La administración Trump infla el globo de los geoingenieros

11/04/2017
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Conferencia en Washington propone peligrosos experimentos que violarían la prohibición de Naciones Unidas

 

 El repudio de la administración Trump al acuerdo de la ONU logrado en París en 2015 sobre cambio climático y las limitaciones que impuso a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y a otros organismos que monitorean el calentamiento global, abrió una oportunidad inesperada para un grupo auto-nombrado de investigadores del clima que buscan promover sus particulares estrategias para enfrentar el cambio climático. Más de 100 científicos, escritores de ciencia y elaboradores de políticas se reunieron en Washington el 24 de marzo 2017, invitados por investigadores de la Universidad de Harvard y de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) para discutir el entusiasmo creciente en torno a la tecnología de geoingeniería conocida como “gestión de la radicación solar” (SRM, por las siglas en inglés de Solar Radiation Management), que promueve la posibilidad de bajar la temperatura global desviando la luz solar.

 

  Esta tecnología se ha discutido por muchos años en forma teórica, pero el interés en investigarla y ponerla en operación ha crecido significativamente en los últimos diez años, y recibió un aliento inesperado en París al final de 2015, cuando los gobiernos se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2 grados centígrados antes del año 2100. Limitar el calentamiento global a máximo 1.5 grados debajo de los niveles preindustriales, es un objetivo que el mundo entero (y particularmente los países más vulnerables) necesitan lograr desesperadamente, el problema es que el acuerdo de París no incluyó la obligatoriedad de cortar las emisiones de gases en las medidas necesarias para alcanzar tal objetivo.

 

          “Los científicos y políticos reunidos en París sabían que los gobiernos rebasarían el límite de los 2 grados antes del 2050, si no es que en el 2030, a menos que se adoptaran reducciones obligatorias de gases de efecto invernadero”, explica Silvia Ribeiro, Directora del Grupo ETC para América Latina, quien estuvo en la conferencia de Washington. “Según algunos científicos, la única forma de bajar la temperatura planetaria sin modificar la producción y consumo de combustibles fósiles, es abriendo la caja de Pandora de las técnicas de geoingeniería, que de forma artificial y temporal encubrirían el impacto que tienen las emisiones de gases con efecto de invernadero”.

 

          Algunos proponen métodos como la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono para remover de la atmósfera el dióxido de carbono, pero hay cada vez más evidencia de que esa técnica no serviría y de que la producción de “bioenergía” competiría con la producción de alimentos e impactaría severamente los suelos y la biodiversidad.1  Dichas evidencias podrían ser la prueba de que se necesitan verdaderas reducciones de emisiones, pero los geoingnieros ven más bien la oportunidad de promover tecnologías aún más peligrosas. A la cabeza de estas propuestas tecnológicas no probadas se encuentra el manejo de la radiación solar. La forma más común de SRM son los “sistemas de distribución” de sulfatos en la atmósfera, que teóricamente actúan como cenizas de erupción volcánica, ocultan la luz del sol y hacen que baje la temperatura. Los promotores de SRM —principalmente los científicos de Harvard y de UCLA que organizaron la conferencia en Washington— reconocen que tal enfoque no está probado y que incluso podría ser contraproducente en varios aspectos. También son conscientes de que SRM no es una solución de largo plazo para el calentamiento global. Los gases de efecto invernadero (GEI) continuarían emitiéndose aunque se bloqueara la luz del sol, y detener ese bloqueo de forma repentina resultaría en un aumento veloz de la temperatura, que podría ser desastroso. Sin embargo, seguramente argumentarán que el acuerdo de París y también el rechazo de ese acuerdo por parte de la administración Trump sólo dejan a la geoingeniería como alternativa, y por lo tanto debe tomarse en serio y deben poder realizarse experimentos a cielo abierto.

 

 Los gases de la administración Trump: Algunos de los participantes de la conferencia de Washington, según Silvia Ribeiro, piensan que la administración Trump podría apoyar experimentos sobre la manipulación del termostato global como “Plan B” si los daños ambientales del cambio climático se vuelven inaceptables para los ciudadanos de Estados Unidos. “En París estábamos preocupados por los gases con efecto de invernadero —dice Silvia— ahora también tenemos que preocuparnos por las nuevas formas de contaminación de Trump en la Casa Blanca .”

 

 Perturbación en Tucson: David Keith, físico de Harvard, le dijo a su público en Washington que su instituto conducirá un experimento de manejo estratosférico de la radiación solar en la segunda mitad de 2018 en colaboración con una compañía privada aeroespacial llamada World View, que cuenta con un puerto espacial cerca de Tucson, Arizona. Keith le llama “Stratospheric Controlled Perturbation Experiment”, (experimento de perturbación estratosférica controlada), SCoPEX.2 World View se especializa en el comercio de globos gigantes que pueden acarrear a la estratósfera hasta 100 kilos de materiales diversos y permanecen en lo alto e inmóviles por periodos largos. Keith y World View planean utilizar drones equipados con sensores para estudiar la liberación de micro o nanopartículas de varias substancias, incluyendo sulfatos, calcio y polvo de diamantes. Keith cuenta con financiamiento de la Fundación Gates (del Fondo para la Investigación Innovadora en Clima y Energía), de la Fundación Hewlett, la Fundación Alfred P. Sloan y otras,3,4  pero aparentemente está buscando más dinero para este experimento.

