2020, otro estado en las telecomunicaciones de Argentina
- Opinión

“Vengo en cambio a proponerles un sueño. Reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación. Vengo a proponerles un sueño, que es la construcción de la verdad y la justicia.” Néstor Kirchner
“Un país es su pueblo –pasado, presente y futuro–
y toda decisión debe comenzar por allí,
por su existencia y por sus necesidades”
Oscar Varsavsky
Para desarrollar estas visiones es necesario implementar políticas que recuperen la experiencia de lo realizado durante el período 2003/2015 y en función del nuevo proyecto nacional hacer los aportes sectoriales necesarios en dirección de la inclusión social, del incremento de los niveles de igualdad de ingresos, de la matriz productiva y de los recursos estratégicos para nuestro país.
En estas prioridades, el sector de las Telecomunicaciones y el Software tienen un rol destacado por la infraestructura nacional desplegada por la empresa ARSAT y capilaridad de los servicios en relación a la población, industria y gobierno.
Al finalizar la década de los 90, luego de la privatización de ENTEL, la lógica de despliegue de infraestructura de telecomunicaciones de las empresas privadas (Telefónica, Telecom y Claro) comenzó a quebrarse; las calidades de los servicios ya no sólo eran deficitarias en el interior del país por falta de inversión en zonas con poca población, sino que en los grandes centros urbanos no se realizaban las inversiones necesarias que acompañaran la demanda de más y mejor conectividad.
El siglo XXI vino con nuevas reglas, el acceso a las telecomunicaciones empezó a estar en las agendas políticas de organismos internacionales como un tema de derecho humano, esto cambió por completo el paradigma de como los Estados se paran de frente a la prestación de un servicio.
En Argentina, las políticas desarrolladas por el Plan Argentina Conectada desde 2010, muestran el mayor despliegue de infraestructura de fibra óptica realizada por el Estado Argentino. La iniciativa en conjunto con el Plan Satelital Argentino, reconoció el valor estratégico de las telecomunicaciones para el desarrollo económico y social del pueblo, pero también fue el inicio de mostrar una agenda política tecnológica que destacó la importancia de las telecomunicaciones en la prestación de las actividades de gobierno y de soberanía tecnológica.
El sentido de Soberanía tecnológica fue tener autonomía de decisión. Es decir, no tiene sentido que en la Argentina se haga todo el desarrollo, hay cosas que vamos a comprar, como también lo hacen otros países fabricantes de satélites.
Claro que también hay que saber qué comprar, a quién y cómo hacer para luego de integrar las distintas partes, todo el sistema funcione. Ese es el know-how. Decidir qué compro afuera y qué hago acá, que no me lo imponga una empresa extranjera fue el sentido recorrido por el INVAP y ARSAT. Si un componente tiene varios proveedores y no es crítico para el desarrollo, lo compro. El equilibrio del tiempo de desarrollo puede tornar obsoleta la tecnología.
Es imposible imaginar soluciones estatales o públicas para temas de seguridad, comunicación militar, educación, salud, o servicios generales al ciudadano sin una buena calidad de servicio en las redes de telecomunicación existentes.
La innovación de la inversión estatal en infraestructura en telecomunicaciones no está en el simple despliegue de infraestructura, que es tan viejo como la interconexión misma, sino en la disponibilidad por parte del Estado de esa infraestructura para las funciones de gobierno y ciudadanía, como la seguridad, salud, defensa, etcétera, y en la disponibilidad de esa infraestructura a todos los actores locales que puedan prestar el servicio comercial o residencial de telecomunicaciones en competencia sobre una red pública, neutral y eficiente.
La infraestructura de telecomunicaciones en el planeta se convirtió en un commodity, cualquier inversión en infraestructura de telecomunicación, no constituye un negocio de explotación como lo era en el siglo XX. Los precios y niveles de rentabilidad de explotación de redes fueron bajando a medida que los estados se involucraban en la materia, y los niveles de rentabilidad en servicios digitales hoy se encuentran en un record histórico.
La Red Federal de Fibra Óptica desarrollada y administrada por el operador nacional de telecomunicaciones ARSAT, cuenta con 36.000 kilómetros que conecta a más de 1600 localidades a lo ancho y largo del país.
Efectividades conducentes, indican que lo primero es terminar con los 60.000 kilómetros del plan inicial que permita conectar a más de 2600 localidad. Es decir, todos los argentinos en una infraestructura de red con posibilidad de conectar a los argentinos a Internet y servicios de telefonía móvil.
Para dimensionar la inversión estratégica que significó para el Estado Nacional, esta red tiene una extensión para dar una vuelta y media al planeta y es más extensa que la cantidad de kilómetros de Rutas Nacionales existentes.
Software argentino, valor agregado para las telecomunicaciones
En una economía global cada vez más fundada en Internet, en la información y el conocimiento, con fuerte impacto cultural en la vida cotidiana, el software es una herramienta decisiva para el tratamiento de los datos y la producción de información.
Le experiencia recorrido en el mismo período de la red federal de fibra óptica, permite verificar que aquel camino fue bien recibido por la industria.
La producción de software y servicios es además una actividad económica cada vez más relevante, capaz de crear empleos calificados y generar divisas con la exportación de productos y servicios a distancia. Los avances tecnológicos en las áreas de comunicaciones y arquitectura de sistemas de las dos últimas décadas, han hecho posible el notable avance de esta industria.
Con las nuevas posibilidades de conectividad y descentralización que ofrece la producción de software y servicios, las grandes empresas están diseminando sus bases operacionales para reducir costos y acceder a recursos humanos calificados fuera de sus países de origen. Este hecho debilita considerablemente el desarrollo de PyMEs con capital nacional que orientan sus productos al mercado local y regional.
