Avance neoliberal agrieta al gobierno de la Alianza

30/03/2001
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A pocos días de recordarse el 25 aniversario del último golpe militar en Argentina (24 marzo), con su secuela de 30 mil desaparecidos y la imposición de un modelo económico neoliberal con alto endeudamiento externo y atado a las decisiones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los argentinos volvieron a sufrir el embate del sector bancario y financiero que finalmente logró imponer a Domingo Cavallo nuevamente como ministro de Economía. Los problemas económicos en Argentina se tornaron serios luego de tres años de recesión económica. Sin crecimiento y sin inversiones productivas, el gobierno del ex presidente Carlos Menem ya había dado fin a lo que se conoció como el período de "la fiesta menemista", cuando gracias a la privatización de las empresas públicas el Estado argentino gozó de un cierto desahogo y la "Ley de Convertibilidad", lanzada por el propio Cavallo desde el Ministerio de Economía en 1991 y que creó la paridad uno a uno del peso con el dólar, fomentó la ilusión de que el país "entraba al Primer Mundo". La Alianza que ganó las elecciones presidenciales de 1999 debió hacerse cargo de la crisis. Pero frente a un déficit fiscal de casi 10 mil millones de dólares heredado del gobierno anterior, nunca logró convencer al sector financiero de las bondades de su ministro de Economía, José Luis Machinea, un excelente técnico, honesto y trabajador, pero demasiado ligado al ex presidente Raúl Alfonsín, y por ende, al pensamiento económico de la socialdemocracia. Durante los quince meses que duró su mandato, Machinea se vio jaqueado por esta desconfianza y también, por la falta de un apoyo político claro del presidente Fernando de la Rúa, a quien los humoristas políticos han apodado "Fernando de la Duda", por sus constantes indecisiones que provocan retardos graves en la toma de decisiones dentro del seno del gobierno. Es probable que esta falta de firme apoyo político se debiera también a que De la Rúa, en verdad, estuvo siempre alejado de las políticas de centroizquierda que impulsan sus socios de la Alianza, el FREPASO y un sector amplio de la Unión Cívica Radical, liderado por Alfonsín, actual presidente de ese partido. Pero la renuncia de Machinea, el 2 de marzo pasado, que lo tomó de sorpresa, le hizo recurrir a quien probablemente hubiera sido su ministro de Economía desde un primer momento, Ricardo López Murphy, un radical neoliberal a ultranza, que junto a su equipo de colaboradores, es apodado como un "talibán" del neoliberalismo. López Murphy ya ocupaba un cargo en el gabinete aliancista como ministro de Defensa y muchos creen que había perdido sus chances como ministro de Economía cuando poco antes de las elecciones del 99 declaró a la prensa que bajar los salarios era una medida necesaria para que Argentina superara sus problemas económicos. Recortes El nuevo ministro tardó 15 días en presentar su plan de trabajo, pero la información que se filtraba de las continuas reuniones con asesores y colaboradores hacía temer lo peor. Ante los desequilibrios en las cuentas públicas, el ministro decidió un fuerte recorte inmediato de 2 mil millones de dólares del presupuesto nacional e hizo caer la quita de fondos principalmente sobre la educación pública. No sólo los docentes de todo el país vieron que ya no recibirían una retribución extra acordada con el gobierno de la Alianza ni bien asumieron sus autoridades, sino que también el recorte atacaba el presupuesto universitario, poniendo en peligro la gratuidad de que goza la educación superior pública en el país. Mientras el ministro pronunciaba las nuevas medidas por radio y televisión, comenzaron a llegar al despacho presidencial las renuncias de otros ministros, el de Educación y el de Interior, y de todos los miembros del FREPASO en altos cargos del gobierno, entre ellos la de Graciela Fernández Meijide, quien había disputado con De la Rúa por la fórmula presidencial de la Alianza y que fue ministra de Desarrollo Social y más tarde vicejefa del Gabinete de Ministros. Al finalizar el discurso, los estudiantes alertaron que ya habían tomado algunas facultades en la Universidad de Buenos Aires y los docentes decretaron un paro de 48 horas al que se unieron durante una jornada completa el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), la Confederación de Trabajadores Argentinos (CTA) y la Corriente Clasista y Combativa, conocida por utilizar los cortes pacíficos de calles y rutas como su principal arma de protesta. Además, si hay algo que une a los argentinos es la defensa de la educación pública laica y gratuita, por lo que las nuevas medidas que querían implementarse hallaron sólo el rechazo y la condena popular. Una alianza de centroderecha que nadie