Fotoreportaje: Acercamiento a la segunda ola inmigratoria haitiana a América Latina

04/07/2012
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La presencia de los migrantes haitianos es cada vez más notoria en América Latina, principalmente en las grandes urbes de la región: de México D.F. a Buenos Aires, pasando por Sao Paolo, Manaus, la capital amazonense, Santiago de Chile, Quito, Caracas, Bogotá y Ciudad de Panamá.

Constituyen un espectro muy amplio y diverso: son hombres, mujeres, niños, jóvenes, adultos, obreros, trabajadores, estudiantes, intelectuales, analfabetas, profesores universitarios, médicos, sociólogos. Provienen de todas las clases sociales de Haití, principalmente de la clase media y media baja. La gran mayoría son jóvenes que buscan oportunidades de estudio, de empleo y, sobre todo, de un futuro mejor.

 
Un gran número de ellos y ellas viven en condiciones difíciles en la región por varias razones, entre ellas: el desconocimiento del español o del portugués, su condición migratoria irregular, la dificultad de encontrar un empleo, las violaciones contra sus derechos laborales, la discriminación y la falta de protección por parte de los Estados.
 
Sin embargo, todos luchan por integrarse de manera digna y humana en contextos a veces hostiles, para rehacer sus vidas y poder ayudar a sus familias en Haití. Cada migrante haitiano representa a la vez una inversión grande, que hicieron sus familias para enviarlos al extranjero, y una eventual fuente de ingresos para ellas. Es a la vez fruto de grandes sacrificios y semilla de esperanza para Haití.
 
Varios grupos de iglesias, de la sociedad civil, de organizaciones no-gubernamentales y ciudadanos y ciudadanas comunes y corrientes de la región se han mostrado solidarios y hospitalarios con ellos a través de acciones muy sencillas tales como: compartir el pan, el techo, el conocimiento del idioma (español y portugués), la fe y la esperanza. O simplemente considerarlos y tratarlos no como migrantes o ilegales, sino como hermanos.
 
Entre hostilidad y hospitalidad, los migrantes haitianos tratan de bailar la danza de la vida y la fiesta de la esperanza a pesar de las sombras y la zozobra. De sanar las heridas de la tragedia de la que huyeron en su país de origen. De reconstruir su vida bajo otros cielos menos inclementes. De renacer lejos de su tierra madre.
 
El mundo entero se estremeció el 12 de enero de 2010, cuando un terremoto devastó Haití, principalmente Puerto Príncipe y sus alrededores, obligando a decenas de miles de haitianos a dejar su tierra.
 
De 2010 a la fecha, 15 mil haitianos aproximadamente llegaron a América Latina (excluyendo las Islas caribeñas tales como República Dominicana, Cuba, Guyana Francesa y las islas británicas). Cerca de 6 mil emigraron a Brasil, 2 mil a Ecuador, otros 2 mil a Chile y más de mil a México. Un significativo número de haitianos, del cual no disponemos de cifras, se dirigió también a Venezuela. Podemos hablar de una segunda ola migratoria haitiana a América Latina.
La primera ola migratoria a la región inició a finales del año 1957, en los tiempos de la dictadura de la familia Duvalier. Intelectuales, artistas, opositores políticos al régimen de represión duvalierista, que duró 29 años (de 1957 a 1986), huyeron de Haití y fueron acogidos principalmente por México y Venezuela bajo la figura de exiliados políticos.
 
A la diferencia de esta primera ola, el reciente flujo haitiano hacia la región está formado por los damnificados del terremoto y las víctimas de la crisis humanitaria, agravada por la tragedia. Son también migrantes forzados porque fueron obligados a dejar su tierra por las consecuencias de un desastre natural. Pero, no fue por una persecución política, religiosa u otra. Por lo tanto, los Estados no los consideran exiliados políticos o refugiados, basándose en el marco normativo internacional del refugio vigente, aunque muy cuestionado. Incluso, tienden a negarles el acceso a la protección.
 
La protección de los migrantes haitianos representa un reto para los organismos regionales tales como la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la OEA para que exhorten a los Estados de la región a repensar su marco jurídico-político a fin de enfrentar esta nueva forma de migración forzada causada por los desastres naturales. Al mismo tiempo, constituye para las y los latinoamericanos en general un vibrante llamamiento a la solidaridad, la hospitalidad, la hermandad en el cara a cara y el día a día.
 
En este fotoreportaje, el Servicio Jesuita a Refugiados para Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC), junto con la organización mexicana Sin Fronteras IAP, el SJR Ecuador y la Organización Socio-cultural de los Haitianos en Chile, presentamos un caleidoscopio de las imágenes de la reciente ola inmigratoria haitiana a América Latina.
 
Wooldy Edson Louidor
Coordinador Regional Incidencia y Comunicación para Haití
Servicio Jesuita a Refugiados Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC)
 
 
https://www.alainet.org/en/node/159306
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