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Las mujeres como interlocutoras

Dafne Sabanes Plou*

En el «Foro Especial Voces», que se celebró cada mediodía durante el transcurso de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial y la Xenofobia (CMRX), en Durban, Sudáfrica, un tribunal escuchó los testimonios de 21 personas víctimas de manifestaciones racistas de diversa índole, dolorosas, crueles y tremendas para la vida de cualquier ser humano. Doce de ellas eran mujeres de diversas razas y etnias que denunciaron las situaciones por las que habían tenido que atravesar por el hecho de pertenecer a grupos raciales minoritarios en el país o región donde les tocó vivir: burlas, desprecio, castigos de toda índole, violación sexual, atropellos a su dignidad y muerte por violencia racial de sus seres más queridos.

Sin embargo, los suyos no fueron relatos lacrimógenos. Estas mujeres hablaron con la firmeza que les daba saberse sujetos de derecho, actoras políticas y sociales y ciudadanas con conciencia de su género, raza o etnia, capaces de convertirse en agentes de cambio.

Esta posición, firme y decidida, caracterizó la participación que las mujeres y el movimiento de mujeres y feminista tuvieron en la conferencia de Durban y sus eventos preparatorios. Las mujeres latinoamericanas no quedaron fuera de este esquema. En el Foro de las Américas por la Diversidad y la Pluralidad contribuyeron con documentos sustanciales como grupo de trabajo de mujeres, como mujeres indígenas y como mujeres afrodescendientes, influyendo en la Declaración y el Plan de Acción que resultaron de este evento, y logrando que en esos documentos se expresara la transversalidad de la perspectiva de género.

En Durban, la actividad que desarrollaron las mujeres en todos los frentes se hizo notar. Sus voces, como la de la Premio Nobel Rigoberta Menchú, sus reflexiones e intervenciones marcaron los documentos finales del Foro Mundial de ONGs y también lograron imponer concepciones innovadoras, desde la perspectiva de género, en la Declaración y la Plataforma de Acción que resultaron de la conferencia mundial de la ONU. Es así como el artículo 69 de la Declaración final reconoce que el racismo, la discriminación racial, la xenofobia e intolerancias conexas se expresan de manera diferenciada con relación a las mujeres y las niñas, y que se hace necesario integrar una perspectiva de género en la aplicación de políticas, estrategias y programas de acción contra el racismo, para hacer frente a las múltiples formas de discriminación que se presentan.

Los documentos finales tienen un lenguaje inclusivo y además contemplan la situación de discriminación específica que sufren las mujeres por ser indígenas, afrodescendientes, migrantes, refugiadas o por ser víctimas del tráfico de personas. En la Plataforma de Acción, los artículos 31 y 50, por ejemplo, urgen a los estados a poner especial atención en las cuestiones de género, incluyendo la discriminación de género con relación a las mujeres migrantes, y a incorporar la perspectiva de género en todos los programas de acción contra el racismo. En estos programas se deberá considerar el peso de esta discriminación de género especialmente en las mujeres indígenas, africanas, asiáticas, afrodescendientes, descendientes de asiáticos y migrantes, y asegurar que hombres y mujeres tengan igualdad de oportunidades en el acceso a los recursos productivos, para que participen en igualdad de condiciones en el desarrollo de sus comunidades y de sus pueblos. Así mismo, en el artículo 51 se urge a los estados a involucrar a las mujeres que sufren discriminaciones de diversa índole en los niveles de decisión y en la elaboración de las políticas a implementarse sobre este tema.

En Durban, quedó el vacío en materia de discriminación por diversidad de opciones sexuales. Por cuestiones culturales y/o religiosas, varios estados impidieron su tratamiento, a pesar de los esfuerzos de algunas delegaciones, entre ellas la de Brasil, que en este tema se manifestó solidaria y progresista.

Las mujeres estuvieron presentes con propuestas significativas en Durban. Con buena experiencia de trabajo y con la fuerza lograda como movimiento, sustentada por los acuerdos de Beijing, las mujeres y el movimiento de mujeres y feminista ya se han instalado como interlocutoras válidas en los foros internacionales, con el poder de decidir sobre políticas públicas que les permitan continuar avanzando en la concreción de sus derechos y de su dignidad.


Notas:

* Periodista free-lance de Argentina, del Equipo Internacional de Mujeres en los Medios de Isis Internacional.


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