El fin de una época

28/11/2000
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El 2 de julio de 2000 constituye una fecha histórica para el pueblo mexicano: en una jornada cívico-electoral se dio fin a 71 años de gobierno ininterrumpido de lo que hoy conocemos como Partido Revolucionario Institucional (PRI). En estas elecciones destacó la alta participación de la ciudadanía y un proceso que por vez primera estuvo en manos de instituciones ciudadanizadas. Se exploraron las técnicas más modernas de marketing político a fin de mantener el poder político seis años más para el caso del PRI o para dar paso a la alternancia, en el caso del PAN y del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Estos tres partidos fueron quienes generaron expectativas de obtener el triunfo desde 1997, cuando el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas se convirtiera en el primer Jefe de gobierno del Distrito Federal, elegido en las urnas. El perredista surgido de la primera grave escisión del PRI en 1987, estuvo a punto de alcanzar la Primera Magistratura al siguiente año, cuando ganó Carlos Salinas de Gortari en una de las elecciones más cuestionadas por fraude. En el mismo año de 1997, Vicente Fox, un empresario del Bajío de México dio a conocer sus intenciones de aspirar a la candidatura a la Presidencia por parte del PAN, partido en el cual inició su actividad política al lado de Manuel J. Clouthier, también en la contienda de 1988. En 1999 el PRI estrena mecanismos para designar a su candidato, esta vez, por medio de elecciones indirectas, al estilo de las primarias de Estados Unidos. Francisco Labastida resulta candidato tras ríspida contienda con Roberto Madrazo Pintado. A pesar de los aires democratizadores en el PRI, queda la sensación en la población de que la línea del Presidente de México (y jefe nato del partido oficial) priva en esta decisión. El Estado de la Revolución Cárdenas, Fox y Labastida escenificaron una larga, larga campaña electoral que culminó en el fin del régimen de partido único (o cuasi único). A casi cinco meses de las elecciones, todavía no se acaban de dimensionar las consecuencias que esto trae consigo. ?Transición a la democracia o simplemente alternancia en el poder? Sin duda, México vive cambios importantes de una cultura autoritaria a una democrática, aún cuando hay mucho camino que recorrer. Revisando la historia mexicana, la posibilidad de que un partido no emanado de la Revolución Mexicana acceda hoy a la Presidencia es más que mera alternancia, es el fin de una época. Pero recordemos a qué época nos referimos: la ruptura violenta del orden impuesto por Porfirio Díaz dio lugar a una etapa de pacto social expresado en la Constitución de 1917, en la cual se sentaron las bases para el surgimiento del nuevo Estado de la Revolución Mexicana. "La Constitución de 1917 incorporó la idea de un Estado fuerte e intervencionista, que eliminaría los privilegios de los monopolios extranjeros y las élites nacionales, que afirmaría el control nacional sobre el territorio y los recursos mexicanos y defendería los intereses de los grupos y las clases subordinados" (1). El sistema emanado de la Revolución Mexicana fue el capitalista con un proyecto modernizante pero con prácticas de política tradicional. De acuerdo con Héctor Aguilar Camín, el movimiento zapatista otorgó al Estado una de sus vertientes populares, no liberales: el agrarismo. La otra vertiente, el movimiento obrero, fue institucionalizado. Con ambas líneas, el Estado obtuvo una sustentación clasista y popular, pero sin perder el rumbo liberal. El general Lázaro Cárdenas creó (de 1934 a 1940) un Estado fuerte sin precedentes: un Estado interventor a través de un Presidente como centro rector y aglutinador. Organizó e institucionalizó a la figura presidencial, al partido oficial, al Ejército y a las clases políticas. Institucionalizó al Partido Nacional Revolucionario (de 1929) y lo transformó en el Partido de la Revolución Mexicana (hoy PRI) en relación muy estrecha con el presidente. Pasó del caudillismo al presidencialismo con poderes casi absolutos. Con el PRM surgieron las corporaciones de los sectores sociales (campesino, obrero y popular), además de la coincidencia con los militares, con lo cual se institucionalizó al movimiento de masas que se gestaba desde los años veinte. Todo esto dio cauce al movimiento político-social que más adelante serían consideradas como las claves de la estabilidad del sistema político mexicano. Claves que se convertirían en nudos históricos en el desarrollo de México (de acuerdo a la tesis de Manuel Camacho Solís) y que en la década de los ochenta provocaría pugnas entre la burocracia política y la naciente tecnocracia. Giro neoliberal Este modelo experimentó