Pluralizar el mundo, diversificar las voces
http://alainet.org/publica/pluralizar/

Introducción

Irene León*

Justamente por la actualidad de las problemáticas que abordó la “Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y otras formas de Intolerancia Relacionadas”1, ésta no dejó de ser polémica y levantar pasiones históricas.

Y es que, a pesar de todos los matices, el mundo globalizado de inicios del siglo XXI no es otro que el heredero de las relaciones desiguales, producidas por el colonialismo pasado y sus secuelas actuales. Mundo que, con ciertas variantes de contexto, aún se rige por el empinamiento de una sola civilización como parámetro de la humanidad, relegando a las otras y ubicando a sus gentes en el rango de las ciudadanías de segunda clase.

La actual estructuración piramidal de lo económico, lo social y lo cultural está inextricablemente vinculada con el mantenimiento de relaciones discriminatorias, en cuyas prácticas se conjugan el racismo, el sexismo, el clasismo, la homofobia y otras expresiones de exclusión social, que se amalgaman con el histórico relegamiento geopolítico.

Así, no sorprende que en el marco de esta Conferencia, el bloque del poder, es decir los gobiernos del Norte, hayan puesto todas las trabas posibles para la adopción de medidas que encaminen hacia la erradicación de las diversas formas de discriminación, singulares y combinadas; ni que se hayan retirado de ella los Estados Unidos e Israel, o que la Unión Europea haya mantenido hasta el final, y más allá de este, sus presiones para llevar el agua hacia su molino, imponiendo su criterio cueste lo que cueste.

Tampoco sorprende que hayan sido los países del Sur, especialmente los de Africa, quienes se las han jugado para que se reconozca a toda costa el colonialismo como crimen contra la humanidad, que se establezcan reparaciones para las víctimas de la esclavitud, o que se impongan sanciones a las prácticas actuales de racismo y otras formas de discriminación.

Y, como nunca hubo ningún tribunal para juzgar este tipo de crímenes, ni para dilucidar sus consecuencias, los países responsables de esas transgresiones, convertidos en juez y parte, trataron en todo momento de minimizar la actualidad de temas como el colonialismo, desvinculándolo de su legado histórico en la producción de las relaciones desiguales contemporáneas, y se afanaron en deslindar sus responsabilidades presentes en temas como el de las reparaciones.

Fueron precisamente estos temas la manzana de la discordia, que hizo que a más de tres meses de concluida la Conferencia, los debates continuaran en la ONU. Unos, los del poder, resistiéndose a que estos temas fueran incluidos en el Programa de Acción, por que esto implica la toma de medidas concretas por parte de los gobiernos y la comunidad internacional, y los otros, los del Sur, abogando por que lo fueran. Hasta que al fin, se hizo lo que el poder impuso.

Si esta Conferencia tuvo un mérito, fue el haber colocado en el escenario la necesidad de erradicar las diversas formas de discriminación, el haber permitido establecer las interrelaciones entre ellas, y haber creado un espacio mundial para que las poblaciones afectadas se encontraran, debatieran y sentaran plataformas a futuro.

Esto último, más allá de la inserción institucional de las propuestas de la sociedad civil que fueron amplias y numerosas, abrió un camino para la interlocución y el desarrollo de acciones ulteriores, pues las organizaciones, movimientos y pueblos se ubican principalmente en el día a día de las sociedades concretas, que es donde se sortean y generan las relaciones humanas.

Pero, si bien los resultados en términos de propuestas de la sociedad civil registran importantes avances en contenidos2, el proceso de la sociedad civil tampoco estuvo libre de altibajos. Por un lado, permitió visibilizar las diversas formas de discriminación, y al mismo tiempo dejó en claro que los sujetos de ésta son un mundo heterogéneo, donde confluyen a la vez pueblos, grupos sociales, movimientos, ONGs, entidades de diversa índole, y otros, cada quién con sus especificidades y motivaciones propias, a veces poco reconciliables. Por otro lado, tratándose principalmente de actores excluidos, por los motivos mismos que señaló la convocatoria a la Conferencia, la mayoría experimentó, por primera vez, que la participación al escenario de las Naciones Unidas -un espacio de los gobiernos, con mínimos mecanismos para la participación de la ciudadanía- deja pocos márgenes para concretar reivindicaciones sociales.

Se codearon a la par, en ese escenario, líderes históricos/as de pueblos y movimientos con caudillos improvisados y no siempre con claras intenciones; se trataron de cotejar enfoques neoliberales con posturas críticas; propuestas de corte global chocaron con otras personales o corporativas. En fin, hubo de todo, desde las buenas intenciones y causas justas hasta los afanes de protagonismo y los manipuleos, que dejaron en claro que los liderazgos siguen vacantes y que la articulación es un proceso pendiente.

