La oligarquía panameña y el golpe militar de 1968

18/10/2018
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La tesis central de la ponencia que presenté en el XVI Congreso Nacional de Sociología consistió en demostrar cómo la irrupción política de la Guardia Nacional en la institucionalidad gubernamental en 1968 tuvo como objetivo principal el reordenamiento de las relaciones entre las fuerzas sociales del país. La ponencia se preparó en el contexto del cincuentenario del golpe militar.

 

Todos los autores examinados coinciden en que los actores sociales principales del golpe de 1968 fueron la oligarquía, las capas medias, los sectores populares y EEUU. El instrumento que se utilizó para dar el golpe fue la Guardia Nacional. El objetivo central de este golpe fue reconstituir la hegemonía perdida de la oligarquía como consecuencia de la insurrección popular de enero de 1964. También destacan como detonante la insatisfacción de los mandos medios de la Guardia Nacional por los anuncios de una reestructuración de la institución armada.

 

Para alcanzar el objetivo deseado – recuperar la hegemonía perdida – era necesario desplazar a la oligarquía del poder político. Puede parecer paradójico que para resolver la crisis política de la oligarquía, esta misma tenía que desplazarse del poder. La oligarquía tenía dos problemas centrales que no era capaz de resolver. Para acometer la tarea, necesitaba la ayuda – ni más ni menos – de los dos actores sociales que eran sus problemas: Por un lado, los sectores populares y, por el otro, EEUU.

 

Para EEUU era claro que la insurrección popular ocurrida en enero de 1964 no podía repetirse. Este punto aparentemente no estaba claro en los círculos de la oligarquía. Además, era urgente resolver “las causas del conflicto” con EEUU en torno al Canal de Panamá.

 

El gobierno militar cumplió, aparentemente, con ambos objetivos. Por un lado, logró la firma de los Tratados de Canal con EEUU en 1977, bajo la conducción del general Torrijos. Por el otro, logró cooptar a segmentos importantes de los sectores populares. Lograda la misión a principios de la década de 1980, todo indica que había que reestablecer la hegemonía de la oligarquía. Torrijos lo tenía en su agenda cuando hablaba del retorno de la Guardia Nacional a los cuarteles. Lo pensaba en un contexto donde la correlación de fuerzas sociales sería otra a la que encontró en 1968. El general Torrijos fue eliminado del escenario en 1981. La recuperación de la hegemonía por parte de la oligarquía se hizo, en forma tardía, mediante una operación traumática que incluyó una devastadora invasión militar norteamericana en 1989.

 

Los autores examinados reconocen el papel de los cuatro grupos sociales mencionados al principio: la oligarquía, las capas medias, los sectores populares y EEUU. Coinciden que las condiciones para que se diera el golpe militar descansaban sobre la cambiante correlación de fuerzas. Algunos señalan que el golpe se dio en contra de la oligarquía dividida y debilitada. Otros plantean que fue a favor de una fracción de la oligarquía.

 

Sostenemos que el golpe fue promovido por la misma oligarquía incapaz de gobernar y temerosa de un desenlace con ribetes similares a la Revolución cubana. Esta solución a la crisis, galvanizada por la insurrección de enero de 1964, fue aceptada por EEUU. La falta de una dirección política coherente en las capas medias y en los sectores populares obligó a estos sectores a convertirse en observadores del proceso en la medida en que se desenvolvía. Para Soler, por ejemplo, se produjo una inclinación de los militares hacia soluciones ‘nacionales’, con la cooptación creciente de los sectores populares y capas medias. En cambio, la lectura del mismo proceso por Ardito Barletta abría las puertas a un populismo peligroso y contrario a la democracia liberal.

 

La Guardia Nacional cumplió su misión. Logró reestablecer un orden entre los 4 grupos sociales que le permitió a la oligarquía recuperar la hegemonía perdida y regresar al poder político en 1989. El sector ‘mayoritario’ de la oligarquía que menciona Soler asumió el poder político y la fracción ‘minoritaria’ (reformista) desapareció. A su vez, la institución armada resolvió el problema ‘nacional’ con los Tratados del Canal, negociados por Torrijos. Sin embargo, el desorden gubernamental que han caracterizado los 30 años de administración de la oligarquía ha desestabilizado la institucionalidad política y puede estar anunciando una solución traumática a la actual crisis. El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, ya le dio aviso a las “20 familias” que dominan la vida política panameña: O ponen orden o se arriesgan a otra intervención.

 

18 de octubre de 2018.

 

- Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)

http://marcogandasegui2017.blogspot.com/

www.salacela.net

 

 

 

https://www.alainet.org/en/node/196001
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