La responsabilidad histórica de Evo Morales

03/02/2006
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Evo Morales encarna la ruptura de un ciclo político que se inicia con el gobierno de D. Hernán Siles Zuazo en octubre de 1982 y que, a lo largo de casi un cuarto de siglo se envilece, se desvirtúa y se corrompe. A juzgar por la realidad, el objetivo de los protagonistas de esta historia -con honrosas excepciones-, y en sus 23 años de vigencia, no fue otro que satisfacer sus ambiciones personales y partidarias, mantenerse y perpetuarse cíclicamente en el poder, a espaldas de las necesidades del pueblo, sirviendo a intereses ajenos y malbaratando los recursos naturales del país. Y en nombre de la democracia y de la gobernabilidad, sofistas de alta escuela, inventaron las más conspicuas frases para disfrazar su voracidad política y repartirse el país. Así, el Pacto por la Democracia, el Acuerdo Patriótico, la Mega Coalición, etc. fueron, a su turno, el marco en el que escondían su vocación cleptocrática, corrupta y corruptora. Mientras tanto la pobreza, la desintegración social, la injusticia, el desempleo, el atraso, la exclusión, la discriminación causaban, sistemáticamente, estragos en las cada vez más empobrecidas mayorías del país. En esta decadente realidad de los últimos años, los movimientos sociales se organizan y se fortalecen; el parlamento deja de ser un referente moral y la descomposición de los partidos políticos es inevitable. Se desencadenan las crisis de febrero y octubre; cae Gonzalo Sánchez de Lozada, poco después su sucesor, Carlos Mesa y cuando el país está al borde de la desintegración, la crisis se resuelve por imperio de la sucesión constitucional que unge al Dr. Eduardo Rodríguez Veltzé presidente de la República con el mandato de convocar a elecciones. Para entonces y desde mucho antes, Evo Morales había alcanzado una estatura política proporcional a su protagonismo. Controversial y carismático con fama de bloqueador de caminos; dirigente sindical de los cocaleros desde poco después de la política de relocalización del año 1985; fundador del Movimiento al Socialismo MAS el año 1995; diputado nacional expulsado del parlamento en enero de 2002; candidato a la presidencia y segundo, a escasas cifras del primero, en los resultados electorales de 2002. Defensor intransigente de los derechos de sus representados. Contestatario y crítico del modelo neo-liberal; depositario de las esperanzas de las mayorías indígenas, capitalizador del descontento y con una propuesta basada en la defensa de los recursos naturales, los derechos de los pueblos originarios y la transformación del Estado, lanza su candidatura acompañado de Álvaro García Linera, destacado intelectual cuyo protagonismo mediático hizo de él un personaje casi familiar en grandes sectores de la sociedad boliviana. Los resultados de las elecciones, más allá de la contundencia de las cifras que le dieron el triunfo a Evo Morales, expresan claramente la madurez de un pueblo que acudió a las urnas con una vocación democrática ejemplar para resolver sabiamente la crisis que puso a Bolivia al borde del desastre; expresan los sentimientos de un pueblo que en las elecciones de los últimos 20 años votaba pero no elegía ya que su voto era negociado en nombre de la gobernabilidad. Ahora votó y eligió. Votó por mantener, por sobre todas las cosas, la unidad y la integridad de Bolivia, rechazando cualquier intento o intención separatista o divisionista; votó por el cambio de un modelo que ha empobrecido más a los pobres; votó por la esperanza de mejores días para todos. Sepultó en las urnas a los partidos políticos tradicionales y votó por una verdadera revolución en democracia. Votó por Evo Morales y al hacerlo, dictó al mundo entero una lección de enorme valor democrático. Le confirió un mandato categórico pero al mismo tiempo, dejó sobre sus espaldas y las de su gobierno, una responsabilidad histórica de tremendas proporciones, como nunca antes quizás en la historia de Bolivia y en la de nuestra América. Transformar el Estado y sus estructuras no es tarea fácil e inmediata pero la tarea compete a todos los bolivianos, gobernantes y gobernados dondequiera que se encuentren. Lo que haga o deje de hacer será determinante para el futuro de una esperanza que recorre la geografía boliviana paralelamente a la de otros pueblos del continente, que al configurar un esquema inspirado en la izquierda democrática, reclaman con legítimo derecho, justicia, paz, desarrollo, participación, integración, inclusión, trabajo, salud, educación, oportunidades, dignidad. A estas alturas de la historia, cumplida la emotiva, simbólica e inédita ceremonia de investidura del mando originario en el solemne escenario de la milenaria Tiwanacu y la posterior investidura en la Sesión de Honor del H. Congreso Nacional, Evo, resultado de un proceso dialéctico que le confiere por méritos propios una dimensión nacional e internacional sin precedentes, ha marcado una diferencia cualitativa entre Evo opositor y Evo presidente en el marco de una realidad que demanda gran capacidad de juicio y que exige hoy, más que nunca, a tomar decisiones proporcionales a los desafíos que le esperan para no estancarse ni retroceder en la historia y para construir un presente en el que se vislumbren las luces de un nuevo amanecer. - Rodolfo Henrich Arauz (Desde Washington DC) http://CCBolivia.org> de Suecia.
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