El derecho de vivir en paz

“A pesar de la sentencia judicial de 2018 que condenó a ocho oficiales en retiro a 15 años de prisión por el asesinato de Víctor Jara, la verdadera justicia para él está solamente en quienes continúan su lucha”.

05/03/2021
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 Una tarde calurosa de febrero en Santiago, fui a la tumba de Víctor Jara a rendir homenaje al hombre que fue brutalmente asesinado el 16 de septiembre de 1973. Director de teatro, compositor y comunista, Jara fue arrestado tras el golpe de Estado contra el gobierno socialista de Salvador Allende. Fue torturado y luego asesinado. En la parte posterior del Cementerio General en Recoleta, Jara fue enterrado junto a otras víctimas de la dictadura militar del general Augusto Pinochet. En 2009, sus restos fueron exhumados como parte de la investigación sobre su asesinato y fue vuelto a enterrar cerca de allí. En la tumba original están pintadas las palabras “el derecho de vivir en paz”.

 

 Esas palabras son el título de una canción del álbum de 1971 de Jara. El tema, que abre el disco, es un homenaje al pueblo vietnamita, que fue liderado por Ho Chi Minh en su lucha contra el imperialismo estadounidense. Es una canción sencilla, que comienza con esta línea de dignidad sobre el derecho de vivir en paz. Luego reflexiona sobre Ho Chi Minh, el poeta, que golpea de Vietnam a toda la humanidad. El pueblo vietnamita declaró su independencia en 1945, cuando Jara tenía trece años. Antes de que pudieran desarrollar su programa socialista, se les impuso una guerra, primero por Francia y luego por Estados Unidos. EE. UU. utilizó todo su arsenal —salvo las armas nucleares— contra el pueblo vietnamita, que luchó con gran determinación para liberar a su país.

 

Había dos cosas claras sobre esta guerra para lxs revolucionarixs de todo el mundo. Primero, que la derrota del pueblo vietnamita implicaría un gran retroceso para las luchas de liberación nacional a nivel global, ya que daría confianza a Estados Unidos y sus aliados para atacar a otros movimientos de liberación. Segundo, que cada persona sensata comprometida con la descolonización y la libertad tenía que “crear dos, tres, muchos Vietnam”, como escribió Che Guevara en su Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental (1966). Che Guevara fue asesinado en 1967 a los 39 años. Por su parte, Víctor Jara tenía solo 40 años cuando fue asesinado.

 

Para 1971, lxs vietnamitas habían ganado mucha confianza, logrando mantener el control del norte del país a pesar del brutal bombardeo y del uso de armas químicas. Avanzaron hacia el sur —incluyendo la Ofensiva Tet de 1968— en dirección a Saigón. Ho Chi Minh murió en 1969, firme hasta el final. La canción de Víctor Jara es un tributo a Ho Chi Minh y a lxs luchadorxs vietnamitas, y demostró la necesidad de una actitud internacionalista en la lucha por la libertad. Esta canción es fuego de puro amor, una canción internacional que declara el derecho de vivir en paz.

 

 Canciones como esta nunca desaparecen. En ellas está el principio de la esperanza, la inspiración para la lucha y la expectativa de un mundo más allá del nuestro. Caminando por Plaza de la Dignidad en Santiago de Chile, uno ve imágenes de Jara y citas de sus canciones en los muros. Son pintados por diversos grupos políticos y muralistas que sienten una conexión estrecha con ese pasado radical y que ven que aún permanecen los residuos de la dictadura. Cada viernes en la tarde se reúne un gran número de personas para protestar contra el gobierno criminal de Sebastián Piñera que llegó al poder en 2018, pero también para protestar contra la orientación neoliberal general que tomaron los gobiernos desde 1973.

 

Piñera, un conservador que se opuso al enjuiciamiento de Pinochet, ha llevado a cabo un gobierno de austeridad que provocó masivas protestas, primero de lxs estudiantes secundarixs y luego de toda la sociedad. La respuesta del gobierno a esta ola de protestas fue una represión brutal, detenciones ilegales y violencia policial de todo tipo (incluyendo violencia político sexual). Periodistas y manifestantes como Gustavo Gatica fueron mutiladxs por balas de goma disparadas contra sus ojos, lo que me recuerda a Mohamed Sobhi el-Shenawy, el “francotirador de ojos”, que disparaba contra las personas que se manifestaban en la Plaza Tahrir en El Cairo, Egipto, en 2011.

 

A pesar de la sentencia judicial de 2018 que condenó a ocho oficiales en retiro a 15 años de prisión por el asesinato de Víctor Jara, la verdadera justicia para él está solamente en quienes continúan su lucha. En 2019, su canción reapareció como un himno de este nuevo movimiento, cantada con gran emoción por sus pares de Inti-Illimani en Plaza Dignidad. En una de las típicas protestas de los viernes en la plaza, vi a la policía disparar sus carros lanza agua y avanzar con todo el descaro de la impunidad hacia manifestantes que se han acostumbrado a esta rutina de represión de las fuerzas estatales en su democracia. Jorge y Marcelo Coulon me contaron la inmensa emoción que sintieron cuando caminaron entre la enorme multitud hacia el escenario para cantar la canción de Jara a Ho Chi Minh.