En las últimas dos décadas, en los países de América Latina, se han realizado importantes inversiones en educación superior e infraestructura de comunicaciones. Las políticas públicas emprendidas en Argentina permitieron al sector del software el encuentro entre Universidades, PyMEs y sector Público un motor de crecimiento.
La relación entre el estado y el sector del Software y Servicios Informáticos (SSI) durante el período 2004 – 2015 estuvo signado por las políticas públicas implementadas orientadas al desarrollo productivo e industrial del sector.
Políticas para la promoción del sector software
La Ley Nº 25.922, conocida como Ley de Promoción de la industria del software (o simplemente Ley de software), fue sancionada el 18 de agosto de 2004i. Establece la creación de un régimen fiscal especial para el subsector software y servicios informáticos, así como de un fondo especial: el Fondo Fiduciario de Promoción de la Industria del Software (FONSOFT), orientado a financiar proyectos de I+D relacionados con la producción de software.
El fondo fiduciario creado a través del capítulo 13º de la Ley, el FONSOFT, tiene a la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica como autoridad de aplicación, dependiente de la entonces Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (hoy ex MinCyT).
La normativa estipula que entre los posibles destinatarios del FONSOFT tendrán prioridad las universidades, los centros de investigación, los pequeños emprendimientos y las PyMEs. Las asignaciones las lleva a cabo la autoridad de aplicación, y las diferentes provincias podrán convenir el modo de su adhesión
Su antecedente inmediato es la Ley Nº 25.856, sancionada en 2003, que declara que la producción de software es asimilable a una actividad industrial. En consecuencia, la actividad puede gozar de los beneficios impositivos y crediticios que se aplican al conjunto de la industria argentina.
La Agenda Digital (AD) Argentina, creada mediante el Decreto N 512/09 en mayo de 2009, se definió como una “una herramienta orientada al aprovechamiento de las posibilidades que ofrece la Sociedad de la Información y el Conocimiento.
La AD apuntó a incluir al sector público, privado, a las organizaciones no gubernamentales y al sector académico, en términos genéricos, propiciando su interacción y acceso y utilización de TICs. En este sentido, el énfasis estuvo puesto en las empresas micro y medianas que puedan beneficiarse de las TICs, y no sólo a las que venden software y servicios informáticos. En efecto, no se menciona directamente al software, sino “contenidos y aplicaciones.
Entre 2008 y 2010, a través del FONSOFT, se financiaron 1.031 proyectos vinculados a la producción local de software, lo que implicó una suma de 109.790.060 pesos. La cantidad de proyectos financiados llegó a duplicarse en ese período, pasando de 224 en 2008 a 462 en 2010. Por su parte, el monto total de los beneficios otorgados en 2010 ($54.606.733) es el triple del de 2008, que alcanzaba los $ 18.133.537.
Proyectos con mayor financiamiento (2008-2010)
Línea de financiamiento | Proyectos 2008 | Proyectos 2009 | Proyectos 2010 | Proyectos 2008-2010 | Adjudicados 2008-2010 |
ANR FONSOFT
(Aportes no reembolsables) | 99 | 234 | 220 | 553 | $63.450.090 |
EMPRENDEDORES | 121 | 89 | 216 | 426 | $40.715.100 |
Las consecuencias de estas políticas públicas, son el significativo crecimiento del sector evidenciado por la cantidad de empresas que surgieron y permanecieron activas: entre 2006 y 2015 (último dato actualizado por el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo) el número de empresas creció casi un 50%. Se consideran empresas del sector Software y Servicios Informáticos a aquellas organizaciones privadas con trabajadores activos en relación de dependencia y que hayan definido su actividad principal ante la AFIP como “Actividades de Informática”
Fuente: Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial - MTEySS
El crecimiento más fuerte se observa en los primeros 5 años de la serie, con un 29% de empresas más en 2010 que en 2006 y un crecimiento anual acumulativo2 de 6,5%, habiéndose moderado entre 2011 y 2015 con un crecimiento anual acumulativo del 2,8%. La crisis de 2008-2009 habría sido un punto de inflexión, cuando la cantidad de empresas comenzó a crecer a “sólo” un dígito.
Como se observa en el gráfico siguiente, a 2015 un 73% de las empresas tenía menos de 10 trabajadores. Sin embargo, estas empresas agrupan menos del 20% del empleo del sector. El restante 80% se distribuye en forma más o menos equitativa entre las otras 3 categorías (entre un 25% y un 30% cada una).
Una ley como la de promoción del software es esencial para lograr emplear 500.000 profesionales en software y superar los U$S 10.000 millones en exportaciones para 2030, y alcanzar así una mayor transformación digital de nuestra sociedad que nos lleve hacia la economía del futuro, la economía del conocimiento, para lograr mayor inclusión y progreso social, sostiene desde la CESSI (Cámara de la Industria Argentina del Software y Servicios Informáticos).
El mercado total de la industria del software alcanzó $ 64.494 millones de pesos, un 28,3% superior que el año pasado, con récord histórico en exportaciones compuestas por el 56,2% proveniente de Norteamérica (EE. UU., Canadá y México), 32.2% de Latinoamérica y América Central y un 11,6% del resto de los países.
El software evoluciona constantemente y recalienta la demanda de profesionales y expertos dentro y fuera del país, lo que repercute en los salarios y la necesidad de contar con profesionales para satisfacer la demanda. Mano de obra altamente calificada, está virtualmente globalizada; de Tandil, Córdoba, Mendoza, Buenos Aires o Rosario a California, Londres, París o Berlín, todos estamos trabajando en la red Internet.
En este contexto, contar con una Agencia de promoción en políticas en telecomunicaciones y software permitirá orientar el desarrollo de productos acorde al modelo de país que comenzaremos a caminar a partir del 2020.
La industria en números