Retos feministas en un mundo globalizado
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Algunas claves para pensar la globalización desde una perspectiva feminista

Victoria Tauli Corpuz*

Para pensar el actual proceso de globalización y entender la creciente incorporación de nuestros países y nuestras vidas a este proceso regido por criterios hegemónicos, quiero presentar dos temas claves que delinean estas dinámicas. En primer lugar, la filosofía central de los principales actores de la globalización -ya sea la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o los ministros de finanzas de los países industrializados- es que “un solo parámetro es valido para todos”. La propuesta que tienen estos organismos consiste en ampliar la economía de mercado global y que todos quepamos en ese marco. Creo que éste es un desarrollo claro que hemos visto en los últimos cinco años, especialmente luego de la creación de la OMC.

El segundo punto es el tema de conflicto y paz. Después del 11 de setiembre, el mundo ha cambiado y cuando el presidente Bush dice, “si no estás con nosotros, entonces estás contra nosotros”, en realidad se trata de una exhortación a seguir todo su sistema: su sistema económico, su cultura, su civilización; si no lo hacemos, estamos en contra de ellos.

Estas son las dos problemáticas sobre las cuales quiero llamar a la reflexión, porque esto alude justamente a lo que las feministas del mundo queremos desafiar. Para hacerlo, debemos llegar a propuestas concretas que logren cambios reales en esta situación.

Primero, creo que es un imperativo que comprendamos la naturaleza de las instituciones globales que actualmente gobiernan el mundo: el FMI, el Banco Mundial y la OMC. Tenemos que examinar, entre otros, los acuerdos que la OMC está promoviendo y tenemos que hacerlo desde una perspectiva de género y también desde una perspectiva del tercer mundo, o del Sur, o desde la visión de los pueblos indígenas. Desde esas perspectivas y realidades combinadas, debemos examinar cuidadosamente cada acuerdo.

Los acuerdos agrícolas de la OMC, por ejemplo, apuntan a la plena liberalización comercial de los productos agrícolas. Muchos investigadores ya han demostrado que en la actualidad los mercados del Sur están siendo inundados por productos importados muy baratos (dumping) y altamente subsidiados que provienen del Norte. El resultado de esta inundación del mercado con productos importados es el desplazamiento de los medios de vida de poblaciones tradicionales en el Sur, como de las/os pequeñas/os agricultoras/es, y el desplazamiento de las mujeres de sus formas tradicionales de subsistencia. Así, en las Filipinas, las naranjas que eran cultivadas por mujeres agricultoras, hoy en día han sido reemplazadas por aquellas que provienen de China o Nueva Zelanda, que son hasta 50% más baratas que las producidas en Filipinas. Entonces, ¿cómo pueden las mujeres filipinas competir y vender sus productos? Esto nos hace pensar que quizá los acuerdos comerciales a nivel mundial están dando muchas más ventajas a todos estos productos agrícolas provenientes del Norte y, al mismo tiempo, están castigando a aquellos países del Sur que tratan de establecer algunas barreras a la importación de estos productos. Esta situación tiene que cambiar.

Otro acuerdo sobre el cual tenemos que pensar es el acuerdo de propiedad intelectual, que permite patentar formas de vida. Una de las consecuencias de este acuerdo es que ahora los medicamentos para el SIDA se han hecho excesivamente caros. Para muchas/os de nosotras/os ésta es una cuestión de vida o muerte. En Sudáfrica, muchas personas protestaron porque no se les permitía adquirir las medicinas baratas para el SIDA que son fabricadas en la India, porque las grandes compañías farmacéuticas tienen derechos de patente sobre los medicamentos para el SIDA. Entonces, se debería permitir la adquisición de medicinas baratas a aquellos países que las necesitan.

Desafortunadamente, incluso habiendo asuntos de vida o muerte en nuestra cotidianidad, en la mayoría de los casos, las mujeres no están participando en este tipo de movimientos y luchas. Personalmente, creo que esto es un indicador de que no nos hemos ocupado suficientemente de entender plenamente estos acuerdos y cómo ellos están afectando a las mujeres en los lugares más pobres del mundo, o los comprendemos pero simplemente no podemos articular el análisis o la perspectiva de género para aquellos temas en particular. Tendemos a ignorar estos temas y tendemos a regresar a los temas en los cuales somos expertas. No hay duda de que problemáticas como la violencia doméstica o los argumentos de derechos humanos son importantes y tenemos que continuar debatiendo sobre ellos. Sin embargo, también es necesario indagar en áreas más amplias y diferentes, porque muchas de ellas son las que hoy en día están influyendo en las actividades cotidianas en las que las mujeres están involucradas.

