Disputa de sentidos en tiempo de cambios

17/12/2014
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 500: América Latina: Cuestiones de fondo 12/01/2015
En un inusitado acto de sinceramiento, poco antes de las elecciones de 2010, la ex-presidenta de la Asociación Nacional de la Prensa de Brasil y ejecutiva de la Folha de S. Paulo, Judith Brito, reconoció que “los medios de comunicación están asumiendo de hecho el papel de oposición de este país, ya que la oposición está profundamente debilitada”[1].  Lo cual dio lugar a que se hable del Partido de la Prensa Golpista (PIG, por sus siglas en portugués).
 
Tras el último proceso electoral tal referencia perdió sentido, sostiene Luciano Martins Costa, porque, “al exagerar en la manipulación de hechos reales, de hechos fabricados, de declaraciones y rumores, las grandes emisoras, los principales periódicos y las revistas informativas de mayor circulación acanallaron el propio concepto de partido político.  La prensa se coloca por encima de las agremiaciones partidarias, y ahora confronta directamente los poderes republicanos, sin intermediarios”[2].
 
Recordando el rol decisivo que jugó la prensa en la construcción del discurso aglutinador de las oposiciones y en la desestabilización del gobierno de João Goulart, que culminó con el golpe de Estado del 1º de abril de 1964, Roberto Amaral destaca: “En nuestros días, la prensa se transformó en el principal partido de oposición… está a la vista la colusión entre la derecha partidaria y los medios de comunicación que apunta a la desestabilización del gobierno, en la tentativa, casi desesperada, de crear un clima emocional para la pelea por la destitución, pues, a partir de ella, se puede jugar todas las cartas”[3].
 
Esta breve referencia al pasado proceso electoral brasileño es porque está más fresco pues, con palabras más o palabras menos, expresa una de las constantes que se registra en la región como parte de las acciones permanentes de desestabilización que enfrentan los procesos que incomodan a Washington, en la medida que el imperio, en las redefiniciones para preservar el dominio unipolar, ha puesto en marcha la llamada “guerra de cuarta generación”, que establece como uno de los ejes centrales el campo comunicacional.
 
Esto es, una redefinición de los terrenos de la tradicional confrontación bélica en términos de guerras permanentes, de “dominación de espectro completo”[4], que incorpora con particular importancia el control social, básicamente con la manipulación informativa y acciones psicosociales, a fin de ganar las mentes y los corazones de las poblaciones.
 
En esta línea, precisamente se inscribe la cartilla de los “golpes suaves” sistematizada por el politólogo estadounidense, fundador de la ONG Albert Einstein, Gene Sharp, con miras a propiciar “cambios de régimen” con revoluciones de “colores”, en las cuales un ingrediente clave es el uso del mundo Internet y las denominadas redes sociales.  Tan es así, por decir algo, que a lo que unos llamaron la “Primavera Árabe”, otros optaron por la formula “revolución Facebook” o bien “Twitter”, cuando no “2.0”.
 
Los procesos de integración en la mira
 
Promotores como son del libre mercado, lo mínimo que se podría esperar es que los medios empresariales hegemónicos efectivamente compitan entre sí, pero la terca realidad nos muestra que actúan como una confraternidad articulada por propósitos e intereses comunes, con vinculaciones orgánicas a los poderes fácticos.  De hecho se ha configurado un poder mediático que no solo cuenta con su gran maquinaria, con sus recursos millonarios y cosas por el estilo, sino y sobre todo con estrategias claras, sistematizadas, incluso probadas en otros escenarios internacionales donde operó el “cambio de régimen”.
 
Vale decir, perfiles que encajan como anillo al dedo para colocarse al frente de las fuerzas de oposición.  Como efectivamente lo están haciendo en sus respectivos países y también contra los procesos que retoman la integración regional como alternativa histórica, como es el caso del Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
 
Si bien es evidente que las propias ideas de integración están en disputa, no son los espacios de debate que se encuentran en los medios cartelizados, sino la fuerza de esa monumental sintonía de voces que tienen como campaña permanente, plagada de estigmatizaciones y descalificaciones, para generar dudas sobre el sentido, oportunidad y viabilidad de los procesos integracionistas, con ataques directos e indirectos a sus principales protagonistas.
 
A tal punto que ni siquiera hacen la mínima referencia a una cuestión clave: cuando “la seguridad colectiva está en muy serio peligro y que el mundo se encamina hacia un caos global”[5], en los procesos de integración se ha establecido un compromiso común: preservar América Latina y el Caribe como Zona de Paz.  Lo que no implica cruzarse de brazos, puesto que en el caso de Unasur, por ejemplo, para enfrentar a la militarización del ciberespacio y la ciberguerra ha incorporado en su agenda cuestiones relativas a la ciberdefensa y ciberseguridad.
 
En todo caso, a nuestro entender, se mantiene como una tarea pendiente la definición de una política comunicacional que tome en cuenta una cuestión sustantiva: la integración de los pueblos, que por cierto también pasa por la participación de la sociedad y sus expresiones organizadas en los procesos integracionistas, como condición ineludible para la sostenibilidad de éstos.
 
En esta perspectiva se inscribe la constitución del Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica, con la participación de organizaciones y movimientos sociales, así como de medios y redes de medios alternativos, en tanto espacio de confluencia en construcción.  Esto es, abierto a otros actores que comparten los mismos principios y objetivos, asumiendo que se hace necesario fortalecer la integración con la convergencia de medios y periodistas, mundo académico, parlamentarios, movimientos políticos y sociales.
 
Como fundamentalmente se trata de afirmar y fortalecer el protagonismo popular en las dinámicas nacionales y de integración regional y mundial como premisa para avanzar hacia ese “otro mundo es posible y necesario”, una de las tareas tiene que ver con el reto de ubicar con claridad el momento y las tendencias en curso, en tanto requerimiento para potenciar las condiciones favorables y necesarias orientadas a vivificar la capacidad organizativa y de acción que tal protagonismo requiere.
 
Con esta línea que ha orientado la labor informativa y comunicacional de ALAI en el curso de los años, ahora llegamos al emblemático número de las 500 ediciones de América Latina en Movimiento, con una preocupación central: mirar las cuestiones de fondo.


[1] O Globo,18/03/2010
[3] A imprensa como o principal partido da oposição - http://www.cartacapital.com.br/politica/a-imprensa-como-o-principal-part...
[4] Ver: Ana Esther Ceceña, Los golpes de espectro completo - http://alainet.org/active/73900
[5] Atilio Boron, Putin: un discurso histórico - http://alainet.org/active/79057
https://www.alainet.org/en/node/166634
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