En medio de todo esto, el Foro de las Américas por la Diversidad y la Pluralidad3, logró no sólo abrir un espacio para la expresión consensuada entre múltiples actores, sino dar visibilidad a una apuesta de futuro: la creación de un mundo plural y diverso como la antítesis del actual, discriminatorio e injusto4. Pueblos indígenas, afrodescendientes, rom, inmigrantes, jóvenes, gays, mujeres y otros grupos discriminados lograron articular, bajo ese paraguas, propuestas comunes que fueron encaminadas, en texto y acciones movilizadoras, hacia la Conferencia mundial.

Pero más allá del evento, el reto más importante, hacia adelante, radica en las acciones de seguimiento de la amplia agenda elaborada conjuntamente. Hay que reconocer que la producción de esta primera tentativa de plan coordinado, se logró gracias al involucramiento de movimientos comprometidos desde siempre con las causas señaladas por la Conferencia, causas que al fin de cuentas son asuntos definitorios de su propia historia.

La Conferencia cerró sus sesiones con temas inconclusos, en medio de una manifiesta falta de voluntad política de los Estados para avanzar en la lucha contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia, que eran el objeto de la convocatoria. Pero, la conferencia también permitió colocar en el escenario mundial la causa de la diversidad y la pluralidad y despuntar un innovador proceso de desarrollo de propuestas consensuadas, de corte mundial e intersectorial, asunto que en el contexto de una globalización excluyente es mucho decir.

Los pendientes y los avances5

Con el tiempo en contra y ante la dificultad de ponerse de acuerdo sobre los temas más polémicos, los gobiernos optaron por la metodología de eliminar de la Declaración y del Programa de Acción aquellos temas sobre los cuales no había consenso.

Así fueron dejados de lado párrafos relativos a la discriminación hacia los descendientes de asiáticos, el racismo y la pena de muerte, la limpieza étnica, las discriminaciones agravadas por motivos de raza, color, orientación sexual, idioma, religión, cultura, nacionalidad. Además quedaron fuera otros aspectos relacionados con las medidas para combatir el racismo y la discriminación racial como las acciones afirmativas, la prohibición de la discriminación, el combate a la corrupción, los recursos para las minorías, las medidas a tomarse en la educación y en particular en la enseñanza de la historia, entre otros.

El texto acordado por los países hace solo una referencia vaga al colonialismo y corresponsabiliza a todos por sus consecuencias. Las antiguas potencias coloniales no asumieron ninguna responsabilidad respecto al pasado e incluso rechazaron el término «reparaciones» que fue sustituido por «medidas compensatorias». Así mismo, la propuesta de cancelación de la deuda externa, presentada por los países africanos, fue sustituida por «alivio de la deuda», en los esquemas previstos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

El perdón simbólico de los crímenes del colonialismo y la esclavitud demandado por Africa nunca llegó. Al contrario, la Unión Europea emitió al final una declaración que afirma la corresponsabilidad mundial en los hechos.

Asimismo, luego de intensos debates, la Conferencia apenas hizo una mención general sobre las víctimas del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia, y no logró consenso para la elaboración de una lista exhaustiva que incluyera a las personas y grupos afectados, y mencionara las bases de las múltiples formas de discriminación, aspectos que eran considerados centrales para definir los eventuales sujetos de reparaciones o de protección especial.

Las cuatro diferentes propuestas de los bloques regionales sobre este tópico, diferían tanto en la inclusión del estatus socioeconómico, el género y la orientación sexual como agravantes de la discriminación, como en el reconocimiento de las intersecciones entre estas y otras múltiples formas de discriminación. Importantes artículos relacionados con esto figuran entre los temas eliminados en la plenaria final.

No obstante, un importante grupo de países presentaron una declaración, que deberá figurar en los documentos de resultados, sustentando que la discriminación por orientación sexual debe ser objeto de inmediatas medidas y políticas protectoras. Mientras que los temas relacionados con el estatus socioeconómico fueron enviados unos al bloque sobre bienestar, salud y educación, y otros a la agrupación temática denominada como «el pasado», que contenía temas muy actuales como los relacionados con las reparaciones.

A pesar de ello, los documentos contienen menciones específicas relativas a africanos y afrodescendientes, pueblos indígenas, migrantes, mujeres y niñas migrantes, refugiados, solicitantes de asilo, desplazados internos, romaníes, gitanos, sintis y nómadas.

Desde los pueblos indígenas hubo muestras de insatisfacción por la aprobación del artículo 27 (hoy 24)de la Declaración de la Conferencia, en la que se aclara que el uso del término «pueblos indígenas... no debe interpretarse en el sentido de que tiene repercusión alguna en cuanto a los derechos reconocidos por las normas jurídicas internacionales». Desde hace casi dos décadas, los pueblos indígenas vienen demandando ser reconocidos como tales en el sistema de Naciones Unidas, porque ello implica el reconocimiento a la libre determinación y a sus derechos colectivos.

Con respecto a los africanos y afrodescendientes, la Conferencia exhorta a las Naciones Unidas, a las instituciones financieras y a otros mecanismos internacionales competentes a que elaboren programas de fomento de sus capacidades y refuercen la cooperación internacional para invertir en sistemas de salud pública, educación, electricidad y agua potable. Se exhorta, así mismo, que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU considere el establecimiento de un grupo de trabajo encargado de analizar los problemas de discriminación racial contra los africanos y los afrodescendientes.

