La ecología política según los progresistas bolivarianos (II)

22/10/2015
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García Linera tocó el tema del extractivismo a los 52 minutos de comenzada su conferencia magistral, diciendo: “El famoso debate sobre los extractivismos, que se ha puesto de moda en América Latina”. Es evidente que odia la palabra “extractivismo”, juzgando por su tono cada vez que la usaba. Es una palabra que ha sido exitosamente insertada en el debate político latinoamericano por fuerzas que él considera antagónicas a su proyecto revolucionario. Al vicepresidente boliviano no le queda otro remedio que emplearla, un mal necesario. Pero tras usarla, dejó bien clara su opinión de que las críticas al extractivismo no son legítimas ni honestas, y que tras éstas lo que hay es una agenda siniestra: “Los críticos reciben buen dinero de esos organismos extranjeros. Sirven a esos intereses externos.”

 

Señaló que el extractivismo no es nada nuevo en la región. Países como “Ecuador, Venezuela, Bolivia, arrastran una herencia extractivista que en el caso de Bolivia se remonta a 1570, cuando el virrey Toledo instaura el trabajo obligatorio en el cerro rico de Potosí, y convierte a Bolivia en... productor de materias primas que se exportan a la metrópoli. Desde entonces Bolivia y América Latina han quedado definidos en la distribución planetaria de tareas del capitalismo como productor de materias primas. Traemos casi 450 años de esa herencia.”

 

Pero dada la extrema pobreza de América Latina, argumentó el vicepresidente, es necesario usar el extractivismo, pero temporeramente, para proveer alivio urgente a los pobres. Aseguró que es no menos ecologista que sus detractores verdes, aseverando que “El futuro socialista, el futuro comunitario, ha de ser ecológico o no va a ser”, pero después clarificando que “si nos dedicamos solamente a cuidar la naturaleza, a no tocarla, seguimos en la pobreza, en la miseria. Y van a venir los neoliberales, a quienes no les importa nada, ni los árboles ni los pajaritos. Y ellos sí van a dedicarse a producir como puedan, y a satisfacer necesidades de la población. Y la población, con justo motivo, te va a abandonar.”

 

“No puedes contentarte con ser un cuidador de bosques, dejando a la población en la miseria colonial en la que viven los pueblos indígenas, porque hoy su condición de vida no es idílica... es de pobreza colonial construida en los últimos 500 años. Eso es lo que nos propone el medioambientalismo colonial. (Nos dice) ‘Latinoamericanos, dejen de soñar con el progreso... Dedíquense a cuidar árboles. El Norte que siga produciendo, inundando el mundo de CO2, que siga destruyendo los bosques del mundo. América Latina ahora dedicada a generar el oxígeno que los del Norte están aniquilando’. Este es el ambientalismo colonial. que los países del Sur paguemos la plusvalía ambiental congelando nuestra producción, nuestro desarrollo, nuestro futuro, nuestras condiciones de vida, que son coloniales, supuestamente en aras de preservar la naturaleza mientras los del Norte continúan con la orgía destructiva.”

 

García Linera concuerda en que el extractivismo es un mal, pero aseveró que él es quien mejor sabe cómo salir de él: “Sí, tenemos que salir del extractivismo... Pero no se sale congelando las condiciones de producción ni regresando a la edad de piedra. Se sale del extractivismo usando temporalmente el extractivismo para crear las condiciones culturales, organizativas y materiales de una población (para) que salte a la economía del conocimiento. ¿De qué economía del conocimiento voy a hablar cuando tengo compañeros que viven en el altiplano en casas de piedra, que caminan cinco horas para llegar a su colegio… y que están durmiéndose todo el día porque no les alcanza el alimento para estar despiertos. ¿Qué economía del conocimiento se construye de esa manera? Esta es la farsa del medioambientalismo colonial… Nos quiere hacer caer en esa trampa: ‘Las condiciones de vida son idílicas y armónicas’. Que entren a la Amazonia a ver cómo se muere la gente por picadura de víbora porque no hay atención médica en cinco días.”