votó Si bien la población tenía la sensación de que los días del nuevo ministro de Economía estaban contados, nadie supuso que sólo duraría en su cargo apenas 48 horas más. Mientras los profesores y estudiantes universitarios ocupaban las calles con bancos y pizarrones y los trabajadores y desocupados cortaban rutas y avenidas, De la Rúa desafió a la alianza política que lo llevó al poder y armó un nuevo gabinete, luego de muchas consultas y reuniones, en el que trabó una nueva alianza de centroderecha, totalmente contraria al voto popular que le otorgó el gobierno. Con Domingo Cavallo como nuevo ministro de Economía y otros ministros y figuras clave del nuevo gabinete que pertenecen al partido Acción por la República, que preside el propio Cavallo, De la Rúa dio un giro político importante hacia el centroderecha. Este giro se vio aun más pronunciado por el hecho de que ningún miembro del FREPASO fue incluido en la nueva nómina de colaboradores ni tampoco ningún radical cercano a Alfonsín. Cavallo, que perdió las elecciones presidenciales del 99 y la elección para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, hace menos de un año, en mayo de 2000, se vio repentinamente catapultado a un puesto de alto poder, desde donde seguramente pretenderá dominar todo el escenario político, tal como lo hizo durante el gobierno de Carlos Menem. Las fuertes peleas y discusiones en el gabinete de Menem entre Cavallo y los ministros peronistas todavía son bien recordadas por los políticos y la ciudadanía. Cavallo llega al gobierno diciendo que es preciso recuperar 3 mil millones de dólares, ya no 2 mil millones como aseveraba López Murphy, para equilibrar las cuentas fiscales pero que no piensa hacer lugar a ninguno de los recortes que planeó su antecesor. En lugar de ello, declaró que luchará contra la evasión, la corrupción, el contrabando y otras estafas al fisco para recaudar el dinero que cubra el monto necesitado para salir adelante. También prometió atraer inversiones, recuperar los capitales que emigraron a otros centros de inversión y reactivar la economía. Pero para ello pide que el Congreso Nacional le confiera poderes especiales, que nadie está dispuesto a otorgarle. Es difícil pronosticar que ocurrirá con esta nueva alianza construida por De la Rúa y Cavallo. Por lo pronto, seguramente habrá un reacomodamiento de fuerzas en el Congreso, donde los legisladores frepasistas y radicales alfonsinistas están alertas ante cualquier intento de avance del nuevo ministro en sus funciones. Mientras tanto, la ciudadanía comenta con enojo el avance de las políticas que propugna Cavallo, que fueron ampliamente derrotadas en las urnas. Muchos consideran al ministro como el impulsor de la destrucción del Estado y el responsable de la situación económica actual. Tampoco olvidan que fue presidente del Banco Central durante la dictadura militar y que en esa oportunidad logró que la deuda que mantenían las empresas privadas con la banca internacional fuera absorbida por el Estado nacional y pagada por todos los argentinos. Desilusionados por la falta de una figura presidencial fuerte, por el resquebrajamiento de la Alianza que votaron con tanto entusiasmo hace poco más de un año y medio y por las últimas decisiones en materia económica, muchos se preguntan a quien le darán su voto en las próximas elecciones para legisladores que se celebran en octubre. Si el gobierno no encuentra un rumbo adecuado, no podrá mantener la primera minoría en la Cámara de Diputados, sin la cual le será aun más difícil gobernar. Contra la reunión del ALCA Como si hubiera poca convulsión política y social en el país, los principales sindicatos, movimientos sociales y de derechos humanos ya están organizados para rechazar la reunión de ministros de Economía de la región que se realizará el 5 y 6 de abril, en Buenos Aires, como paso previo a la Cumbre de las Américas a realizarse en Quebec, donde los presidentes definirán los tratados sobre el Area de Libre Comercio en las Américas (ALCA). El MTA, la CTA y la Corriente Clasista y Combativa ya han decidido actuar juntos y según palabras del sindicalista Hugo Moyano, del MTA, se cerrarán todos los aeropuertos y rutas de acceso al país, además de levantarse carpas de protesta frente al edificio donde sesionarán los ministros. Planean un paro de 36 horas, con movilización de obreros y empleados para rechazar el tratado. El ministro Cavallo espera contener las protestas. Ya le ha solicitado una "tregua" al sindicalista Moyano, que los gremios deberán considerar. Seguramente estas protestas recibirían el apoyo de la población porque la situación económica y social sigue siendo grave, mientras continúan altas las tasas de desocupación, la clase media se empobrece y aumenta la exclusión.
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