Pedro Pablo Kuczynski y la deuda del agua

16/12/2005
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Por mérito propio, Pedro Pablo Kuczynski, figurará en la historia de la economía peruana como uno de sus grandes endeudadores. Podrían enumerarse dentro de sus proezas el haber financiado varios años el gasto corriente del sector público con bonos de deuda externa, como castigo por la resistencia de los arequipeños a la privatización de sus empresas eléctricas, mientras se negaba a cobrar impuestos a las trasnacionales con las que se encontraba relacionado. También la conversión de deuda con gobiernos a bonos de su amiga Susana de la Puente, para hacerle innegociable la deuda al país, dentro de la tónica tipo TLC de cerrarle al país a todas las puertas de salida para aflojar el programa de ajuste neoliberal. Igualmente PPK ha marcado el récord de darle vuelta cada año a la línea de crédito stand by, del FMI, a pesar del fuerte superávit de la balanza de pagos y de la posición de reservas, con el único propósito de mantener la ingerencia del organismo en las decisiones macroeconómicas internas. Nítido contraste con lo que acaba de hacer el presidente argentino de liquidar su deuda con el Fondo, para ganar un amplio margen de autonomía en la conducción económica de su país. Como nos ha pasado en otras etapas de nuestra historia, el gringo flautista se ha valido del auge exportador y del ambiente de negocios boyantes, en una sociedad de 54% de pobres, no para recaudar más y construir una Estado inversor, sino para establecer duras hipotecas sobre el futuro. Así que sin mucha conciencia estamos saliendo de la celebrada economía toledista, con un fardo de pasivos mucho mayor que el que había antes que comenzara la costosa reinserción internacional y el repago de la deuda externa, a costa del empobrecimiento general del país, desarrollado durante la década de los 90. Uno podría pensar que PPK tomaba todas las deudas que se le aparecían por el camino, aún las que efectivamente no se necesitaban y las que no nos eran convenientes. Pero hubo una que no quiso aceptar. En el 2002, mientras peleaba por privatizar lo que estuviera a su alcance, el entonces ministro de economía tenía en su escritorio los documentos del préstamo japonés para le ejecución del proyecto Marca II, con el que se incrementaría sustancialmente la captación de aguas de la vertiente oriental, incrementando las reservas de Lima que permitirían sostener el crecimiento de la demanda a mediano plazo y conjurar emergencias de sequía como las que se están previendo para el próximo verano. El rey del endeudamiento no quiso endeudarse en esta ocasión porque supuestamente era riesgoso hacerlo en yenes, por la constante revaluación que se estaba produciendo sobre esta moneda. Pero eso no lo limitó para tomar préstamos en euros, que también han ido apreciándose en relación al dólar. Ni le preocupó la perspectiva anunciada con mucha anticipación de que la reserva federal de Estados Unido incrementaría las tasas de interés para enfriar la economía, como ya está ocurriendo. PPK, paró porque quiso el financiamiento que iba a dar aire al desarrollo de Sedapal y que aumentaba la oferta de agua administrada por la empresa pública. Muy seguro de sí mismo llegó a decir que no había necesidad de estos fondos y que con alguna política de reducción de fugas, se podía mejorar el stock de la empresa en 20% o más de su actual distribución. En el otro lado de la pinza, sin embargo, los directivos del órgano regulador SUNASS, nítidamente ajustados a la política del MEF, bloqueaban el plan de inversiones de Sedapal y las decisiones para fortalecer la empresa. Durante los años de Toledo, hemos tenido ministro de economía y ahora primer ministro, convencido que Sedapal era la privatización maestra de esta década como en la anterior lo fue la de la Telefónica. Y reguladores que deberían rebautizarse como estranguladores. Uno y otro han hecho lo posible por convencernos de la ineficiencia de la empresa pública, aún a costa del serio perjuicio que han venido ocasionando a los usuarios. El caso del Marca II es especialmente escandaloso porque como ahora se puede leer en la prensa privatista (“El Comercio”, “Correo” y otros), este proyecto ya ha sido incorporado como parte del plan de concesión. ¿Quieren más agua en los próximos veranos? Entreguen la empresa a los amigos de Toledo y PPK. Ese es el juego maquiavélico en el que estamos. Y el que hemos venido denunciando desde hace años, como para que nadie se engañe sobre como es que ocurrieron realmente las cosas.
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