciado el relevo de una persona al frente de un proyecto socio- político (en este caso concreto la Revolución Cubana) no de una transición, y, además, de momento el carácter del relevo es temporal, algo que en casi todos los medios de comunicación se obvia o se relega a un segundo plano. Pongamos que finalmente Fidel no sana y la temporalidad deja de serlo. ¿Acaso eso significaría que va a haber una transición socio- política en Cuba? ¿Es que la inmensa cantidad de personas que trabaja en el mismo proyecto que Fidel va a desmoronarse porque ellas no significan nada? ¿Acaso se les está insultando? En Cuba además (para los que no se quieran dar por enterado), la transición que los cubanos querían ya se hizo hace muchos años (47 exactamente, en enero de 1959) Algo que en el Estado español aún no ha sucedido (la monarquía implantada por Franco sigue vigente, y los responsables de crímenes de lesa humanidad nunca fueron juzgados). Y esos son los “robustos” pilares en que se sostiene la actual “democracia española”. Siempre se ha oído mucho la opinión de que la Revolución Cubana sólo es Fidel, menospreciando y “compadeciendo” a todos los que trabajan directamente con él y, sobre todo, al pueblo que (guste o no) mayoritariamente lo respalda. En esa lógica (absurda e incierta hasta la saciedad) la Revolución acabaría con la desaparición física del Comandante. Pero, más que les pese, la Revolución Cubana no es ni puede ser ser una sola persona, sino nada más y nada menos que casi la totalidad de los once millones de personas que habitan la Isla (quien conozca en profundidad, reflexione y opine objetivamente sobre la realidad cubana reconocerá y llegará a la conclusión de que es verdad esto que digo). Una revolución no se mantiene tanto tiempo sin la complicidad y estrecha colaboración de la mayoría de la población. Rafael Hernández lo explica muy bien en este fragmento de uno de sus ensayos: “Es el apoyo al sistema lo que le otorga su estabilidad. Es la continuada identificación del sistema con el interés de la población lo que le acredita su apoyo. A pesar de la relativa erosión del consenso en los últimos años [primeros del Período Especial], lo más notable es el nivel de mantenimiento de esa correspondencia. Jean Jacques Rousseau lo dijo de esta otra manera: “El más fuerte no es nunca suficientemente fuerte para ser siempre el amo, si no transforma la fuerza en derecho y la obediencia en deber”. Y el compañero Fidel: “Bien tontos son los creen que este pueblo se puede gobernar por la fuerza o por otra forma que no sea el consenso que emana de la obra realizada, la elevada cultura política de nuestros ciudadanos y la envidiable relación de la Dirección con las masas. En las elecciones del Poder Popular participan de forma consciente y entusiasta más del 95 por ciento de los electores”. Recordemos que en la Cuba revolucionaria jamás ha habido un solo disturbio por parte de la policía o del Ejército contra la población (“las FAR son el pueblo uniformado”, dijo Camilo Cienfuegos), ni una sola muerte extrajudicial, ni un solo desaparecido… Y de esto no pueden jactarse los paladines de las “democracias representativas” y los derechos humanos en los países capitalistas, bien sean del Primer o Tercer Mundo. Entre 1991 y 1993, desaparecida la Unión Soviética y todo el llamado Campo Socialista del Este, la economía cubana cayó por debajo del 35% (Cuba tenía más del 80% del intercambio comercial con los países del CAME, y de la noche a la mañana se quedó sin mercados y sin fuentes donde adquirir suministros), el 60% de la industria quedó paralizada, el transporte se redujo en un 75%, las importaciones decrecieron de 8.500 millones de dólares anuales a 1.500, provocando que la ingesta calórica de la población, hoy ya recuperada, cayera de 3.000 a menos de 2.000... Esto dio paso a un duro “Período Especial” que los cubanos afrontaron digna y estoicamente sin arrojar la toalla, algo que no hubiera podido soportar una sociedad tan podrida, soberbia y egoista, como la nuestra, sin haber caído en un auténtico caos. La economía cubana fue creciendo. En 1994 ya había emergido con un PIB del 0,7%; desde entonces todos los años fue en aumento. Y todo a pesar de que el gobierno yanqui endureció el bloqueo con las leyes Torricelli (1992) y Helms Burton (1996), seriamente convencido de que los cubanos no resistirían durante mucho tiempo. Pero resistieron. En el 2004 la economía creció un 5,5%, y un año después se cerró con un PIB histórico, el más alto desde el triunfo de la Revolución: 11,8%. ¿Por qué, entonces, si en un período tan adverso los cubanos no claudicaron, lo van a hacer ahora que todo les va muchísimo mejor y existen unas perspectivas ciertamente esperanzadoras? Cuando casi nadie daba un solo centavo por ellos, Cuba demostró al mundo de lo que puede ser capaz, superando el citado período. Ahora, además, goza de muy buenas relaciones en el continente americano y en otras muchas regiones del mundo. Que nadie se llame al engaño. Los cubanos no van a permitir que destruyan su Revolución. Conociéndoles como les conozco, no me cabe la menor duda de que estarán a la altura de las circunstancias, y que, pase lo que pase, nunca defraudarán ni a Martí ni a Fidel. Volverán a demostrarlo. Ya lo están demostrando sin alterar la vida cotidiana; preocupados por la salud del Comandante, pero fuertes; alertas, pero sin caer en la provocación de quienes tan deseosos están de retomar el control de la Isla. A muchos periodistas y tertulianos se les nota demasiado la parcialidad con que comentan los últimos acontecimientos en Cuba. A mí también, lo reconozco; sólo que yo no cobro, aporto datos y en ningún momento recurro a la mentira, lo que, creo, es muy importante. Harían bien en ser más veraces y comedidos en sus crónicas y comentarios, de lo contrario estarían contribuyendo peligrosamente a crear un caldo de cultivo que podría despertar a la fiera (en realidad Estados Unidos nunca se ha dormido), alimentar su insaciable apetito invasor… y afilar sus siempre prestos colmillos. Y si algún día esto llegara a suceder, por “pirómanos”, tendrán buena parte de responsabilidad en el asunto. Y por ahora concluyo. El Comandante está enfermo (que no muerto), pero la Revolución Socialista Cubana goza de muy buena salud. En el peor de los casos, con o sin Fidel, Cuba va, Cuba irá. Que el enemigo no se haga demasiadas ilusiones. El propio Comandante dijo no hace mucho tiempo: “yo muero mañana y mi influencia puede crecer”. Y es que en Cuba siempre es 26 de Julio. Y es que Cuba será un eterno Baraguá.
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