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Migrantes: los retos post-Durban y después del 11 de septiembre

Mónica Santana* y Martha Cecilia Ruiz

El proceso de preparación de la Conferencia Mundial de Durban en las Américas cumplió su cometido, al dar una oportunidad para la participación de organizaciones representativas de los sectores directamente afectados. El mismo proceso de selección de las organizaciones y sus delegadas o delegados siguió un proceso bastante inclusivo y democrático, que incluyó consultas y debates que nos permitieron esbozar nuestros puntos de vistas y compartir, a través de testimonios, la realidad alguno/as migrantes.

El Foro de ONGs de las Américas sentó un precedente, en cuanto a la diversidad y representatividad de los/as actores directos que formaron parte en la discusión de cada uno de los temas que fueron debatidos. En ese mismo sentido, los acuerdos tomados en las plenarios y comités de trabajo reflejan el sentir de las organizaciones participantes, y el Plan de Acción sintetiza de manera clara los desafíos de un movimiento social por un cambio estructural

Las reuniones de la sociedad civil de las Américas también presentaron limitaciones y puntos débiles, relacionados con las dificultades económicas que caracterizan las condiciones de las ONGs que organizaron el evento. No obstante, esas limitaciones nos dan la autoridad moral frente a las organizaciones gubernamentales, que, a pesar de disponer de los recursos económicos necesarios, no superaron ni en lo cualitativo ni en lo cuantitativo los resultados alcanzados en las reuniones preparatorias de la sociedad civil, sobre todo en términos de participación democrática y obtención de consensos.

Siendo la problemática de la Xenofobia uno de los ejes centrales de la convocatoria de la ONU, las expectativas de la sociedad civil se encuentran parcialmente acogidas en unos 40 párrafos que fueron incorporados en los documentos finales de la III Conferencia Mundial contra el Racismo y otras formas de Intolerancia. Estos podrían significar un punto de partida para un mayor reconocimiento de los derechos en el marco de inmigración, y sentar bases para la gestión migratoria a nivel nacional, regional e internacional, siempre y cuando se concreten en medidas reales y precisas, que superen actitudes y prácticas que marginan a lo/as migrantes de derechos que se reconocen al resto de la población.

Esto tiene que ver, entre otras cosas, con dos de las recomendaciones que resultaron de la Conferencia de Durban. La primera tiene que ver con el acceso a las políticas públicas, de manera especial relacionadas con la implementación de medidas enfocadas a promover el igual acceso de la población migrante a la salud, educación y los servicios básicos. La segunda está relacionada con la necesidad de garantizar que la policía y las autoridades migratorias traten a los migrantes en forma digna y no discriminatoria, para lo cual se recomienda la capacitación sobre trato no discriminatoria para administradores, oficiales de policía y agentes de migración .

En general, el tema de la migración fue ampliamente discutido en Durban, y varias problemáticas, como el de las mujeres migrantes y refugiadas, fueron reconocidas por las delegaciones gubernamentales. Sin embargo, algunos gobiernos, como los de la Unión Europea, no mostraron suficiente voluntad política para proponer alternativas en relación a sus políticas migratorias restrictivas y selectivas, ni para reconocer con mayor firmeza el aporte económico y cultural de los y las migrantes. Solo hacía falta que estos (y otros) gobiernos se hagan algunas preguntas: ¿Qué pasaría, por ejemplo, con sus campos, repletos de extranjero/as que siembran y recogen las cosechas cada año, si la población migrante desaparecería? ¿Qué pasaría con los restaurantes y otras áreas de servicio si sus países no recibieran migrantes africano/as, asiático/as, europeo/as del este o latinoamericano/as?

Otro de los grandes pendientes de la Conferencia radica en el tratamiento directo y el desarrollo de compromisos en relación a lo/as migrantes indocumentado/as, una realidad que, por la magnitud e importancia que hoy tiene, ya no puede ser disimulada o negada. Es verdad que no hay soluciones simples a la problemática de la “migración irregular”. El grupo de trabajo sobre migrantes, que participó en el Foro de la Américas, señaló entre sus conclusiones que, en el contexto de la globalización, que implica una amplia movilización de mano de obra, urge tanto la adopción de una amnistía general para los/as inmigrantes indocumentados/as, como el delineamiento de políticas migratorias no discriminatorias y transparentes. Y es que, en muchos países ricos e industrializados, mientras las leyes no permiten el ingreso de ciertos migrantes (del sur, pobres y sin formación profesional), en la práctica se los recibe y acepta, para realizar trabajos desertados por las poblaciones locales, aprovechando su vulnerabilidad como migrantes sin papeles y su poco conocimiento o soporte legal para ejercer sus derechos.

A futuro, muchos son los desafíos en materia migratoria. Primero, hay que reconocer que la situación de la población migrante se complicó pocos días después de que terminó la Conferencia Mundial en Durban. El atentado del 11 de septiembre, en los Estados Unidos, afecta directamente a los y las migrantes. Después de esa fecha, algunos estereotipos negativos relacionados con la población migrante se han acentuado, e incluso se ha empezado a relacionar migración (o extranjero/as) con terrorismo.

Frente a esta situación, “los Estados tienen el deber de perfeccionar sus sistemas de seguridad e inteligencia para proteger a todos aquellos que viven en sus territorios, incluyendo los migrantes”, como señaló la relatora especial de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos de los Migrantes, la costarricense Gabriela Rodríguez Pizarro, en la 82ava sesión del Consejo de la Organización Internacional para las Migraciones (noviembre 2001). Rodríguez agregó que “la alternativa a una migración desregularizada que puede vulnerar la seguridad de un Estado y vulnera de hecho los derechos de los migrantes, es el ordenamiento de los flujos migratorios, particularmente cuando existe una demanda real por la migración”.

Otros retos a futuro son el combate al tráfico de migrantes, la ratificación del Convenio Internacional contra el Crimen Transnacional Organizado y sus dos protocolos, Convención Internacional sobre la Protección de los Trabajadores Migratorios y sus Familiares. También falta un largo camino de educación y concientización, para que se reconozca que la migración -más allá del aporte que significa en términos económicos- es un fenómeno positivo que debe ser valorizado desde la diversidad y el intercambio cultural que genera.


Notas:

* Miembro del Centro de Trabajadores Latinos, CTL-Nueva York


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