También nos falta examinar las estrategias de reducción de la pobreza implementadas por el FMI y el Banco Mundial, y estudiar cuán sensibles o peligrosas son para las mujeres. Este es uno de los grandes desafíos que enfrentamos ahora. Luego de la crisis en Asia, cuyos síntomas se expresan ahora en la Argentina, hemos visto cómo la liberalización financiera ha destruido las economías de algunos países. Por lo tanto, tenemos que examinar la arquitectura financiera que está siendo propuesta por el FMI y ver cómo va a afectar a la vida de las mujeres.

El segundo tema clave está relacionado al conflicto. Sabemos que hay más conflictos intra-Estado que conflictos entre naciones. Y también sabemos que, de una u otra manera, más tarde o más temprano, luego de que se han dado negociaciones, estos conflictos han concluido. No obstante, el problema es que las mujeres no están involucradas en todas estas negociaciones y acuerdos, ni tampoco en el análisis de estos conflictos, sus raíces y cómo abordarlos. Hace dos años, en las Filipinas, realizamos una conferencia sobre resolución de conflictos, paz y desarrollo del tercer mundo. Examinamos la participación de las mujeres en procesos de pacificación y vimos que ellas estaban haciendo muchas cosas. Por ejemplo, en el norte de la India, las mujeres que son miembros de diferentes tribus que siempre han estado en pugna, están encontrando formas de allanar sus diferencias mientras que sus parejas y maridos continúan disparándose unos a otros. Estas mujeres están tratando de construir puentes entre ellas porque están pensando en el futuro de sus comunidades. Aún así, estas mujeres no serán incluidas en las negociaciones de conflictos.

También creo que después del 11 de setiembre, los Estados Unidos tiene la legitimidad para ir y bombardear cualquier país, y parece que, según la perspectiva estadounidense, nuestros países son canales potenciales de terrorismo. Recientemente los Estados Unidos envió 600 militares estadounidenses y dio 400 millones de dólares en ayuda militar a Filipinas, para apoyar al gobierno en la lucha contra los terroristas rebeldes en el sur. La verdadera historia es que el gobierno de los EE.UU. quiere abrir todas estas zonas y tener una cierta presencia en ellas y, para conseguirlo, es muy conveniente usar los argumentos de apoyo y lucha contra el terrorismo.

Quiero terminar diciendo que, como hemos visto ahora, la globalización en realidad es la creciente monopolización del control, de la riqueza y el poder, por unas pocas corporaciones en el mundo, y son ellas las que están decidiendo, o al menos influyendo, en los acuerdos más fuertes del Banco Mundial y la OMC. Vemos que estas grandes corporaciones están entrando en nuestros países cada vez más, y están ejerciendo un fuerte control, ya sea en materia de alimentación, agricultura, energía o el agua.

Nuestro rol es protestar contra esta creciente hegemonía corporativa y demandar responsabilidad sobre una mayor y real democracia. También debemos pensar que las pequeñas corporaciones, las pequeñas empresas y los medios de subsistencia tradicionales tienen derecho a existir, porque si no contamos con este pluralismo en la forma de producir e incluso de consumir, entonces terminaremos en un mundo gobernado por el mercado. Y, esto es lo peor que nos tocaría vivir, porque generalmente, el mercado y estas enormes corporaciones apuntan hacia la homogenización de nuestras vidas. El riesgo es terminar en la única categoría de consumidores, sin ningún poder, ni siquiera con el derecho a elegir, y con espacios democráticos reducidos. Estos son los desafíos claves que tenemos que abordar en la globalización y esto requiere de una enorme cantidad de trabajo de nuestra parte.


Notas:

* Indígena Igorot y activista de las Filipinas. Directora de la Fundación Tebtebba (Centro Internacional de Pueblos Indígenas para la Investigación de Políticas y la Educación). Es miembra de la Red del Tercer Mundo y el Foro Internacional sobre Globalización.


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