sus primeros cambios radicales, hacia el neoliberalismo, a partir de 1982, bajo la presidencia de Miguel de la Madrid, seguido por Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Han sido 18 años de políticas de ajuste estructural en México que han puesto fin a los pilares de la Revolución mexicana como dan fe las reformas a la Constitución en cuanto a la tenencia de la tierra, a los derechos laborales, relaciones Estado-Iglesia, entre otras. El Estado nacionalista y fuertemente interventor fue transformado por el mismo partido que lo vio nacer. Sin embargo, la maquinaria perfecta del sistema político mexicano se fue desajustando hasta derrumbarse luego de tres sexenios de un rumbo prácticamente antinacionalista. No deja de ser paradójico que el PRI pierde su batalla ante una persona -o un grupo de personas- que enarbola las mismas políticas económicas implementadas desde 1982 en México. En realidad, a últimas fechas en México no hay mucha diferencia en el posicionamiento de los partidos políticos. So pena de simplificar demasiado, podemos decir que el PRI era considerado un partido de izquierda y se hizo de "centro izquierda" en el discurso, aunque para muchos era de ya un partido de "centro derecha". El PAN pasó de ser un partido de derecha a uno de "centro derecha". El PRD, que además de contar con ex priístas tiene una corriente fuerte de tradición socialista y hasta comunista, se describe como de "centro izquierda". Es decir, estos partidos se han disputado el centro, al menos más claramente desde los años ochenta, cuando percibieron que los extremos alejaban a los electores. El voto por el cambio En México vivimos una crisis de partidos: el PRI se ha alejado de sus bases tradicionales, el PRD se ha burocratizado en el poder y se aleja de sus bases. El PAN no ha sido un partido de bases y en las recientes elecciones federales se vio superado por el liderazgo de Vicente Fox, quien formó una estructura paralela al partido, "Los amigos de Fox". Ni Cárdenas ni Fox cedieron ante las múltiples demandas ciudadanas de conformar una coalición general de partidos de oposición. Para bien o para mal privaron los intereses privados. El PAN se alió con el Verde Ecologista, mientras que el PRD lo hizo con varios partidos más de "centro izquierda". En el ámbito de simpatías, Cuauhtémoc Cárdenas sufrió un gran desgaste en su liderazgo luego de gobernar una ciudad tan complicada como la de México, amén de la guerra de medios de comunicación de la que fue víctima. No reflejó una propuesta moderna, no significó para muchos el cambio que México anhela. Labastida, por más que hablaba del Nuevo PRI, jamás pudo quitarse de encima la losa de un partido con rostro viejo y con prácticas anquilosadas. En cambio Fox tuvo la habilidad de enarbolar un discurso llano, sencillo, a veces hasta vulgar, moderno que le imprimió frescura en su campaña y que logró atraer sobre todo a la juventud mexicana. Fox, con su grupo, logró una gran eficacia en comunicación. Demostró que con menos recursos económicos (comparados con los recursos del partido de Estado) era posible derrumbar al gigante. Fue camaleónico, populista en algunos momentos. Llegó a definirse de "centro izquierda" cuando lo entrevistó La Jornada, periódico calificado de izquierda y más afecto a Cárdenas y al zapatismo. Por cierto, en un ardid publicitario llegó a decir que resolvería el conflicto en Chiapas en 15 minutos. Así logró romper la censura gubernamental a su campaña. Así atrajo los micrófonos, siempre con siete o más respuestas a la misma pregunta, según el auditorio al que se dirigía. Sin duda Fox recoge los frutos de lucha por la democracia en México que no ha estado exenta de represión y muerte. También Cárdenas ha contribuido fuertemente a ello. El levantamiento zapatista de 1994 a su vez, tiene una enorme participación en esta transición que si vemos bien no ha sido tan "pacífica" como se ha jactado. En el sexenio de Carlos Salinas más de 300 perredistas fueron asesinados. Antes, en los sesenta y setenta, la guerra sucia contra los guerrilleros dejó un saldo de víctimas que hasta la fecha se desconoce. El "control social" del corporativismo con un movimiento sindical amafiado con el Gobierno ha impedido por décadas la democratización real de la mayoría de los sindicatos, a través de componendas, rompiendo huelgas, amenazas, crímenes, etcétera. El 2 de julio pasado los mexicanos votamos por el cambio, algunos hicieron caso del llamado foxista al "voto útil". Otros, en cambio, preferimos reivindicar la diversidad de partidos, aún cuando todos sean de "centro". El voto diferenciado se hizo notar, varios perredistas que votaron por sus diputados o senadores otorgaron su voto a Fox. La lógica maniquea del "bueno" y el "malo" resurgió, como