 

 El de Keith es uno de dos experimentos a cielo abierto de manejo de la radiación solar que podrían ocurrir en los próximos años en Estados Unidos. Tenemos conocimiento de un segundo experimento para blanquear nubes en el área de Moss Landing cerca de Monterrey Bay, California. Éste lo planea Thomas Ackerman, un científico del clima del estado de Washington, en colaboración con un grupo de ingenieros de Silicon Valley. Un tercer experimento para alterar nubes cirrus a grandes altitudes también podría estarse preparando. Además de los experimentos de Estados Unidos, otras pruebas podrían estar planeándose con apoyo de los gobiernos de China y Rusia. El científico ruso Yuri Izrael ya realizó pruebas “limitadas” de SRM con herramientas militares. Corea del Sur también podría realizar experimentos de geoingeniería océanica en 2018 o después.

 

 Las mascotas de Trump: La Administración Trump tiene un historial de conexiones con varios geoingenieros. Promotores importantes de la geoingeniería ahora cercanos a la administración Trump incluyen al anterior director de Exxon, Rex Tillerson (hoy Secretario de Estado) cuya empresa petrolera ha promovido por décadas el debate en pro de la geoingeniería; Newt Gingrich, anterior vocero y actual confidente del propio Trump, quien ha cabildeado agresivamente a favor de las técnicas de SRM y tiene un proyecto de geoingeniería en el American Entreprise Institute con financiamiento de la industria de los combustibles fósiles, y el geoingeniero David Schnare, quien ha expuesto planes muy detallados en audiencias del Congreso sobre cómo iniciar las pruebas de SRM y poner en marcha las técnicas. Schnare y otros negadores del cambio climático ven en la geoeingeniería una forma de enfrentar los impactos del cambio climático al tiempo que niegan el papel que juegan para éste los combustibles fósiles. Hasta hace pocos días, Schnare era parte del equipo de transición de Trump en la Agencia de Protección Ambiental. “Precisamente este tipo de iniciativas temerarias y masivas pueden agradar a Donald Trump: poner un muro en el cielo que aísle la luz del sol”, explica Jim Thomas, Director de Programas del Grupo ETC en Canadá. “Probablementente a Trump le gustaría inflar él mismo el globo de David Keith y lanzarlo al cielo.”

 

 Moratoria en la ONU: Estos experimentos se proponen como si no hubiera una moratoria de facto de Naciones Unidas sobre la geoingeniería, adoptada por consenso de 193 gobiernos en 2010 durante la reunión del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB). La moratoria se reafirmó en diciembre pasado, en otra reunión del CDB, en Cancún. Estados Unidos es casi el único país en el mundo que no ha ratificado ese Convenio y David Keith y sus colegas quieren aprovechar ese vacío para realizar experimentos en Estados Unidos. Sin embargo, rápidamente podrían presentarse problemas transfronterizos después de liberar nubes artificiales que cubrieran una superficie de 1 kilómetro por 100 metros: el puerto espacial World View en Tucson está a solamente 96 kilómetros de la frontera con México y los vientos estratosféricos pueden soplar hasta a 300 kilómetros por hora.

 

          Tanto China como Rusia son parte del CDB, de allí su silencio. Corea del Sur también votó por la decisión del CDB y del Convenio de Londres contra otras técnicas de geoingeniería, pero se ha sabido que busca permiso de ese organismo de ONU que sanciona la contaminación del mar para realizar una prueba de geoingeniería oceánica dentro de sus aguas territoriales.

 

          “Son tiempos peligrosos”, concluye Silvia Ribeiro en Washington. “Tenemos de un lado la negación de gobiernos que afirman que podrán mantener la temperatura por debajo de los 2 grados centígrados para el 2100 sin promover la drástica reducción de emisiones y las alternativas reales para lograrlo, y tenemos al menos tres gobiernos poderosos que quieren experimentar con el clima: Estados Unidos, Rusia y China, que si pudieran, controlarían el termostato del planeta de forma unilateral. Es un momento muy peligroso como para que científicos ingenuos les den las herramientas y la excusa para evitar sus compromisos internacionales y pongan en marcha remiendos técnicos unilaterales, de alto riesgo y que amenazan el clima de todos.”

 

 Notas:

 

 1. Almuth Ernsting, Oliver Munnion and Rachel Smolker (ed.), “Bioenergía con captura y almacenamiento de carbono: ¿solución desesperada para el clima o illusion? Informe Biofuelwatch. 2016.   http://www.biofuelwatch.org.uk/2015/beccs-report/

 

2. Más detalle sobre el experimento: http://keith.seas.harvard.edu/publications/stratospheric-controlled-perturbation- experiment-scopex-small-scale-experiment

 

3. https://www.technologyreview.com/s/603974/harvard-scientists-moving-ahead-on-plans-for-atmospheric-geoengineering-experiments/

 

4. http://keith.seas.harvard.edu/funding

 

Fuente: http://www.etcgroup.org/es/content/la-administracion-trump-infla-el-globo-de-los-geoingenieros

 

 

https://www.alainet.org/en/node/184731
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