 

Desde 1980, Chile ha funcionado con una constitución instalada durante la dictadura de Pinochet. Hace sentido, por lo tanto, que en las olas de protestas haya tomado fuerza la demanda por una nueva carta magna. En 2020, el 78% del país votó por redactar una nueva constitución. En abril de 2021 se votará por lxs integrantes de la Convención Constitucional que la creará.

 

¿Qué significa que la canción de Jara regrese como un himno en nuestros tiempos, con su llamado por el derecho de vivir en paz cargado de significado a través de generaciones? Esta es una canción de un cantautor chileno para la revolución vietnamita, pero con la sensibilidad de que tanto la lucha vietnamita como la canción son internacionales. Nada en las luchas de Chile sugiere una historia insular, ya que la presión ejercida sobre la población no es exclusiva de Piñera y su gobierno, ni de la oligarquía chilena. Los programas de austeridad son producto de una huelga tributaria de las elites, que prefieren esconder su riqueza en paraísos fiscales ilegales en vez de usarlas productivamente. Desprecian el larguísimo sufrimiento de lxs trabajadorxs que luchan por sobrevivir mientras la pandemia profundiza su ya precaria existencia y provocan el tipo de protestas que han marcado la realidad chilena.

 

La imagen de multitudes no violentas jubilosas candando canciones de la resistencia es tan familiar como la imagen de los carros de la policía lanzando agua a alta presión y gases lacrimógenos.  No sorprende que la versión de “El derecho de vivir en paz” de Roger Waters en 2020 llevara toda la fuerza de esta canción internacional a las calles desde Delhi a Nueva York.

 

El 28 de febrero, un millón de personas se reunieron bajo banderas rojas en el Brigade Ground en Calcuta, cuando el estadio indio de Bengala occidental comenzaba la campaña electoral. “Exigimos nuestros derechos”, decía el líder comunista Mohammed Salim, el derecho de vivir en paz. Por todas partes hay ecos del himno chileno a Ho Chi Minh. No muy lejos de donde habló Salim está el consulado de Estados Unidos, que se ubica en Ho Chi Minh Sarani, la calle que durante la guerra estadounidense contra Vietnam fue rebautizada como un acto de solidaridad.

 

Actualmente ya no hay ese tipo de claridad en la izquierda sobre la naturaleza de nuestras luchas y la necesidad de la solidaridad internacional. Los duros ataques del imperialismo estadounidense contra Cuba y Venezuela continúan, mientras el presidente Joe Biden —absurdamente en nombre de la “autodefensa”— autorizó un nuevo bombardeo a Siria. Donde debiera haber una estricta defensa del derecho de los pueblos a la autodeterminación de su propia agenda, encontramos en cambio una política de guerra híbrida que asfixia y deslegitima a toda la población. Le pregunté a Marcelo Coulon de la legendaria banda Inti-Illimani —que cantó la canción de Jara frente a las masivas manifestaciones en Santiago— qué significaba cantar ese himno antiimperialista e internacionalista en nuestro contexto: 

 

Cantarle a Ho Chi Minh, hoy, para mí es un momento muy especial, ya que me hace volver a la época en que estábamos conectados con el mundo, con el mundo solidario, con la lucha antiimperialista. Y esto me demuestra el terrible daño que ha hecho el neoliberalismo, en cuanto a transformar a los seres en un individualismo terrible, en que no piensan más allá de su propia nariz, de sus intereses. Creo que el estallido social por algo cantaba esa canción, no tan solo por el derecho de vivir en paz, sino de vivir en una paz digna, extensa y solidaria. No quiero explicar por qué [Jara escribió sobre] Ho Chi Minh, me parece que todo el mundo debería entender ese gesto solidario… yo di sangre para Vietnam y ahora no pasa nada.

 

El conflicto entre lxs campesinxs de India y el gobierno del primer ministro Narendra Modi entra en su cuarto mes. Las agendas tanto de Modi como de Piñera se ven condicionadas por su lealtad con sus aliados empresariales. Ninguno tiene el temperamento o la habilidad para retractarse de sus rígidas posiciones de privatización, amiguismo y represión estatal. El campesinado y lxs trabajadorxs agrícolas están experimentando el mismo tipo de obstinación que han vivido los pueblos de Venezuela y Cuba. A pesar de la devoción liberal a los derechos humanos, su mayor compromiso está con los intereses de unos pocos y no con las vidas de la mayoría. La necesidad de “dos, tres, muchas Venezuelas” o “dos, tres, muchos levantamientos campesinos” nunca ha estado más clara, y nunca ha sido más esencial la solidaridad internacional.

 

El derecho de vivir en paz no es una frase vacía, es realmente un desafío al sistema que ahora manejan personas como Biden, Modi, Piñera y otros. Es un llamado por un simple derecho que provoca la guerra porque interfiere en la capacidad de unos pocos de apropiarse de la mayor parte de la riqueza social.

 

Como dicen en Chile: “Fuera Piñera”, una consigna que es tanto para él como para todo el sistema que personas como él sostienen.

 

Fuente: Instituto Tricontinental de Investigación Social.

 

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/211249
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