Democracia apabullante o equilibrio democrático

16/03/2006
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  • Opinión
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Se realizaran el 12 de Marzo las elecciones para el Congreso de la República y algunos analistas vienen esgrimiendo el argumento de que se debe votar por candidatos que le garanticen una holgada mayoría parlamentaria a un eventual segundo mandato del Candidato-Presidente, porque según estos argumentos, sólo así el Presidente tendría ‘gobernabilidad’. Estas argumentaciones ameritan unas reflexiones que las controviertan, porque no parece evidente que sean válidas. Debemos comenzar diciendo que la democracia en un régimen presidencial, en su dimensión institucional, es por esencia el equilibrio de poderes, la capacidad de control democrático de los gobernantes por otras instituciones, la primera de ellas el Congreso, el órgano de control político por excelencia; por ello no es la mejor garantía para un sano equilibrio de poderes, la existencia de un Congreso incondicional, abyecto frente a un gobernante. Por el contrario, un Congreso con el predominio de fuerzas políticas independientes a las del Presidente, obliga a que las iniciativas legislativas sean producto de acuerdos y consensos y en esa medida revestidas de altos niveles de legitimidad. No se requiere una democracia apabulllante, sino un sano equilibrio democrático. Esto tiene mucha mayor importancia en un régimen presidencialista en el cual el Presidente cuenta con inmensos recursos de poder institucional a tal punto que como dijera Alfredo Vásquez Carrizosa se parece mucho a la figura de un ‘monarca electo’ y si a esto se adiciona un Congreso sin ninguna autonomía, los riesgos de abusos de poder son inmensos. Por ello la escogencia ciudadana de por quién votar para Congreso, debe obedecer a otros criterios: identidad partidista, cuando se trata de un voto para respaldar a una determinada agrupación política, porque se es parte de ella o se comparten sus postulados o propuestas; también puede ser una buena razón las calidades de un candidato –seriedad, compromiso, coherencia-, ya se trate de un Congresista que cumplió una buena tarea y aspira a continuar, o de un aspirante nuevo; igualmente puede serlo la búsqueda de representaciones de grupos particulares que aspiran a tener uno de los suyos en el organismo legislativo, como los jóvenes, las negritudes, los indígenas, los discapacitados, etc. Pero de ninguna manera se puede considerar que es necesario votar por un congresista o una lista, simplemente porque son apoyos incondicionales de un futuro Presidente. No olvidar que el Congreso es el organismo de representación política plural en una sociedad. ¿Ahora bien, qué se entiende por gobernabilidad? Académicamente es una relación dinámica entre gobierno y sociedad, que implica la capacidad del gobierno de dar respuesta a las demandas sociales, dentro del marco institucional, lo cual requiere igualmente que la sociedad disponga de canales formalizados para tramitarlas. Pero esa gobernabilidad puede ser de corte autoritario, o de carácter democrático. Porque como lo anota Michael Coppedge, estableciendo una distinción entre gobernabilidad y democracia, la gobernabilidad requiere de la efectiva representación de los grupos en proporción a su poder, mientras que la democracia requiere de representación de grupos en proporción al número de votos. En otras palabras la democracia respeta la lógica de la igualdad política, mientras que la gobernabilidad respeta la lógica del poder. En principio, entonces, democracia y gobernabilidad pueden entrar en conflicto. Lo cual implicaría que una sociedad gobernable no necesariamente tiene que ser democrática. Una verdadera gobernabilidad democrática, entonces, es la que se basa en procesos de negociación entre los actores políticos relevantes, de tal manera que ningún actor político estratégico sea excluido. Por ello, la existencia de un Congreso con presencia de variadas fuerzas políticas distintas a la del ejecutivo es la posibilidad de estimular procesos de construcción de verdadera gobernabilidad democrática y no la presencia de fuerzas políticas homogéneamente mayoritarias que pueden estimular modelos de gobernabilidad excluyentes, sustentadas en apabullantes mayorías electorales transitorias. - Alejo Vargas Velásquez, Profesor Universidad Nacional (Colombia)
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