Retos feministas en un mundo globalizado
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Algunas propuestas feministas para practicar la diversidad en el contexto global

Phumi Mtetwa*

Las feministas han sostenido amplias teorías que implican un compromiso audaz con las mujeres, al cuestionar las prácticas, pensamientos y políticas que definen y a menudo dictan, desde el poder, lo que las mujeres son o deberían ser. A través de ello, han desarrollado un fuerte compromiso con las ideas de inclusión, solidaridad y respeto a la diversidad, sin embargo, persisten desafíos para llevar a la práctica esta diversidad, sin condiciones.

Así, es una preocupación de mucha actualidad, especialmente para las feministas jóvenes del Sur, integrar en las discusiones y propuestas del Foro Social Mundial (FSM) un eje transversal de género y diversidad, para que ese “Otro Mundo es Posible” refleje al fin las aspiraciones de todos y de todas, a través de la creación de un nuevo contexto global.

La propuesta de que “Otro Mundo es Posible”, presentada por el FSM, nos ofrece nuevas formas de pensar, desarrollar acciones y visiones holísticas; revisando iniciativas que los movimientos sociales han emprendido, especialmente durante el último siglo; conjugando la visualización de un mundo diverso y plural con la lucha para la eliminación de las desigualdades y las múltiples formas de discriminación, que se reproducen y amplifican en el contexto de la globalización.

En ello, es preciso ampliar el marco de las propuestas feministas en el contexto global para fomentar nuevas visiones, concordantes con el nuevo escenario histórico que nos toca vivir. En el siglo pasado, la introducción del concepto de género y la definición de los derechos de las mujeres en el ámbito internacional abrieron el camino para la afirmación de la igualdad y la eliminación de la discriminación de las esferas privadas y públicas. El proceso que condujo a la Conferencia de la Mujer en Beijing en el 95, sus resultados y revisiones, la Conferencia de Derechos Humanos llevada a cabo en Viena en el 93 y la adopción de una Convención de la ONU sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer, han sido contribuciones importantes para universalizar un proceso de reconocimiento -sin vuelta atrás- de la igualdad de género.

Asimismo, la inclusión de la diversidad ha entrado en un proceso de reconocimiento que es perceptible en la formulación de algunos instrumentos internacionales de derechos humanos y en aquellos dirigidos a la eliminación de formas múltiples de discriminación, delineados principalmente en Naciones Unidas. En ello, los movimientos sociales y pueblos discriminados han ganado terreno en hacer visible la diversidad y en abogar porque se prohiba la discriminación sobre la base de nacimiento, nacionalidad, etnia, color, raza, sexo, género, orientación sexual, origen social, clase o condición socioeconómica, discapacidad, condición de salud, edad, y otros. Aún así, continúan existiendo muchos vacíos, como el hecho de negar derechos basados en ciertas identidades, especialmente en lo relacionado con la orientación sexual y el caso del estatus de seropositividad.

Ahora, para hacer practicables estos avances, es imperativo garantizar que el reconocimiento sustantivo, el respeto y la implementación de estos derechos garantizados sean sostenidos en la vida cotidiana. De igual manera, es importante continuar trabajando para promover aquellos derechos que aún enfrentan oposición para su reconocimiento. Esto significa dar un salto del papel a la acción y garantizar que las instituciones responsables implementen realmente estos derechos, pero también, y más que nada, enfatizar en la apropiación de los derechos ciudadanos por parte de todas las mujeres y otras personas discriminadas.

Estos elementos también deben ser parte del desarrollo de nuevas formas de pensamiento inclusivas1, en cuyo caso necesitamos dejar de dar prioridad a un derecho sobre otro, a una visión sobre otra, haciendo reales avances prácticos, tales como la universalidad, indivisibilidad e interdependencia de los derechos humanos. Sostener, por ejemplo, que la lucha contra el racismo es más importante que la lucha contra la discriminación basada en la orientación sexual -como vimos en la Conferencia Mundial Contra el Racismo- limita las posibilidades de evolución colectiva y contribuye a mantener vigentes ciertos parámetros de exclusión.