 

García Linera está particularmente molesto por el hecho de que la mayoría de los críticos del modelo extractivista vienen de la izquierda. A poco más de una hora del inicio de su conferencia les comenzó a atacar, describiéndolos como la izquierda “deslactosada”, “de cafetín”, “perfumada” y “bien remunerada” que desde “seminarios donde rinden cuentas de sus financiamientos externos que garantizan su buena vida, denuncian a los gobiernos progresistas por no haber instaurado instantáneamente y por decreto el buen vivir”.

 

Agotando sus reservas de insultos y epítetos, el vicepresidente se fue en una estampida verbal: “Son los arrepentidos cómplices del pasado neoliberal, devenidos de manera sorpresiva hoy en ultrarradicales profetas del inminente fracaso de los procesos revolucionarios… No tienen ninguna medida concreta, ninguna sola propuesta práctica… que pueda hacer avanzar los procesos revolucionarios… Buscan desestabilizar los procesos y gobiernos progresistas... Su discurso aglutina el conservadurismo y racismo de sectores acomodados que bajo el camuflaje de un discurso seudoizquierdista o seudoambientalista buscan desprestigiar los procesos revolucionarios… Estos seudorradicales trabajan para los restauradores del neoliberalismo. Son los ideólogos del fin del relato del progresismo latinoamericano.”

 

La noción de que los críticos ecologistas y de izquierda no ofrecen alternativas es un estribillo frecuente en el discurso de los progresistas bolivarianos. Sin embargo, tal cosa sólo se puede decir si uno ignora la abundante literatura de análisis, discusión y alternativas al extractivismo producida en años recientes por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), ONG’s como Acción Ecológica y CEDIB, e intelectuales como Joan Martínez Alier, Eduardo Gudynas, Raúl Zibechi, Maristella Svampa y Alberto Acosta, por nombrar sólo unos pocos. Apenas una semana después del ELAP, en Quito, no muy lejos de la Casa de la Cultura donde tomó lugar el Encuentro Progresista, en la sede de FLACSO, se presentó un libro sobre alternativas titulado La Osadía de lo Nuevo, de varios colaboradores incluyendo Alberto Acosta (1). También en la misma semana, la fundación Heinrich Böll estrenó su revista Perspectivas con un primer ejemplar dedicado precisamente a alternativas latinoamericanas al extractivismo, con aportaciones de Acosta, Svampa y otros (2).

 

Imposible ignorar el “ecologismo infantil”

 

Lo que era más preocupante que el lenguaje guapetón y confrontacional, posturas intransigentes, y uso indiscriminado de descalificaciones y epítetos por parte de Correa y García Linera fue el aplauso estruendoso que recibían de su entusiasta audiencia cada vez que atacaban a los ecologistas y a la izquierda crítica. El saldo del ELAP presagia más confrontación y tiempos difíciles para los defensores latinoamericanos del ambiente y los intelectuales que son críticos del modelo extractivista.

 

Pero hay un hecho que les debería dar ánimo: A los líderes políticos e intelectuales del progresismo latinoamericano les ha sido imposible suprimir el debate. No han podido enterrar o ningunear a las voces críticas, no obstantes las herramientas políticas, intelectuales, académicas y mediáticas que tienen a su disposición. A pesar de su triunfalismo y aire confiado, se ven obligados a defender su modelo extractivista con cada vez más frecuencia. El debate continúa, y no pueden detenerlo.

 

- Ruiz Marrero es autor y periodista puertorriqueño. Dirige el Monitor de Energía y Ambiente de América Latina. Su último libro El Gran Juego de Ajedrez Botánico fue publicado en 2015. Su identidad en Twitter es @carmeloruiz.  

 

Notas:

1) http://www.rosalux.org.ec/es/aboutus/becas/52-actividades/eventos-lo-mas-reciente/875-la-osad%C3%ADa-de-lo-nuevo.html

2) http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Mas_alla_de_la_sobreexplotacion_Alternativas_latinoamericanas_al_extractivismo

https://www.alainet.org/en/node/173179
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