«La xenofobia contra los no nacionales, en particular los migrantes, los refugiados y los solicitantes de asilo, constituye una de las principales fuentes del racismo contemporáneo», reconoce la Declaración de la Conferencia. Y en las medidas prácticas, se insta a los Estados a desterrar las discriminaciones contra los migrantes en los lugares de trabajo, a promover el disfrute pleno de todos los derechos humanos incluyendo sueldos justos y remuneraciones equitativas, y a que faciliten la reunificación de las familias en forma rápida y eficaz.

Respecto a los refugiados, solicitantes de asilo, repatriados y desplazados internos -más de 27 millones en todo el mundo- se señala la importancia de la solidaridad internacional, la distribución de la carga y la cooperación internacional para compartir la responsabilidad de su protección.

Con relación a los romaníes, gitanos, sintis y nómadas, los documentos mencionados recomiendan que los Estados establezcan políticas tendientes a combatir el racismo y la discriminación racial. Estas políticas deben basarse en datos e informaciones que deben obtenerse en consulta con lo/as afectado/as y respetando los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Por su parte, el tema de Medio Oriente, que fue invocado por Estados Unidos e Israel para retirarse de la Conferencia, fue saldado con un documento de compromiso, en el que se hace un llamado general a poner fin a la violencia y a reasumir las negociaciones, «respetando los derechos humanos y el derecho internacional». En éste se condena tanto las manifestaciones antisemitas, como antiárabes y la islamofobia. Se complace a la Unión Europea señalando que el Holocausto -con mayúscula y en singular- nunca debe ser olvidado y en contrapartida se reconoce la situación difícil de la población palestina bajo la ocupación extranjera y se reconoce su derecho a la libre determinación.

En esta Conferencia los poderosos lobbies judíos jugaron un papel clave, primero para evitar que el sionismo sea considerado como una ideología racista, y segundo para conseguir que Israel no sea condenado por la ocupación de los territorios palestinos, como plantearon algunos países árabes. Tras la retirada de Estados Unidos e Israel, la Unión Europea se ocupó de la tarea de defender a Israel. El primer ministro francés, Leonel Jospin, en algún momento amenazó con la retirada de su país de la Conferencia si el sionismo era considerado como una forma de racismo. Y en esto hicieron causa común con la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, Mary Robinson, quien incluso criticó al Foro de las ONGs por su declaración final, en la que se condena el «genocidio» cometido por Israel en los 40 años de ocupación militar del territorio palestino.

Finalmente, los resultados de la Conferencia señalan que los derechos humanos deben ser respetados y que las personas no deben ser discriminadas en el combate al terrorismo, asunto que ahora es más importante que cuando concluyó el evento. Y es que, a tres días de concluida la Conferencia en Durban, el 11 de septiembre, ocurrió el atentado a las torres gemelas en Nueva York, y con eso volvieron a ponerse en auge, sin sutilezas, los más virulentos propósitos racistas y xenofóbicos. Esto pone entre paréntesis no sólo la vigencia de los derechos humanos de buena parte de la población mundial, sino también reavivando ánimos bélicos que aluden a las diferencias entre civilizaciones, creencias, religiones y hasta opiniones.

En suma, a pesar de los pendientes, la primera Conferencia de Naciones Unidas en el siglo XXI, colocó en el debate los grandes temas de la humanidad, definitorios para las relaciones sociales en todas partes. Las dinámicas que se expresaron en ella, dejaron en claro las diferencias existentes en un mundo escindido no sólo por la geopolítica sino también por la discriminación que, contrario a lo que se pretende, afecta a casi todas y todos.

Los balances que presentamos a continuación tienen el propósito de contribuir a las iniciativas de seguimiento y monitoreo que los movimientos, pueblos y sectores involucrados intentan emprender como parte de sus luchas para erradicar la discriminación. Por eso, los puntos de vista que aquí se expresan son aquellos de quienes vienen construyendo, en la vida diaria, la utopía de un mundo plural y diverso, con la expectativa de transformar el actual y hacerlo mejor.


Notas:

* ALAI

1 Durban, Sudáfrica, del 31 de agosto al 8 de septiembre, convocada por la Organización de Naciones Unidas, ONU.

2 Foro de las Américas por la Diversidad y la Pluralidad, Plan de Acción y Declaraciones Específicas, Ed. ALAI, Ecuador, 2001

3 Foro de la Américas por la Diversidad y la Pluralidad, Por un Milenio Plural y Diverso, Ed. ALAI, Ecuador, 2001

4 Idem. 3

5 Versión integral de esta parte del texto en, Irene León y Eduardo Tamayo, La Conferencia Inconclusa, América Latina en Movimiento, ALAI, Ecuador, septiembre 2001


Indice

Tema Siguiente