Por un mundo sin hambre

05/12/2004
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Hoy el hambre crónica acosa a más de 840 millones de personas en el planeta, les roba salud y nubla su inteligencia, destruye vidas inocentes, especialmente a los niños. El hambre es una lacra intolerable que impide el desarrollo social y económico de los pueblos. El hambre es una manifestación concreta de las desigualdades de poder, persistentes y generalizadas, que existen en el mundo, declaró el año 2002 el Director General de la FAO. El análisis de las tendencias más recientes hace que las perspectivas sean sombrías. De 1995 al 2001 el número de personas subnutridas en el mundo aumentó en 18 millones. Peor aún, en los últimos cuatro años sobre los que se dispone de datos, el número de personas crónicamente hambrientas ha aumentado a una tasa de casi 5 millones anuales. El hambre está creciendo en el conjunto de los países en desarrollo y también en las bolsas de pobreza de los países desarrollados. El pasado 24 de noviembre el Consejo de la FAO ha aprobado las Directrices voluntarias en apoyo a los esfuerzos de los Estados Miembros encaminados a alcanzar la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional. Esas Directrices se fundamentan en diversos instrumentos internacionales reiteradamente reivindicados por los movimientos sociales en todas sus plataformas, a saber: el Art. 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; los artículos 2 y 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y los artículos 55 y 56 de la Carta de las Naciones Unidas. Las Directrices de la FAO recomiendan a los Estados poner en práctica políticas económicas, agrícolas, pesqueras, forestales, de uso de la tierra y, si es necesario, de reforma agraria, que permitan a los agricultores, pescadores, silvicultores y otros productores de alimentos, en particular a las mujeres, obtener un rendimiento justo de su trabajo, capital y gestión, estimulando la conservación y la ordenación sostenible de los recursos naturales, incluso en las zonas marginales. Estas Directrices, cortas por su voluntariedad y tardías por la gravedad de los problemas planteados, vienen a señalar que muchos Gobiernos e importantes instituciones multilaterales no han facilitado el acceso de los pobres a la tierra y han perjudicado con sus políticas a las pequeñas explotaciones familiares, que han visto como los precios percibidos por los productos agrícolas disminuían y los costos de producción aumentaban. En el mundo de hoy muchas tierras siguen improductivas y otras han tenido que ser abandonadas o malvendidas por los agricultores al no poder hacer frente a las obligaciones que habían contraído. La producción y distribución de alimentos se ha concentrado en manos de grandes corporaciones que presionan, a través de instrumentos multilaterales, para obtener la propiedad de los recursos productivos de las naciones con las consecuencias que todos observamos. El hambre se debe, en la mayor parte de los casos, a que las personas o grupos sumidos en la pobreza no tienen acceso a los medios de producción, o bien el acceso que tienen es insuficiente para cubrir sus necesidades nutricionales mínimas. Puesto que más del 75% del total de las personas que sufren hambre vive en zonas rurales, el acceso a la tierra y al agua como medios de producción más importantes en dichas zonas es una condición indispensable para combatir esas lacras. Las cifras de población rural en el mundo el año 2002 eran: Población Rural (miles) Año 2002 Asia 2.321.220 África 513.770 Europa 191.436 América Latina y Caribe 127.259 América Norte Desarrollada 71.500 Oceanía 8.370 TOTAL MUNDIAL 3.233.555 Fuente: FAOSTAT ----- Población Rural (miles) Año 2002 Países Desarrollados 351,716 Países en Desarrollo 2,881,849 Fuente: FAOSTAT Observando esas cifras y considerando que los casos mas graves de pobreza y hambre corresponden a campesinos sin tierra o bien a campesinos que cultivan parcelas cuya calidad y tamaño impide el mantenimiento de una familia, podemos dibujar una parte sustancial del mapa mundial de la exclusión. Todos los países del mundo tienen derecho a definir sus políticas sobre el acceso a la tierra y a los recursos naturales. Esas políticas son una condición necesaria para el ejercicio de la soberanía alimentaria. Y