ocurriera en 1988 entre Cárdenas y Salinas, sólo que ahora el primero ya no fue el "bueno". Reacomodos En este periodo largo, de cinco meses entre los comicios y la toma de posesión, los grupos se reacomodan. Los poderosos cambian lealtades. Así, pudimos observar que empresarios, gobernadores y líderes sindicales que rendían pleitesía al PRI han desfilado por las oficinas de Fox. ?Quién iba a decir que el sucesor de Fidel Velázquez (el nonagenario líder sindical), Leonardo Rodríguez Alcaine, visitara los primeros días de su triunfo a Fox? ?Pluralidad política? Hace apenas unos días el también líder de la vieja guardia se reeligió al frente del Sindicato Mexicano de Electricistas con los mismos mecanismos de imposición que lo mantenido por 25 años en uno de los sindicatos más poderosos. Justo cuando Fox ha dicho que abrirá la participación de la iniciativa privada al sector energético, es que felicita a Rodríguez Alcaine, eludiendo cualquier posición en cuanto a la elección amañada. Por otra parte, ?qué pasa con Fox cuando se da un dantesco fraude en Tabasco en perjuicio del PRD? "Respetaré la autonomía de los estados", responde. En Tabasco, donde hay una fuerte extracción de petróleo, también en la mira foxista para abrir ese sector a los empresarios. Ahí gobierna Roberto Madrazo, aliado de Carlos Salinas y quien busca liderar al PRI. Un gobernador del Sureste mexicano, por donde pasará uno de los grandes proyectos no de Fox, sino de los intereses comerciales transnacionales, la ruta "Puebla-Panamá". Madrazo, del grupo de los Salinas y de los Hank González, señalado por sus nexos con el narcotráfico y con fuertes inversiones en Costa Rica. Las mafias se reacomodan, como lo hace la Iglesia misma, que ve el fin de la era de la censura y autocensura, luego de la guerra Cristera, escenificada fuertemente en el Bajío, justamente de donde proviene Fox. Ahí, en esa zona hay grupos de "ultra derecha", que buscan acomodarse en el próximo Gobierno. Hasta el momento hemos vivido una transición aceptable, como mencionara el escritor Lorenzo Meyer. Sin embargo, algunos lo ven como el "ojo del huracán", cuando se toquen los poderes enquistados por décadas, pasará la cola del huracán. Un ejemplo de lo anterior lo tenemos ya en Chiapas, luego de que agentes judiciales federales han detenido a presuntos paramilitares y han realizado un cateo en el municipio de Chenaló. En este último acto hubo un enfrentamiento con indígenas simpatizantes del PRI. De inmediato, el grupo paramilitar Paz y Justicia ha amenazado a las comunidades desplazadas, mientras que otros grupos también han expresado que impedirán la toma de posesión del gobernador entrante, Pablo Salazar. La tensión crece en Chiapas en el marco del relevo de poderes y a pesar de la propuesta de Fox de enviar los Acuerdos de San Andrés como iniciativa de ley al Congreso el primer día de actividades de su Gobierno. La transición a la democracia en México no comienza ni termina con las elecciones del 2 de julio de 2000. Se ha dado un gran paso, sin duda. Quienes creemos en la democracia celebramos la derrota del PRI, pero sabemos que falta mucho camino por recorrer. Sabemos que continuará el modelo neoliberal, que se dará énfasis en la parte cultural y educativa (según Heinz Dieterich), privatizando los servicios a universidades, otorgando becas a alumnos más que financiamiento a las instituciones de educación. Se derrumbarán los logros que quedan de pie con el constituyente de 1917: educación y propiedad de los recursos naturales. El siguiente Gobierno representa el cuarto momento de las políticas de ajuste estructural en México, emanadas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que han traído consigo 70 millones de pobres en nuestro país. La verdadera democracia comenzará cuando se revierta esa alarmante cifra, que más que cifra son niños, mujeres, hombres, jóvenes, ancianos y ancianas que padecen hambre, enfermedades y muerte. No podemos esperar mucho en esta materia de un solo hombre, no debemos tampoco hacerlo. Vivimos el fin el una época, la post Revolución Mexicana, y daremos inicio a una etapa nueva en la historia de México, en su tránsito a la democracia. Para dar pasos en la consolidación de este cambio es necesario continuar con el derrocamiento de un sistema presidencialista y, más que un sistema de partidos requerimos de la verdadera participación de todos y todas los mexicanos para construir el México que queremos. Suena imposible, así parecía la derrota del PRI, hasta que dijimos ?ya basta! 1) AYALA ESPINO, José; et. al.; Estado y desarrollo. La formación de la economía mixta mexicana (1920-1982). La industria paraestatal en México; FCE; México, 1988; p. 79.
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