De igual manera, es importante avanzar en el reconocimiento de las diversas formas de expresión y pensamiento, pues la preeminencia otorgada en el actual modelo a las visiones tecnocráticas, aquellas que anteponen las propuestas de los técnicos o académicos sobre aquellas de los movimientos o pueblos, nos conducen hacia una reducción de los espacios de participación de las mujeres en la toma de decisiones. Si queremos avanzar, tenemos que cambiar los patrones excluyentes dominantes y ser más inclusivas/os, permitiendo que todas y todos tengan voz, y se expresen según sus propias formas y culturas.

Asimismo, el nuevo feminismo global que estamos construyendo tiene que levantarse sobre un franco análisis y debate de las relaciones Norte-Sur. Ello pensando en todos los aspectos macrosociales, pero también en las dinámicas y hasta en las relaciones de poder entre organizaciones que componen el movimiento feminista y articulan nuestro proceso. La globalización neoliberal, liderada por el Norte y las corporaciones, se hace a costa de los países endeudados del Sur, reduciendo las posibilidades de autonomía y concreción de derechos2 de las mujeres del Sur. De allí que es necesario un nuevo compromiso entre las feministas del Norte y las del Sur, para encarar conjuntamente la lucha por la auto-determinación, soberanía y justicia económica, mayormente liderada por movimientos sociales del Sur. Nosotras podemos entregar una importante contribución a ese mundo diferente, a través del fortalecimiento de un feminismo global de enfoques inclusivos, con el propósito de crear un mundo justo y diverso.

La diversidad requiere el reconocimiento pleno de las singularidades, las identidades y propuestas colectivas. De ser así, nuestras propuestas serán aplicables en toda circunstancia y lugar del mundo, sin un estándar o modelo hegemónico impuesto como referencia al resto. Entender mejor las realidades de las mujeres, hombres, niños y niñas a lo largo del planeta, contribuirá a construir un mundo mejor para todas las personas.

El último punto que quisiera mencionar está relacionado con la necesidad de acortar las brechas que existen entre las feministas jóvenes y las más maduras, en nuestros procesos de luchas y la presentación de nuestras propuestas. Para apoyar las propuestas feministas de un milenio diverso y plural, donde todas las personas sean valiosas y donde las vidas cuenten más que las ganancias, es necesario un fuerte liderazgo feminista intergeneracional, universal y multiétnico. El reconocimiento de la gran contribución teórica y práctica de las feministas antiguas y la integración de las ideas de nuevas feministas llevará a la apertura de nuevos espacios de creación, como este: el de Liderazgo Feminista Global impulsado por ALAI y NOVIB, que nos permite imaginar colectivamente un mundo diferente y plural.

Espacios propositivos, como el de este Seminario y el del FSM, dicen mucho de las posibilidades de cambio que se abren al transitar de la imagen de víctimas de la discriminación hacia roles más activos, sustentados en la ciudadanía ganada y por conquistar, en todos los ámbitos de la vida.

En definitiva, lo que he intentado argumentar es que la construcción de ese mundo diferente tiene que hacerse desde la denominación plural, aquella del reconocimiento de las identidades personales y colectivas, de la diversidad que enriquece a los pueblos del mundo, de la justicia económica y social para todas y todos.


Notas:

* Convocante del Diálogo Sur-Sur de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero Sudáfrica/Ecuador), FEDAEPS, Ecuador.

1 Irene León, Pluralizar el Mundo, Diversificar las Voces, ALAI 2002

2 Irene León, Promoción de la igualdad de género, especialmente ante desafíos sociales como la educación, el empleo y la salud, Informe para la Cumbre de Presidentes Europa-América Latina, RECAL, España, 2002


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