para ello se necesita un proceso de Reforma Agraria adaptado a las condiciones de cada país y región. Esta Reforma debe facilitar a los campesinos y a los agricultores indígenas -con iguales oportunidades para las mujeres- un acceso equitativo a los recursos productivos (principalmente tierra, agua, semillas, bosques y pesca), así como a medios de producción tales como la financiación y la capacitación. Pero, dolorosamente, las cosas van en sentido contrario. Para el economista Plinio Sampaio que nos acompaña hoy aquí, el giro neoliberal de los años 80 y 90 restó prioridad a la reforma agraria. Además, insiste Sampaio, las políticas neoliberales han provocado una gran concentración del ingreso y esto alcanzó también a la renta …. de la tierra. Obviamente poblaciones que ya se encontraban pauperizadas, han sido golpeadas más fuertemente que los otros sectores de la población. El gran aumento de la presión migratoria de los campesinos hacia las ciudades y de las poblaciones de los países pobres del hemisferio sur hacia los países ricos del hemisferio norte se debe, en gran medida, a la pauperización provocada por ese tipo de modernización. Podríamos concluir que la liberalización mundial del sector agrícola impulsado por la globalización neoliberal vuelve imposibles la reforma agraria y la soberanía alimentaria. El debate de las políticas sobre la tierra en el siglo XXI abarca otros elementos además de la distribución de la tierra. No son únicamente los campesinos sin tierra los que tienen interés en el establecimiento de mecanismos más equitativos de acceso a los recursos productivos. También interesa a la agricultura campesina y a los jóvenes del sur y del norte, a los sectores sociales urbanos, a los consumidores, a los parados, a las comunidades costeras de pescadores y a los empresarios. Todos ellos ven amenazada su supervivencia o su crecimiento por la situación de millones de campesinos y pequeños productores de alimentos empobrecidos, condenados a la extrema pobreza y empujados a la emigración masiva. A todos estos sectores sociales afecta la destrucción de los ecosistemas, la ruptura de equilibrios ecológicos a nivel del planeta, y los conflictos de nuevo tipo generados por las formas de acceso a la tierra y de gestión del territorio. La tierra se ve cada vez más como un espacio complejo, multifuncional. Tiene una dimensión ambiental, con recursos naturales, reservas de biodiversidad e impacto sobre el clima. Las interacciones entre el campo y la ciudad toman nuevas formas y la opinión de la población urbana sobre la gestión del espacio y la manera de producir alimentos sanos no puede obviarse. Todo ello obliga a actualizar las políticas de Reforma Agraria. ¡Reforma agraria ya! Hoy, en el contexto de la globalización neoliberal, los grandes desafíos del planeta exigen nuevas políticas de acceso y gestión de la tierra y los recursos naturales. Urge retomar la reflexión y la acción sobre las Reformas Agrarias, en la búsqueda de nuevas modalidades que permitan reducir las desigualdades y garantizar el derecho a la tierra, que junto al derecho a la alimentación, son derechos fundamentales de toda la humanidad. Para esa reflexión colectiva, para la puesta en común de las experiencias, para intercambiar ideas y conocimientos, se convocó el Foro Mundial sobre la Reforma Agraria. El Comité Internacional Promotor ha orientado un proceso que se inició en el Foro Social Mundial de Porto Alegre en enero de 2003 y del que han participado con su aporte teórico y práctico centenares de organizaciones sociales, entidades académicas e instituciones de todo el mundo. Desde aquí nacerán, sin duda, propuestas para un futuro más justo y mejor. Hemos venido desde todos los rincones del planeta. Desde África, desde América, desde Asia, desde Europa, desde Oceanía. Somos diversos e iguales. Y estamos emplazados a levantar la voz en defensa de la humanidad. Bienvenidos al Foro Mundial sobre la Reforma Agraria. Bienvenidos a Valencia. * Intervención en la inauguración del FMRA, Valencia 5 de diciembre de 2004. Vicent Garcés, Ingeniero Agrónomo, Profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, coordinador del Comité Internacional Promotor del FMRA.
https://www.alainet.org/de/node/111014
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren